domingo, 28 de julio de 2013

Domingo 17 del Tiempo Ordinario Ciclo "C" - 28 de Julio de 2013 -

1ª Lectura (Gn 18, 20-32)

Lectura del libro del Génesis
En aquellos días, el Señor dijo a Abraham: "El clamor contra Sodoma y Gomorra es grande y su pecado es demasiado grave. Bajaré, pues, a ver si sus hechos corresponden a ese clamor; y si no, lo sabré". Los hombres que estaban con Abraham, se despidieron de é1 y se encaminaron hacia Sodoma. Abraham se quedó ante el Señor, y le preguntó: "¿Será posible que Tú destruyas al inocente junto con el culpable? Supongamos que hay cincuenta justos en la ciudad, ¿acabarás con todos ellos y no perdonarás al lugar en atención a esos cincuenta justos? Lejos de Ti tal cosa: matar al inocente junto con el culpable, de manera que la suerte del justo sea como la del malvado; eso no puede ser. El juez de todo el mundo ¿no hará justicia?" El Señor le contestó: "Si encuentro en Sodoma cincuenta justos, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos”. Abraham insistió: "Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Supongamos que faltan cinco para los cincuenta justos, ¿por esos cinco que faltan, destruirás toda la ciudad?" Y le respondió el Señor: "No la destruiré, si encuentro allí cuarenta y cinco justos". Abraham volvió a insistir: "Quizás no se encuentren allí más que cuarenta". El Señor le respondió: "En atención a los cuarenta, no lo haré". Abraham siguió insistiendo: “que no se enoje mi Señor, si sigo hablando, ¿y si hubiera treinta?" El Señor le dijo: "No lo haré, si hay treinta". Abraham insistió otra vez: "Ya que me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran sólo veinte?" El Señor le respondió: "En atención a los veinte, no la destruiré". Abraham continuó: "No se enoje mi Señor, hablaré sólo una vez más, ¿y si se encuentran solo diez?" Contestó el Señor: "Por esos diez, no destruiré la ciudad". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (137)

R. Te damos gracias de todo corazón.
L. De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te adoraremos en tu templo. /R.
L. Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor; siempre que te invocamos, nos oíste y nos llenaste de valor. /R.
L. Se complace el Señor en los humildes y rechaza al engreído. En las penas, Señor, me infundes ánimo, me salvas del furor del enemigo. /R.
L. Tu mano, Señor, nos pondrá a salvo y así concluirás en nosotros tu obra. Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy, no me abandones. /R.

2ª Lectura (Col 2, 12-14)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los colosenses
Hermanos: Por el bautismo fueron ustedes sepultados con Cristo y también resucitaron con Él mediante la fe en el poder de Dios, que lo resucitó de entre los muertos. Ustedes estaban muertos por sus pecados, y no pertenecían al pueblo de la alianza. Pero Él les dio una vida nueva con Cristo, perdonándoles todos los pecados. El anuló el documento que nos era contrario, cuyas cláusulas nos condenaban, y lo eliminó clavándolo en la cruz de Cristo. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Rm 8, 15)

R. Aleluya, aleluya.- Hemos recibido un espíritu de hijos, que nos hace exclamar: ¡Padre!. R. Aleluya.

Evangelio (Lc 11, 1-13)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas
A. Gloria a ti, Señor.
Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: "Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos". Entonces Jesús les dijo: "Cuando oren, digan: 'Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación'". También les dijo: "Supongan que alguno de ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirles: 'Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle'. Pero él le responde desde dentro: 'No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados'. Si el otro sigue tocando, Yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite. Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra, y al que toca, se le abre, ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán? Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre Celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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El Mensaje del Domingo - Julio 28 de 2013

 + 1. Cuando oren, digan: “Padre…”

Varias veces los evangelios nos presentan a Jesús en oración, siendo ésta una de las características que más resaltan de aquél Maestro bueno que se mantenía en constante unión con el Dios cuya cercanía predicaba y al que llamaba Padre. Esta invocación aparece en algunos pasajes con la palabra Abbá, que, en el idioma arameo empleado por Jesús significaba exactamente lo mismo que nosotros expresamos con el término Papá.

Por eso, cuando los discípulos de Jesús le piden a su Maestro que les enseñe a orar como Juan el Bautista lo había hecho con los suyos, comienza diciéndoles cómo invocar a Dios Creador: como a un padre bondadoso y compasivo, reconociéndonos por tanto como sus hijos y, por ello mismo, como hermanos entre nosotros. Nadie antes se había dirigido así a Dios, y en eso consiste en gran parte la novedad del mensaje de Jesús.

En las dos versiones del “Padre nuestro” que aparecen en los evangelios, la oración se hace en plural: tanto en la de Mateo -que es la más extensa, la empleada por la liturgia y la que nosotros rezamos- y la de Lucas -que corresponde al evangelio de este domingo-. Esta forma en plural quiere decir que, cuando Jesús enseña a sus discípulos a orar, los exhorta a superar el individualismo egoísta y tener en cuenta a toda la humanidad. Por eso el “Padre nuestro” es una oración solidaria, en la que si decimos “danos cada día nuestro pan…”, o si pedimos perdón o imploramos ayuda para no caer en la tentación, no lo estamos haciendo para uno o unos cuantos, sino para todos.

 + 2. El Padre Nuestro es oración de alabanza, ofrecimiento y petición

El “Padre Nuestro” suele ser considerado como una oración de petición, y en verdad lo es. Sin embargo, lo primero que encontramos en ella es la alabanza, en segundo lugar el ofrecimiento, y por último vienen las peticiones, una de las cuales es la del perdón pero que también implica la disposición a perdonar.

Primero está la alabanza, porque al decir santificado sea tu nombre, expresamos nuestra gratitud y nuestro deseo de que el Creador, que se reveló en el monte Sinaí con el nombre de “Yahvé” (Yo soy), sea reconocido y glorificado en su ser como un Padre que nos ama a todos sus hijos e hijas. Luego está el ofrecimiento, porque cuando decimos venga tu reino -o ven a reinar en nosotros-, le estamos ofreciendo nuestra disposición a que su poder, que es el poder del Amor, dirija nuestra vida personal y social para que así podamos ser todos felices, que es lo que Él quiere. La versión del Evangelio según san Lucas, correspondiente a este domingo, omite la frase “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”, que sí aparece en el de san Mateo. Pero, en definitiva, esta frase ya está implícita en la anterior (venga tu Reino), pues la realización del Reino de Dios es justamente el cumplimiento de lo que él quiere, que se haga presente cada vez más en nosotros el poder de su Amor.

Y después de la alabanza y el ofrecimiento, vienen las peticiones propiamente dichas. Jesús nos invita a pedir que no nos falte el alimento: danos cada día el pan que necesitamos; no se trata solamente del pan material, sino también del espiritual que recibimos con la Palabra de Dios y la comunión en la Eucaristía. Jesús nos invita a pedir perdón, manifestando nosotros nuestra disposición a perdonar: Perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos han hecho mal. Y finalmente, Jesús nos invita a pedirle al Creador que no nos exponga a la tentación, lo (aquí concluye la versión de Lucas, mientras que la de Mateo agrega “y líbranos del maligno”). Son tres peticiones que a su vez nos recuerdan las tres necesidades fundamentales de nuestra vida: el alimento diario, la reconciliación con nuestros prójimos como condición para estar en paz con Dios, y la fuerza protectora de su Espíritu para no dejarnos vencer por las tentaciones y el poder del mal.

 + 3. Lo que ante todo debemos pedir en la oración

Un detalle muy importante en el Evangelio de hoy es la conclusión que saca Jesús de su parábola del amigo insistente, con la que concluye su enseñanza sobre la oración: “Pues si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan!”. Con esta reflexión Jesús no sólo nos invita a pedir con constancia, sino además a pedir lo que de verdad y ante todo necesitamos. Muchas veces podemos experimentar la tentación de desanimarnos y desistir de la oración porque sentimos que Dios no atiende a nuestras peticiones. Pero lo que puede estar ocurriendo en estos casos es que el Señor no nos concede lo que no nos conviene para nuestra verdadera felicidad, que en definitiva es la felicidad eterna.

Por eso lo primero que debemos pedirle es justamente la disposición que necesitamos para recibir lo que sólo Él sabe que es más conveniente para nuestra vida. Esta disposición sólo podemos tenerla si actúa en nosotros el Espíritu Santo, y éste es precisamente el sentido de la frase venga tu Reino: dejar que actúe en nosotros el poder de Dios, que es el poder del Amor.-


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domingo, 21 de julio de 2013

Domingo 16 del Tiempo Ordinario Ciclo "C" - 21 de Julio de 2013 -

1ª Lectura (Gn 18, 1-10)

Lectura del libro del profeta Isaías
Un día, el Señor se le apareció a Abraham en el encinar de Mambré. Abraham estaba sentado en la entrada de su tienda, a la hora del calor más fuerte. Levantando la vista, vio de pronto a tres hombres que estaban de pie ante él. Al verlos, se dirigió a ellos rápidamente desde la puerta de la tienda, y postrado en tierra, dijo: "Señor mío, si he hallado gracia a tus ojos, te ruego que no pases junto a mí sin detenerte. Haré que traigan un poco de agua para que se laven los pies y descansen a la sombra de estos árboles; traeré pan para que recobren las fuerzas y después continuarán su camino, pues sin duda para eso han pasado junto a su siervo". Ellos le contestaron: "Está bien. Haz lo que dices". Abraham entró rápidamente en la tienda donde estaba Sara y le dijo: "Date prisa, toma tres medidas de harina, amásalas y cuece unos panes". Luego Abraham fue corriendo al establo, escogió un ternero y se lo dio a un criado para que lo matara y lo preparara. Cuando el ternero estuvo asado, tomó requesón y leche y lo sirvió. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (14)

R. ¿Quién será grato a tus ojos, Señor?
L. El hombre que procede honradamente y obra con justicia; el que es sincero en sus palabras y con su lengua a nadie desprestigia. /R.
L. Quien no hace mal al prójimo ni difama al vecino; quien no ve con aprecio a los malvados, pero honra a quienes temen al Altísimo. /R.
L. Quien presta sin usura y quien no acepta soborno en perjuicio de inocentes. Quienes vivan así serán gratos a Dios eternamente. /R.

2ª Lectura (Col 1, 24-28)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los colosenses
Hermanos: Ahora me alegro de sufrir por ustedes, porque así completo lo que falta a la pasión de Cristo en mí, por el bien de su cuerpo, que es la Iglesia. Por disposición de Dios, yo he sido constituido ministro de esta Iglesia para predicarles por entero su mensaje, o sea el designio secreto que Dios ha mantenido oculto desde siglos y generaciones y que ahora ha revelado a su pueblo santo. Dios ha querido dar a conocer a los suyos la gloria y riqueza que este designio encierra para los paganos, es decir, que Cristo vive en ustedes y es la esperanza de la gloria. Ese mismo Cristo, que nosotros predicamos, cuando corregimos a los hombres y los instruimos con todos los recursos de la sabiduría, a fin de que todos sean cristianos perfectos. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Lc 8, 15)

R. Aleluya, aleluya.- Dichosos los que cumplen la palabra del Señor con un corazón bueno y sincero, y perseveran hasta dar fruto. R. Aleluya.

Evangelio (Lc 10, 38-42)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: "Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude". El Señor le respondió: "Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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El Mensaje del Domingo - Julio 21 de 2013

 + 1. Dos formas distintas de atención al Señor

Por los datos que encontramos en los otros tres evangelios, pero especialmente en el de Juan, el pueblo cercano a Jerusalén al que se refiere Lucas se llama Betania, donde vivían Lázaro, Marta y María, tres hermanos de una familia que tenía una especial amistad con Jesús. El Evangelio de Lucas dice que Marta lo recibió en su casa, lo cual parece indicar, por una parte, que ella era quien manejaba los asuntos domésticos, y, por otra, que el huésped principal era Jesús, aunque seguramente no el único, pues el evangelista menciona además a los doce apóstoles. De Lázaro no se nos dice nada en esta ocasión. Cada una de las dos hermanas atiende a los invitados de distinto modo. Marta preparándoles algo de comer y beber, y María dedicada únicamente a escuchar a Jesús. Son dos formas de ejercer la hospitalidad, pues así como hay que ofrecerles algo a los visitantes, también es preciso estar con ellos y escucharlos. Sin embargo, según el Evangelio, una de estas formas de atención es la “única necesaria”. ¿Qué nos quiere decir con esto la Palabra de Dios?

Se suele interpretar este pasaje del Evangelio en el sentido de una contraposición entre la vida contemplativa -representada en María- y la vida activa -representada en Marta-, para concluir que la primera es más valiosa que la segunda. Sin embargo, en lugar de oponerlas, podemos más bien considerarlas como complementarias. En la Iglesia existen distintas formas de servir al Señor, unas caracterizadas por la dedicación intensiva a la oración (que son las propias por ejemplo de las comunidades llamadas “contemplativas”), otras dedicadas al trabajo externo en distintos frentes de la acción pastoral, educativa o social, sea en diferentes comunidades religiosas o en variadas modalidades del apostolado laical, incluso en el ejercicio de una profesión o un oficio a través del cual se presta un servicio constructivo a los demás. Todas estas formas de servir a Dios son valiosas, pero, eso sí, en todas es necesario escuchar con atención la Palabra del Señor como condición indispensable de un servicio cualificado.

 + 2. No desperdiciar la presencia del Señor

La primera lectura bíblica de este domingo, tomada del Génesis (18, 1-10a), nos cuenta cómo Abraham recibió a tres visitantes y se puso a atenderlos con la colaboración de su esposa Sara. Dios mismo les manifestó a Abraham y a Sara su presencia a través de aquellos visitantes, para anunciarles que tendrían un hijo. Abraham hubiera podido dejar pasar de largo a los tres caminantes, pero no desperdició la presencia de Dios, como tampoco la desperdiciaron Marta y María en Betania al recibir y atender a Jesús.

Él está en el sagrario, pues en la Eucaristía ha querido dejarnos su presencia real. Pero también se nos hace presente de muchas otras formas, por ejemplo en nuestros prójimos, especialmente en los más necesitados de atención. ¿Qué hacer para no desperdiciar su presencia?

Como les sucedió en Mambré a Abraham y Sara, y en Betania a Marta y María, el Señor se hace presente en la vida cotidiana de cada uno y cada una de nosotros de muchas formas. Por ello es necesaria una disposición constante a no dejarlo pasar de largo, a aprovechar al máximo su cercanía y su presencia.

 + 3. “Sólo una cosa es necesaria…”

Muchas veces el ajetreo de las preocupaciones materiales nos impide atender a nuestras necesidades espirituales y prestar la atención debida a lo que nos quiere decir el Señor. De tal manera podemos dejarnos envolver por el activismo, que no encontremos tiempo para escuchar la Palabra de Dios. El atafago cotidiano, sobre todo cuando nos dejamos llevar de la adicción al trabajo sin descanso, nos puede llevar a situaciones en las cuales no tenemos espacios de silencio interior para disfrutar de una buena lectura -y ante todo de la lectura de la Palabra de Dios-, para meditar sobre el sentido de lo que hacemos, o para prestar atención a lo que el Señor quiere decirnos a través de quienes conviven con nosotros bajo el mismo techo o laboran en nuestros mismos lugares de trabajo, o para detenernos a contemplar las maravillas de su creación, o para reflexionar sobre los acontecimientos mismos de nuestra vida cotidiana en los cuales puede estar presente un llamado especial de Dios.

Pensemos por ejemplo en la familia: esposos y esposas enfrascados en sus ocupaciones, que no buscan espacios para escucharse mutuamente; padres y madres que trabajan para darles bienestar material a sus hijos, pero no ponen atención a sus necesidades afectivas e incluso se pierden de lo que podrían aprender de ellos y de las oportunidades que tendrían de ayudarles si dedicaran por lo menos algo de su tiempo a escucharlos.

O pensemos también en empresas u organizaciones en las que lo único importante es trabajar, trabajar y trabajar para producir, producir y producir, sin que haya espacios para la atención a las necesidades emocionales y espirituales de las personas, para propiciar el diálogo y la re-creación (así, separado, para expresar que se trata de una renovación del espíritu, de una nueva creación).

Por eso, a la luz de la Palabra de Dios, revisemos cómo estamos procediendo y dispongámonos a poner en práctica los correctivos requeridos para actuar en función de la verdadera prioridad, que en definitiva es lo “único necesario”: abrir espacios en nuestra vida para escuchar a Dios en el silencio interior de la oración personal y en lo que pueden o necesitan decirnos las personas con quienes convivimos y trabajamos. Todo lo demás vendrá por añadidura.-


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domingo, 14 de julio de 2013

Domingo15 del Tiempo Ordinario Ciclo "C" - 14 de Julio de 2013 -

1ª Lectura (Dt 30, 10-14)

Lectura del libro del Deuteronomio
En aquellos días, habló Moisés al pueblo y le dijo: "Escucha la voz del Señor, tu Dios, que te manda guardar sus mandamientos y disposiciones escritos en el libro de esta ley. Y conviértete al Señor tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma. Estos mandamientos que te doy, no son superiores a tus fuerzas ni están fuera de tu alcance. No están en el cielo, de modo que pudieras decir: ‘¿Quién subirá por nosotros al cielo para que nos los traiga, los escuchemos y podamos cumplirlos?’. Ni tampoco están al otro lado del mar, de modo que pudieras objetar: ‘¿Quién cruzará el mar por nosotros para que nos los traiga, los escuchemos y podamos cumplirlos?’ Por el contrario, todos mis mandamientos están muy a tu alcance, en tu boca y en tu corazón, para que puedas cumplirlos". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (68)

R. Escúchame, Señor, porque eres bueno.
L. A Ti, Señor, elevo mi plegaria, ven en mi ayuda pronto. Escúchame conforme a tu clemencia, Dios fiel en el socorro. Escúchame, Señor, pues eres bueno y en tu ternura vuelve a mí tus ojos. /R.
L. Mírame enfermo y afligido; defiéndeme y ayúdame, Dios mío. En mi cantar exaltaré tu nombre, proclamaré tu gloria, agradecido. /R.
L. Se alegrarán al verlo los que sufren; quienes buscan a Dios tendrán más ánimo, porque el Señor jamás desoye al pobre ni olvida al que se encuentra encadenado. /R.
L. Ciertamente el Señor salvará a Sión, reconstruirá a Judá; la heredarán los hijos de sus siervos, quienes aman a Dios la habitarán. /R.

2ª Lectura (Col 1, 15-20)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los colosenses
Cristo es la imagen de Dios invisible, el primogénito de toda la creación, porque en Él tienen su fundamento todas  las cosas creadas, del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, sin excluir a los tronos y dominaciones, a los principados y potestades. Todo fue creado por medio de Él y para Él. Él existe antes que todas las cosas y todas tienen su consistencia en Él. Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que sea el primero en todo. Porque Dios quiso que en Cristo habitara toda plenitud y por Él quiso reconciliar consigo todas las cosas, del cielo y de la tierra, y darle la paz por medio de su sangre, derramada en la cruz. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Jn 6, 63.68)

R. Aleluya, aleluya.- Tus palabras, Señor, son Espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna. R. Aleluya.

Evangelio (Lc 10, 25-37)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se presentó ante Jesús un doctor de la ley para ponerlo a prueba y le preguntó: “Maestro, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?" Jesús le dijo: "¿Qué es lo que está escrito en la ley? ¿Qué lees en ella?” El doctor de la ley contestó: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu ser, y a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús le dijo: "Haz contestado bien; si haces eso, vivirás". El doctor de la ley, para justificarse, le preguntó a Jesús: "¿Y quién es mi prójimo?” Jesús le dijo: "Un hombre que bajaba por el camino de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de unos ladrones, los cuales lo robaron, lo hirieron y lo dejaron medio muerto. Sucedió que por el mismo camino bajaba un sacerdote, el cual lo vio y pasó de largo. De igual modo, un levita que pasó por ahí, lo vio y siguió adelante. Pero un samaritano que iba de viaje, al verlo, se compadeció de él, se le acercó, ungió sus heridas con aceite y vino y se las vendó; luego lo puso sobre su cabalgadura, lo llevó a un mesón y cuidó de él. Al día siguiente sacó dos denarios, se los dio al dueño del mesón y le dijo: ‘Cuida de él y lo que gastes de más te lo pagaré a mi regreso’. ¿Cuál de estos tres te parece que se portó como prójimo del hombre que fue asaltado por los ladrones?” El doctor de la ley le respondió: “El que tuvo compasión de él”. Entonces Jesús le dijo: “Anda y haz tú lo mismo”. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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Aporte Ecológico a la Homilía del domingo - Julio 14 de 2013

San Pablo en la carta de hoy nos recalca cómo el plan de Dios es muy claro y nítido: “Porque Dios quiso depositar en Él la plenitud de sus dones y reconciliar por Él y con Él todos los seres, restableciendo la paz en la tierra y en el cielo con sus sangre derrama en la cruz” (Colosenses 1,20).

San Lucas nos indica una manera de restablecer esa paz que nos trajo Cristo. El Evangelio de hoy responde a una pregunta, aparentemente sencilla, que le hicieron a Jesús: “¿Y quién es mi prójimo?”.

Nosotros somos dados a responder: pues aquel que está cerca, que está próximo a mí. Por eso nos llevamos una gran sorpresa cuando constatamos el cambio tan total que el Maestro le da a la palabra prójimo: Es aquel a quien yo me hago cercano, próximo. Él lo graficó con una parábola tan bella y dura como la del Buen Samaritano, quien se hizo prójimo del que cayó en manos de bandidos.

Si aplicamos este próximo a los problemas ecológicos, no acabaremos de llevarnos sorpresas. En la minería, por ejemplo, el próximo sería la transnacional que viene a estar muy cerca de nosotros y dejarnos unos míseros dólares. Pero si yo me hago prójimo de las víctimas la cosa cambia. Las víctimas son los campesinos, a quienes se les destruye los ecosistemas y a quienes se les contamina sus ríos y afluentes. Y próximo será también todo el país, por los daños que sufre su tierra.

Si pienso en aquella frase del Papa, que ya se hizo célebre: “La comida que se tira es la comida que se roba a la mesa del pobre”, el giro también es inmenso. El próximo, aparentemente, sería la persona con la que me siento a la mesa y que bota la comida. Y está bien constatar ese pecado. Pero aquel a quien yo debo hacerme próximo es al campesino que siembra y se le paga con una miseria.

Incluso el próximo sería toda una multitud de países de África, Asia y América Latina, que aguantan hambre, mientras una tercera parte de los alimentos se botan a la basura en Estados Unidos, Europa e incluso entre nosotros. Si yo me opongo a esta injusticia me estaré haciendo cercano y próximo de quienes sufren hambre en todo el mundo. Hasta allá puede llegar el “cuentico” del samaritano!
Y si no quiero ir tan lejos, debo pensar, incluso, en los niños de los llamados colegios gratuitos, que al recibir un almuerzo o una merienda regalada con mucha frecuencia la botan. A ellos también debo hacerme próximo para educarlos y mostrarles cómo están actuando mal.
Si pienso en los árboles que se cortan en el Amazonas o el Chocó, para luego sembrar coca, la palabra próximo no abarcaría sólo al campesino, dueño del terreno robado por los narcos, la guerrilla o los paramilitares. Pero la obligación va más allá: es hacernos próximos del joven a quien se envenena con las drogas.

Más aún, volviendo al caso anterior, debo hacerme próximo de todas las personas que van a sufrir por el calentamiento global en último término por culpa de la desertificación. En este sentido debo hacerme próximo de quienes han sufrido y van a sufrir las inundaciones causadas por estos fenómenos ya no naturales, sino producidos por el egoísmo del hombre. Con mis protestas me hago próximo a las víctimas, lo mismo que con la posible ayuda.

En la guerra colombiana, que ha dejado ya 5 millones y medio de víctimas en el país, los comunicadores sociales se estaban haciendo próximos de los victimarios (comentarios e incluso películas sobre Pablo Escobar, Gacha, Tirofijo, los Castaño, etc.). La invitación ahora es a hacerse próximos a las víctimas y poner el acento en donde se debe poner.


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domingo, 7 de julio de 2013

Domingo 14 del Tiempo Ordinario Ciclo "C" - 7 de Julio de 2013 -

1ª Lectura (Is 66, 10-14)

Lectura del libro del profeta Isaías
Alégrense con Jerusalén, gocen con ella todos los que la aman, alégrense de su alegría todos los que por ella llevaron luto, para que se alimenten de sus pechos, se llenen de sus consuelos y se deleiten con la abundancia de su gloria. Porque dice el Señor: "Yo haré correr la paz sobre ella como un río y la gloria de las naciones como un torrente desbordado. Como niños serán llevados en el regazo y acariciados sobre sus rodillas; como un hijo a quien consuela su madre, así Yo los consolaré a ustedes. Por Jerusalén serán ustedes consolados. Cuando ustedes vean todo esto, les saltará de gozo el corazón y su cuerpo rejuvenecerá como la hierba. La mano de Yavé se dará a conocer a sus servidores y hará que sus enemigos vean su enojo. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (65)

R. Las obras del Señor son admirables.
L. Que aclame al Señor toda la tierra; celebremos su gloria y su poder, cantemos un himno de alabanza, digamos al Señor: "Tu obra es admirable" /R.
L. Que se postre ante ti la tierra entera y celebre con cánticos Tu nombre. Admiremos las obras del Señor, los prodigios que ha hecho por los hombres. /R.
L. El transformó el mar Rojo en tierra firme y los hizo cruzar el Jordán a pie enjuto. Llenémonos por eso de gozo y gratitud: El Señor es eterno y poderoso. /R.
L. Cuantos temen a Dios vengan y escuchen, y les diré lo que ha hecho por mí. Bendito sea Dios que no rechazó mi súplica, ni me retiró su gracia. /R.

2ª Lectura (Ga 6, 14-18)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los gálatas
Hermanos: No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Porque en Cristo Jesús de nada vale el estar circuncidado o no, sino el ser una nueva creatura. Para todos los que vivan conforme a esta norma y también para el verdadero Israel, la paz y la misericordia de Dios. De ahora en adelante, que nadie me ponga más obstáculos, porque llevo en mi cuerpo la marca de los sufrimientos que he pasado por Cristo. Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con ustedes. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Col 3, 15-16)

R. Aleluya, aleluya.- Que en sus corazones reine la paz de Cristo; que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. R. Aleluya.

Evangelio (Lc 10, 1-12.17-20)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; Yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: 'Que la paz reine en esta casa'. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes, se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: “Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios”. Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: “Hasta el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Reino de Dios está cerca”. Yo les digo que en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad". Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: "Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre". El les contestó: "Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les someten. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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El Mensaje del Domingo - Julio 07 de 2013

Además de los doce primeros llamados apóstoles -término que proviene del griego y significa enviados, Jesús envió y sigue enviando a más discípulos suyos a proclamar la Buena Noticia del Reino de Dios. En los evangelios el nombre de discípulos se refiere a quienes son enseñados por el Maestro, y el de apóstoles a quienes reciben la misión de predicar el mensaje liberador que han aprendido de Jesús. Y la palabra misión proviene del latín missio, que significa el hecho de enviar con una tarea, de donde viene a su vez el término misionero -el que realiza la misión- El Evangelio de Lucas, en el pasaje que acabamos de leer, emplea un número simbólico -6 veces 12-, que evoca el de los 72 hombres que doce siglos antes de Cristo habían sido hechos partícipes del Espíritu de Dios para colaborar en la misión liberadora de Moisés (Números 11, 25). Tratemos de aplicar a nuestra situación actual lo que les dice Jesús a aquellos 72 discípulos al darles la misión.

 + 1. La cosecha es abundante, pero los obreros son pocos…

Imaginemos los campos sembrados de trigo y cebada en la región de Galilea. Al verlos, la imagen que también contemplan sus discípulos le sirve para referirse a la tarea que va a encomendarles a quienes enviará a anunciar la llegada del Reino de Dios, es decir, el poder liberador y sanador del amor, fruto de una labor de siembra que Él mismo ha iniciado con su Palabra. Hay que recoger la cosecha, pero faltan trabajadores dispuestos a hacerlo y por eso Jesús exhorta a sus discípulos a pedirle a Dios que envíe los obreros necesarios.

Esta exhortación sigue vigente, sobre todo cuando escasean las personas comprometidas para la proclamación y la enseñanza de los valores del Reino de Dios: la veracidad manifestada en la honestidad y la sinceridad, la libertad responsable, la justicia social, la compasión, la voluntad de reconciliación y de paz. “Pidan al dueño de la cosecha que mande obreros a recogerla”, nos dice el Señor ahora a cada uno y cada una de nosotros.

 + 2. Yo los envío como corderos en medio de lobos…

Estas palabras con las que Jesús envía a aquellos setenta y dos discípulos, desprovistos de riquezas materiales y por lo mismo ligeros de equipaje, pero fortalecidos con el poder de Dios que es el poder del Amor, podemos considerarlas también dichas a nosotros, en un contexto en el que la deshonestidad y la corrupción reinantes, así como la violencia en todas sus formas, se constituyen para muchos en motivos de pesimismo paralizador.

Sin embargo, a pesar de todas esas fuerzas adversas, con la energía constructiva del Espíritu de Cristo resucitado, somos invitados, por una parte, a poner toda nuestra confianza en Dios al emprender la tarea de anunciar su Reino de la justicia y el amor, sabiendo que con su poder somos capaces de vencer las fuerzas del mal, comportándonos siempre como corderos, es decir, sin alimentar ninguna forma de violencia.

 + 3. “Cuando entren a alguna casa, ante todo den el saludo de paz…”

La palabra shalom -paz- expresa en hebreo el pleno bienestar material y espiritual que se desea a quienes se saluda o con quienes se busca desarrollar una relación humana constructiva. A esta expresión quiso darle Jesús un contenido muy especial, y así lo percibieron sus discípulos, sobre todo después de su Resurrección.

El tema de la paz, relacionado con la alegría de la liberación, aparece constantemente en los profetas del Antiguo Testamento como una promesa que, al cumplirse, realizará el significado del nombre simbólico de Jeru-salén: lugar de paz. El cumplimiento de esta promesa implica la superación de muchas dificultades. Precisamente la frase “voy a conducir a Jerusalén, como un río, la paz”, dicha por Dios en la primera lectura (Isaías 66, 10-14c), supone nada menos que la subida de un río desde la llanura hacia el monte donde está la ciudad. Algo físicamente imposible, pero posible para el poder de Dios.

Ahora bien, el Señor quiere realizar esa tarea contando con nuestra colaboración. A quienes nos llamamos cristianos -y lo somos todos los bautizados en Cristo-, optar por la paz nos exige que nos identifiquemos con Jesucristo crucificado, como dice san Pablo en la segunda lectura (Gálatas 6, 14-18): “Reciban paz y misericordia todos los que viven según esta norma”. ¿Cuál norma? Pues la de asumir en la práctica lo que significa proclamar al que murió en una cruz para hacer posible lo que parecía imposible: la reconciliación.

En la Eucaristía, el rito de darnos la paz tiene este sentido. Todos estamos invitados a colaborar en la realización de las condiciones que hagan posible la paz. Sólo si nos esforzamos en realizar esta invitación identificándonos con Jesucristo crucificado, podremos estar alegres porque nuestros nombres estarán escritos en el cielo, es decir, porque podremos participar plenamente de su triunfo sobre las fuerzas del mal -simbolizadas tanto en los “demonios” como en las antiguas ciudades de Sodoma y Gomorra, que fueron destruidas por el fuego según el relato del libro del Génesis-. Y todo ello gracias al poder de Dios que se manifiesta en Jesucristo resucitado. Que así sea.-


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