domingo, 25 de septiembre de 2011

Domingo 26 del Tiempo Ordinario Ciclo "A" - 25 de Septiembre de 2011

1ª Lectura (Ez 18, 25-28)

Lectura del libro del profeta Ezequiel
Esto dice el Señor: "Si ustedes dicen: 'No es justo el proceder del Señor', escucha, casa de Israel: ¿Conque es injusto mi proceder? ¿No es más bien el proceder de ustedes el injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere; muere por la maldad que cometió. Cuando el pecador se arrepiente del mal que hizo y practica la rectitud y la justicia, é1 mismo salva su vida. Si recapacita y se aparta de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (Sal 24)


R. Descúbrenos, Señor, tus caminos.
L. Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en ti nuestra esperanza. /R.
L. Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Según ese amor y esa ternura, acuérdate de nosotros. /R.
L. Porque el Señor es recto y bondadoso indica a los pecadores el sendero, guía por la senda recta a los humildes y descubre a los pobres sus caminos. /R.
2ª Lectura (Flp 2, 1-11)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los filipenses
Hermanos: Si alguna fuerza tiene una advertencia en nombre de Cristo, si de algo sirve una exhortación nacida del amor, si nos une el mismo Espíritu y si ustedes me profesan un afecto entrañable, llénenme de alegría teniendo todos una misma manera de pensar, un mismo amor, unas mismas aspiraciones y una sola alma. Nada hagan por espíritu de rivalidad ni presunción; antes bien, por humildad, cada uno considere a los demás como superiores a sí mismo y no busque su propio interés, sino el del prójimo. Tengan los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús. Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condici6n de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Jn 10, 27)

R. Aleluya, aleluya.- Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor, Yo las conozco y ellas me siguen. R. Aleluya.

Evangelio (Mt 21, 28-32)

Lectura del santo Evangelio según san Mateo
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los Sumos Sacerdotes y a los Ancianos del pueblo: “¿Qué opinan de esto? Un hombre que tenía dos hijos fue a ver al primero y le ordenó: 'Hijo, ve a trabajar hoy en la viña’ Él le contestó: 'Ya voy, señor', pero no fue. El padre se dirigió al segundo y le dijo lo mismo. Este le respondió: 'No quiero ir', pero se arrepintió y fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad del padre?" Ellos le respondieron: "El segundo". Entonces Jesús les dijo: “Yo les aseguro que los publcanos y las prostitutas se les han adelantado en el camino del Reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan, predicó el camino de la justicia y no le creyeron; en cambio, los publicanos y las prostitutas sí le creyeron; ustedes, ni siquiera después de haber visto, se han arrepentido ni han creído en él. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.

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El Mensaje del Domingo, por Gabriel Jaime Pérez, S.J., XXVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A – Septiembre 25 de 2011

El mensaje del Evangelio de hoy (Mateo 21, 28-32) podemos resumirlo en una frase de san Ignacio de Loyola (1491-1556): El amor se debe poner más en las obras que en las palabras [Ejercicios Espirituales, 230]. Esta afirmación corresponde a su vez a un refrán popular que dice: obras son amores, no buenas razones. Meditemos en lo que nos dice Jesús, teniendo en cuenta también las demás lecturas bíblicas de este domingo [Ezequiel 18, 25-28; Salmo 25 (24); Carta de Pablo a los Filipenses 2, 1-11].

 + 1.- Dos actitudes opuestas

La parábola de los dos hijos nos muestra dos actitudes opuestas en la relación con Dios. En el que dice “voy” y no va, están representados quienes se consideran buenos y santos pero todo se les queda en palabras, porque dicen y no hacen (Mateo 23, 2-4). El otro hijo, que dice al principio “no quiero ir”, pero luego recapacita y atiende el llamado de su padre, representa a quienes se reconocen necesitados de salvación, como los publicanos o recaudadores de impuestos del imperio romano, y las prostitutas que venden sus cuerpos en el mercado del sexo.

Los publicanos y las prostitutas encuentran en Jesús el reconocimiento de su dignidad y la posibilidad de una vida nueva. Dios rechaza el pecado, pero acoge a quien reconoce su necesidad de perdón disponiéndose sinceramente a cambiar, y por eso dice a través del profeta Ezequiel en la 1ª  lectura: Cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá.

El padre José Luis Martín Descalzo, escritor y periodista español del siglo 20, además de una hermosa biografía de Jesús de Nazaret dejó entre sus obras literarias un monólogo titulado “Las prostitutas os precederán en el reino de los cielos”. Es el drama de una meretriz que se dirige a Aquél que proclamó no sólo de palabra, sino con hechos, el amor de Dios a los “últimos”, a los pecadores rechazados por una sociedad hipócrita que los relega al rincón del menosprecio y a la imposibilidad de la redención.

 + 2.- Decir y no hacer es lo mismo que mentir

La hipocresía, ligada a la soberbia de quienes se creen mejores que los demás y por eso desprecian a quienes consideran inferiores, es la actitud que más critica Jesús en los Evangelios. Esta actitud era característica de los jefes religiosos judíos en aquel tiempo: los saduceos integrantes de la casta sacerdotal del Templo de Jerusalén, y los doctores de la Ley que pertenecían a la secta de los fariseos, apelativo que significa “separados” o “incontaminados” y que se daban a sí mismos los que posaban de santos, y por eso se apartaban de quienes consideraban pecadores. Ya Juan el Bautista los había exhortado a que cambiaran esa actitud, pero ellos lo rechazaron, como también rechazaban ahora a Jesús precisamente porque la soberbia los hacía sordos a este llamado.

El hipócrita es un mentiroso. Se la pasa murmurando, condenando, moralizando. Cumple con unos ritos externos, repitiendo “Señor, Señor”, pero sin hacer la voluntad de Dios, que es voluntad de amor (Mateo 7, 21-23). Hoy como ayer y como siempre, quienes se creen perfectos y menosprecian a los demás, especialmente a los que no son de su raza, religión, cultura, condición o clase social, esconden una conciencia torcida, envidiosa, llena de intenciones y acciones malévolas. Y suelen ser ellos los mismos que a menudo manifiestan de palabra sus adhesiones a Dios, a la patria, a las instituciones, a la moral, y a la hora de la verdad muestran el cobre: su vida es toda una mentira. Dicen y no hacen, como el hijo de la parábola que dijo “voy” y no fue.

 + 3.- Andar en la humildad es andar en la verdad

El apóstol san Pablo nos presenta en la 2ª lectura una de las descripciones bíblicas más bellas del misterio de la Encarnación de Dios en Jesús de Nazaret: “Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de servidor, pasando por uno de tantos…”. Por eso, al invitar a los primeros cristianos de la ciudad macedónica de Filipos a que piensen y actúen como lo hizo Jesús -una invitación también dirigida hoy a cada uno de nosotros-, lo hace en el marco de su exhortación a que se dejen guiar por la humildad.

Teresa de Ávila, también conocida como Santa Teresa de Jesús (1515-1582), escribió unos 15 siglos después de Cristo: “andar en la humildad es andar en la verdad”. Porque es precisamente cuando reconocemos con humildad nuestra condición humana necesitada de salvación, cuando nos ajustamos a la verdad de nuestra existencia.

 + Conclusión

Dispongámonos pues, desde el reconocimiento sincero de nuestra necesidad de salvación e implorando la fuerza que sólo el Espíritu de Dios nos puede dar, a ser coherentes y realizar en la práctica de nuestra vida cotidiana lo que expresamos al proclamar nuestra fe, y a imitar la actitud misericordiosa de Dios que se nos revela en nuestro Señor Jesucristo, acogiendo con compasión y misericordia a todas las personas rechazadas y excluidas que muestran y reconocen su necesidad de ser liberadas de todo cuanto las oprime. Sólo así podremos andar en la verdad y pasar de los dichos a los hechos.-
 
gperezsj@gmail.com


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domingo, 18 de septiembre de 2011

Domingo 25 del Tiempo Ordinario Ciclo "A" - 18 de Septiembre de 2011 -

1ª Lectura (Is 55, 6-9)

Lectura del libro del profeta Isaías
Busquen al Señor mientras lo pueden encontrar, invóquenlo mientras está cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal, sus planes; que regrese al Señor, y El tendrá piedad; a nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis pensamientos no son los pensamientos de ustedes, sus caminos no son mis caminos, dice el Señor. Porque así como aventajan los cielos a la tierra, aventajan mis caminos a los de ustedes y mis pensamientos a sus pensamientos". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (144)

R. Bendeciré al Señor, eternamente
L. Un día tras otro bendeciré tu Nombre y no cesará mi boca de alabarte. Muy digno de alabanza es el Señor, por ser su grandeza incalculable. /R.
L. El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus criaturas. /R.
L. Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor todas sus obras. No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de quien lo invoca. /R.

2ª Lectura (Flp 1, 20-24.27)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los filipenses
Hermanos: Ya sea por mi vida, ya sea por mi muerte, Cristo será glorificado en mí. Porque para mí, la vida es Cristo, y la muerte, una ganancia. Pero si el continuar viviendo en este mundo me permite trabajar todavía con fruto, no sabría yo qué elegir. Me hacen fuerza ambas cosas: por una parte, el deseo de morir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor; y por la otra, el de permanecer en vida, porque esto es necesario para el bien de ustedes. Por lo que a ustedes toca, lleven una vida digna del Evangelio de Cristo. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (He 16, 14)
R. Aleluya, aleluya.- Abre Señor, nuestros corazones para que comprendamos las palabras de tu Hijo. R. Aleluya.

Evangelio (Mt 20, 1-16)


Lectura del santo Evangelio según san Mateo
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos esta parábola: "El Reino de los cielos es de los Cielos es semejante a un propietario que, al amanecer, salió a contratar trabajadores para su viña. Después de quedar con ellos en pagarles un denario por día, los mandó a su viña. Salió otra vez a media mañana, vio a unos que estaban ociosos en la plaza y les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña y les pagaré lo que sea justo'. Salió de nuevo a medio día y a media tarde e hizo lo mismo. Por último, salió también al caer la tarde y encontró todavía otros que estaban en la plaza y les dijo: '¿Por qué han estado aquí todo el día sin trabajar?’ Ellos le respondieron: ‘Porque nadie nos ha contratado'. El les dijo: 'Vayan también ustedes a mi viña'. Al atardecer, el dueño de la viña le dijo: a su administrador: 'Llama a los trabajadores y págales su jornal, comenzando por los últimos hasta que llegues a los primeros'. Se acercaron, pues, los que habían llegado al caer la tarde y recibieron un denario cada uno. Cuando les lleg6 su turno a los primeros, creyeron que recibirían más; pero también ellos recibieron un denario cada uno. `Al recibirlo, comenzaron a reclamarle al propietario, diciéndole: ‘Esos que llegaron al último sólo trabajaron una hora, y sin embargo, les pagas lo mismo que a nosotros, que soportamos el peso del día y del calor'. Pero é1 respondió a uno de ellos: 'Amigo, yo no te hago ninguna injusticia. ¿Acaso no quedamos en que te pagaría un denario? Toma, pues, lo tuyo y vete. Yo quiero darle al que llegó al último lo mismo que a ti. ¿Que no puedo hacer con lo mío lo que yo quiero? ¿O vas a tenerme rencor porque yo soy bueno?' De igual manera, los últimos serán los primeros, y los primeros, los últimos". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.

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Pistas para la Homilía, por Jorge Humberto Peláez S.J., TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XXV A (18-septiembre-2011)

 + 1. Lecturas:
  - a. Profeta Isaías 55, 6-9
  - b. Carta de san Pablo a los Filipenses 1, 20c-24. 27ª
  - c. Mateo 20,1-16

 + 2. La meditación que haremos este domingo va a estar centrada en la invitación que nos hace el profeta Isaías, la cual conserva toda su actualidad para el mundo de hoy: “Busquen al Señor, ahora que podemos encontrarlo; llámenlo, que está cerca”.

 + 3. La búsqueda de un referente trascendente es un elemento central de la cultura, pues en lo más íntimo de nuestro ser está grabada el ansia de absoluto.

 + 4. Describamos algunos hechos que ocurren a nuestro alrededor y que confirman la dinámica espiritual de nuestra época:
  - a. Dentro de la Iglesia Católica encontramos grupos, cada vez más numerosos, que quieren avanzar en su compromiso de fe y para ello se reúnen con muy diversos propósitos: profundizar en el conocimiento de la Biblia, orar juntos y compartir la Eucaristía en un ambiente más íntimo, voluntariado a favor de los más necesitados, etc. Nos llenamos de esperanza cuando vemos la acción del Espíritu Santo en medio de la comunidad eclesial.
  - b. También llama la atención el impresionante crecimiento que han tenido los grupos cristianos. La Iglesia Católica debería reflexionar muy seriamente sobre las causas que explican la migración de muchos católicos hacia estas iglesias. ¿Qué encuentran allá que no les ofrece la Iglesia Católica?
  - c. Saliendo del ámbito cristiano, es impresionante la fuerza del Islam, dentro del cual las tendencias fundamentalistas se están imponiendo sobre los moderados.
  - d. Otro fenómeno religioso muy significativo de nuestro tiempo es el atractivo que ejercen las diversas expresiones de la espiritualidad oriental, que parece llenar el vacío interior que sienten millones de seres humanos.
  - e. A través de estos cuatro ejemplos (multiplicación de grupos dentro de la Iglesia Católica, Iglesias Cristianas, Islam y espiritualidades orientales), hemos querido evidenciar la fuerza de la búsqueda religiosa en nuestro tiempo.

 + 5. Volvamos al mensaje del profeta Isaías, que está dirigido a hombres y mujeres de todos los tiempos: “Busquen al Señor, ahora que podemos encontrarlo; llámenlo, que está cerca. Mis planes no son los planes de ustedes, ni mis caminos son sus caminos”:
  - a. En esta búsqueda de los valores religiosos, de la felicidad y del sentido de la vida, podemos seguir pistas falsas. Con frecuencia, los medios de comunicación nos informan de peligrosas manipulaciones de la religión, las cuales tienen perniciosas consecuencias para los que caen en sus redes: ruina económica, explotación sexual, desequilibrios psicológicos, rupturas familiares, suicidios colectivos. Ante la posibilidad de desviarse por senderos peligrosos, es necesario estar atentos.
  - b. San Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas y experimentado consejero espiritual, en sus famosos Ejercicios Espirituales ha diseñado una metodología para la búsqueda continua de la voluntad de Dios a través del discernimiento.

 + 6. Los invito a que nos detengamos en este punto: ¿qué significa buscar la voluntad de Dios a través del discernimiento?
  - a. Para los creyentes, la existencia del universo y la presencia del ser humano sobre el planeta Tierra no son fruto del azar sino que forman parte del designio amoroso de Dios.
  - b. En Cristo, Dios Padre nos ha constituido en sus hijos y herederos y, como tales, nos ha confiado la administración de este mundo; Él quiere que su obra creadora continúe a través del trabajo humano.
  - c. En el evangelio de este domingo, el llamado a colaborar en la obra creadora se expresa a través de la imagen de la viña; el dueño de este cultivo nos invita a vincularnos a él.
  - d. ¿Cuáles son las características de esta invitación a colaborar en la obra creadora? Dios nos creó libres y respeta nuestra libertad; por eso su invitación no nos impone seguir un guión predeterminado; cada uno de nosotros es invitado a encontrar, a través del discernimiento, su propia ubicación dentro de este plan teniendo en cuenta posibilidades, cualidades y defectos.
  - e. Podemos, entonces, afirmar que el discernimiento consiste en analizar, de manera serena y objetiva, los valores y antivalores, los beneficios y los riesgos, los pros y contras que habría que asumir en el momento de tomar una decisión sobre el proyecto que queremos realizar en nuestro paso por el mundo.
  - f. Retomando la imagen campesina del sembrado de uvas, podemos afirmar que los buenos resultados al final de la cosecha dependerán de que se hayan hecho adecuadamente las tareas.
  - g. En nuestra existencia, larga o corta, debemos prestar un servicio, ser útiles, aportar a la construcción de un mundo más justo y fraterno.

 + 7. No permitamos que la tarea que realicemos sea asignada por fuerzas exteriores a nosotros y a las cuales nos sometemos pasivamente. Por el contrario, a través del discernimiento preguntémonos cómo podemos contribuir más eficazmente, dentro de nuestras posibilidades, a la buena marcha de la sociedad.

 + 8.
A través de la oración debemos evaluar cuidadosamente las opciones que hayamos hecho, no sea que nos apartemos del objetivo último, que es la construcción del Reino de Dios. Recordemos las palabras del profeta Isaías: “Mis planes no son los planes de ustedes, ni mis caminos son sus caminos”.

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domingo, 11 de septiembre de 2011

Domingo 24 del Tiempo Ordinario Ciclo "A" - 11 de Septiembre de 2011 -

1ª Lectura (Si 27, 33-28, 9)

Lectura del Libro Eclesiástico (Sirácide)
Cosas abominables son el rencor y la cólera; sin embargo, el pecador se aferra a ellas. El Señor se vengará del vengativo y llevará rigurosa cuenta de sus pecados. Perdona la ofensa a tu prójimo, y así, cuando pidas perdón, se te perdonarán tus pecados. Si un hombre le guarda rencor a otro, ¿le puede acaso pedir la salud al Señor? El que no tiene compasión de un semejante, ¿cómo pide perdón de sus pecados? Cuando el hombre que guarda rencor pide a Dios el perdón de sus pecados, ¿hallará quien interceda por él? Piensa en tu fin y deja de odiar, piensa en la corrupción del sepulcro y guarda los mandamientos. Ten presentes los mandamientos y no guardes rencor a tu prójimo. Recuerda la Alianza del Altísimo y pasa por alto las ofensas. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (Sal 102)

R. El Señor es compasivo y misericordioso.
L. Bendice al Señor, alma mía; que todo mi ser bendiga su santo nombre. Bendice al Señor, alma mía, y no te olvides de sus beneficios. /R.
L. El Señor perdona tus pecados y cura tus enfermedades; El rescata tu vida del sepulcro y te colma de amor y de ternura. /R.
L. El Señor no nos condena para siempre, ni nos guarda rencor perpetuo. No nos trata como merecen nuestras culpas, ni nos paga según nuestros pecados. /R.
L. Como desde la tierra hasta el cielo, así es de grande su misericordia; como un padre es compasivo con sus hijos, así es compasivo el Señor con quien lo ama. /R.

2ª Lectura (Rom 14, 7-9)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los romanos
Hermanos: Ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni muere para sí mismo. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Por lo tanto, ya sea que estemos vivos o que hayamos muerto, somos del Señor. Porque Cristo murió y resucitó para ser Señor de vivos y muertos. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Juan 13, 34)

R. Aleluya, aleluya.- Les doy un mandamiento nuevo, dice el Señor, que se amen los unos a los otros, como Yo los he amado. R. Aleluya.

Evangelio (Mt 18, 21-35)

Lectura del santo Evangelio según san Mateo

A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Pedro se acercó a Jesús y le preguntó "Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?" Jesús le contestó: "No sólo hasta siete, sino hasta setenta veces siete". Entonces Jesús les dijo: "El Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso ajustar cuentas con sus servidores. El primero que le presentaron le debía muchos millones. Como no tenía con qué pagar, el Señor mandó que lo vendieran a él, a su mujer, a sus hijos y todas sus posesiones, para saldar la deuda. El servidor, arrojándose a sus pies, le suplicaba, diciendo: ‘Ten paciencia, conmigo y te lo pagaré todo'. El rey tuvo lástima de aquel servidor, lo soltó y hasta le perdonó la deuda. Pero, apenas había salido aquel servidor, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía poco dinero. Entonces lo agarró por el cuello y casi lo estrangulaba, mientras le decía: ‘Págame lo que me debes'. El compañero se le arrodilló y le rogaba: 'Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo'. Pero el otro no quiso escucharlo, sino que fue y lo metió en la cárcel hasta que le pagara la deuda. Al ver lo ocurrido, sus compañeros se llenaron de indignación y fueron a contar al rey lo sucedido. Entonces el señor lo llamó y le dijo: 'Siervo malvado. Te perdoné toda aquella deuda porque me lo suplicaste. ¿No debías tú también haber tenido compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?’ Y el señor, encolerizado, lo entregó a los verdugos para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía. Pues lo mismo hará mi Padre Celestial con ustedes, si cada cual no perdona de corazón a su hermano". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.

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Encuentros con la Palabra, por Hermann Rodríguez Osorio, S.J., Domingo XXIV Ordinario – Ciclo A (Mateo 18, 21-35) – 11 de septiembre de 2011

“(...) hasta setenta veces siete”

Cuando las 220 familias de las comunidades de Bojayá, Vigía del Fuerte y otros pueblos del Chocó y Antioquia, a orillas del río Atrato regresaron a sus viviendas, después de la masacre que cometió la guerrilla de las FARC en medio de ellos, todo el pueblo colombiano quedó admirado de la dignidad de este pueblo. El 2 de mayo de 2002 un enfrentamiento entre la guerrilla y los paramilitares ocasionó una de las más graves tragedias ocurridas en la historia de nuestro país: 119 personas murieron, víctimas de un ataque de la guerrilla, mientras estaban refugiadas bajo el amparo del Templo parroquial de Bojayá. Las familias regresaron a su terruño en varias embarcaciones, una de las cuales llevaba el significativo nombre de El Arca de Noé. Como en el relato bíblico, el arco iris de la paz se convirtió en señal de la alianza de Dios con su pueblo. Pero no todo está solucionado. Sigue habiendo presencia de la guerrilla y de los paramilitares en la región. Sin embargo, la gente no quería seguir desplazada y regresaron con las pobres garantías que les ofreció el gobierno.

Serafina, una de las señoras que regresó a Bojayá junto con su familia, comentaba: “Me gustó lo de las coplas y las pancartas. Pero la música no. Yo siento que todavía estamos de luto. (...) La familia no la hace la sangre sino la gente que vive con uno. A mí se me murió un primo, pero también casi 70 amigos y vecinos”. No estaban para fiestas ni celebraciones. La memoria de los muertos sigue viva en medio de este pueblo.

Junto a esta realidad, a nivel mundial se recordaba con dolor la tragedia que vivió el pueblo norteamericano, y el mundo entero, en el año 2001, lo mismo que las represalias que esta acción terrorista produjo hacia el pueblo afgano y el mundo árabe. Hemos vivido otras tragedias, como las de Madrid, Londres y otros países. El dolor es tanto que no queda sino preguntarnos: ¿Cómo decirle a estas gentes de Bojayá o de tantas partes que no deben perdonar siete veces, sino setenta veces siete? ¿Cómo explicar a una persona que ha sido maltratada o que ha perdido a sus seres queridos, que Jesús nos invita a perdonar como él nos perdona? ¿Perdonar es olvidar?

Aprender a perdonarse a sí mismo y dejarse perdonar es un artículo escrito por el P. Juan Masiá Clavel, S.J. y publicado en un libro que lleva por título “14 aprendizajes vitales”, de la colección Serendipity Maior, que ya completa siete ediciones. En este artículo el P. Masiá afirma que en toda experiencia humana en la que ha habido una herida de alguien hacia su prójimo, existen dos víctimas: la persona agredida y la persona agresora: “La víctima no es solamente la otra persona a la que yo he herido, sino yo mismo. Al hacer mal a otra persona, me he perjudicado a mí mismo”.

Desde esta perspectiva, la parábola que Jesús nos cuenta este domingo nos invita a colocarnos de ambos lados de la experiencia: a veces somos personas perdonadas, pero no sanadas... el perdón de Dios y de los demás no nos garantiza que después nos hagamos capaces de misericordia y compasión. Otras veces herimos y somos heridos cuando herimos. La víctima no es sólo el que es lastimado; también el agresor es víctima que hay que salvar. Esto es, precisamente, lo que Jesús quiere que sus discípulos entiendan y vivan con el milagro del perdón.

http://www.jesuitas.org.co/index.php?option=com_content&view=article&id=581:encuentros-con-la-palabra-por-hermann-rodriguez-osorio-sj-domingo-xxiv-ordinario-ciclo-a-mateo-18-21-35-11-de-septiembre-de-2011&catid=61:-hermann-rodriguez-osorio-sj

domingo, 4 de septiembre de 2011

Domingo 23 del Tiempo Ordinario Ciclo "A" - 4 de Septiembre de 2011

1ª Lectura (Ez 33, 7-9)

Lectura del libro del profeta Ezequiel.
Esto dice el Señor: "A ti, hijo de hombre, te he constituido centinela para la casa de Israel. Cuando escuches una palabra de mi boca, se la comunicarás de mi parte. Si Yo pronuncio sentencia de muerte contra un hombre, porque es malvado, y tú no lo amonestas para que se aparte del mal camino, el malvado morirá por su culpa, pero Yo te pediré a ti cuentas de su vida. En cambio, si tú lo amonestas para que deje su mal camino y él no lo deja, morirá por su culpa, pero tú habrás salvado tu vida". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (Sal 94)

R. Señor, que no seamos sordos a tu voz.
L. Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a El llenos de júbilo, y démosle gracias. /R.
L. Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor que nos hizo, pues El es nuestro Dios y nosotros, su pueblo, El nuestro pastor y nosotros, sus ovejas. /R.
L. Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres dudaron de mi, aunque habían visto mis obras. /R.
L. Porque fuiste mi auxilio a tu sombra, Señor, canto con gozo. A ti se adhiere mi alma y tu diestra me da seguro apoyo. /R.

2ª Lectura (Rom 13, 8-10)
Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los romanos
Hermanos: No tengan con nadie otra deuda que la del amor mutuo, porque el que ama al prójimo, ha cumplido ya toda la ley. En efecto, los mandamientos que ordenan: "No cometerás adulterio, no robarás, no matarás, no darás falso testimonio, no codiciarás" y todos los otros, se resumen en éste: "Amarás a tu prójimo como a ti mismo", pues quien ama a su prójimo no le causa daño a nadie. Así pues, cumplir perfectamente la ley consiste en amar. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (2 Co. 5, 19)

R. Aleluya, aleluya.- Dios ha reconciliado consigo al mundo, por medio de Cristo, y nos ha encomendado a nosotros el mensaje de la reconciliación. R. Aleluya.

Evangelio (Mt  18, 15-20)

Lectura del santo Evangelio según san Mateo

A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: "Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas. Si te escucha, habrás salvado a tu hermano. Si no te hace caso, hazte acompañar de una o dos personas, para que todo lo que se diga conste por boca de dos o tres testigos. Pero si ni así te hace caso, díselo a la comunidad; y si ni a la comunidad le hace caso, apártate de él como de un pagano o de un publicano. Yo les aseguro que todo lo que aten en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedara desatado en el cielo. Yo les aseguro también, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo para pedir algo, sea lo que fuere, mi Padre celestial se lo concederá pues donde dos o tres se reúnen en mi nombre, ahí estoy Yo en medio de ellos". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.

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El Mensaje del Domingo, por Gabriel Jaime Pérez, S.J., XXIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A – Septiembre 4 de 2011

El mensaje del Evangelio de hoy se centra en lo que suele llamarse la corrección fraterna, ligada al amor al prójimo y a la reconciliación. Es significativo que la instrucción de Jesús a sus discípulos sobre este tema esté situada entre las parábolas de la oveja perdida y del funcionario que no quiso perdonar. En las otras dos lecturas de la liturgia de este domingo encontramos respectivamente la exhortación que nos hace la palabra de Dios a través del profeta Ezequiel a no ser cómplices del pecado (Ezequiel 33, 7-9), y a través del apóstol san Pablo a cumplir la esencia de la ley divina, que consiste en el amor (Romanos 13, 8-10).

 + 1.- “Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos (…)”

Muchos de nosotros hemos pasado seguramente por la experiencia de observar o padecer el mal comportamiento de otras personas. O al revés, por la de ser objeto de determinadas reacciones de los demás cuando nosotros mismos hemos obrado incorrectamente. Jesús nos enseña en el Evangelio cómo debe proceder quien observa o experimenta que su prójimo obra mal.

Toda comunidad necesita que quien ha cometido una falta la reconozca (verdad), tenga la oportunidad de reconciliarse (perdón) y compense el mal que ha ocasionado (reparación). Para que esto sea posible, cuando notamos un mal comportamiento por parte de alguien, lo indicado es hablar siempre primero con esta persona. A ninguno de nosotros nos agrada que alguien a quien hemos incomodado por algo, en lugar de manifestarnos personalmente su incomodidad se dedique a divulgarla inmediatamente.

Lo que Jesús nos enseña es todo lo contrario: al hablar primero con la persona que ha obrado mal, no sólo nos libramos de la complicidad con su mala conducta, sino que además le hacemos un bien al invitarlo a que corrija su error y cambie en adelante su modo de proceder. Claro que hay situaciones en las que, para no convertirme en cómplice y evitar mayores males que afecten a la comunidad, tengo que poner en conocimiento de las autoridades los delitos de los que he sido testigo. Pero, de ordinario, comenzando por dirigirme a la persona que ha obrado mal, en la medida en que esto sea posible.

 + 2.- “Todo lo que aten en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desaten en la tierra quedará desatado en el cielo”

“Atar y desatar” era una expresión usada en aquél tiempo por los maestros de la ley, en el sentido de excluir o admitir. Esta frase de Jesús, dicha poco antes en el mismo Evangelio a Simón Pedro en singular (Mateo 16, 19),  va dirigida ahora en plural a todos sus discípulos. Ellos iban a constituir la comunidad a la que acababa de referirse con el término griego Ekklesía: la Iglesia fundada por Él mismo, compuesta por todas las personas que lo reconocerían como el Mesías, el Hijo de Dios vivo, y entre las cuales nos contamos hoy los bautizados en su nombre.

En esta misma Iglesia, por la acción del Espíritu Santo, se establecería el Sacramento de la Reconciliación, por el cual todos tenemos la posibilidad de recibir la absolución (ab-solver significa literalmente des-atar), es decir, el signo por el cual, al arrepentimos de haber pecado y confesar nuestras faltas, somos desatados por Dios mismo, a través del sacerdote, de lo que nos encadena al mal, y readmitidos o reincorporados a la comunidad de sus discípulos y a la comunión con Él.

 + 3.- “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo…”


Esta afirmación de Jesús, relacionada con el poder de la oración en comunidad, podemos también aplicarla a la celebración de los sacramentos. Todos ellos son actos comunitarios a través de los cuales Dios, nuestro Creador, por medio de su Hijo Jesucristo, nos comunica eficazmente su Espíritu Santo. Esto se manifiesta de modo especial en los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía.

En el sacramento de la Reconciliación, entre el sacerdote y el penitente se cumple lo que dice Jesús en el Evangelio: Él se hace presente con su acción salvadora allí donde están las dos personas reunidas en su nombre. Pero también su presencia se manifiesta de un modo particular en las especies consagradas del pan y del vino, cuando la comunidad se reúne en la Eucaristía, al principio de la cual reconocemos públicamente nuestra necesidad de perdón: “yo confieso ante Dios todopoderoso, y ante ustedes hermanos, que he pecado…”. O sea que no basta con reconocer en privado delante de Dios la necesidad de ser perdonados cuando hemos obrado mal, sino que es necesario manifestar también este reconocimiento ante la comunidad, en la que el Señor mismo se hace presente para hacer posible nuestra reconciliación con Él y entre nosotros.

Reunidos pues en comunidad -tal como lo estamos cada vez que celebramos la Eucaristía-, sintamos espiritualmente la presencia del Señor, y, con su luz y su auxilio, reconozcamos la necesidad que todos tenemos de ayudarnos mutuamente a corregir nuestras conductas incorrectas, disponiéndonos al diálogo para resolver pacífica y efectivamente los conflictos interpersonales y sociales.-
gperezsj@gmail.com

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