domingo, 25 de diciembre de 2011

Solemnidad NATIVIDAD DEL SEÑOR - Ciclo "B" 25 de diciembre de 2011 - MISA DE MEDIANOCHE

1ª Lectura (Is 9, 1-3. 5-6)

Lectura del libro del profeta Isaías
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz; sobre los que vivían en tierra de sombras, una luz resplandeció. Engrandeciste a tu pueblo e hiciste grande su alegría. Se gozan en tu presencia como gozan al cosechar, como se alegran al repartirse el botín. Porque tú quebrantaste su- pesado yugo, la barra que oprimía sus hombros y el cetro de su tirano, como en el día de Midan. Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado; lleva sobre sus hombros el signo del imperio y su nombre será: "Consejero admirable", "Dios poderoso", "Padre sempiterno", "Príncipe de la paz"; para extender el principado con una paz sin límites sobre el trono de David y sobre su reino; para establecerlo y consolidarlo con la justicia y el derecho, desde ahora y para siempre. El celo del Señor lo realizará. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
 
Salmo responsorial (95)
 
R. Hoy nos ha nacido el Salvador.

L. Cantemos al Señor un canto nuevo, que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo. /R.
L.  Proclamemos su amor día tras día, su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación, sus maravillas. /R.
L.  Alégrense los cielos y la tierra, retumbe el mar y el mundo submarino. Salten de gozo el campo y cuanto encierra, manifiesten los bosques regocijo. /R.
L.  Regocíjese todo ante el Señor, porque ya viene a gobernar el orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones. /R.
 
2ª Lectura (Tt 2, 11-14)
 
Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a Tito
Querido hermano: La gracia de Dios se ha manifestado para salvar a todos los hombres y nos ha enseñando a renunciar a la irreligiosidad y a los deseos mundanos, para que vivamos, ya desde ahora, de una manera sobria, justa y fiel a Dios, en espera de la gloriosa venida del gran Dios y salvador, Cristo Jesús, nuestra esperanza. Él se entregó por nosotros para redimirnos de todo pecado y purificarnos, a fin de convertimos en pueblo suyo, fervorosamente entregado a practicar el bien. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
 
Aclamación antes del Evangelio (Lc 2, 10-11)
 
R. Aleluya, aleluya.- Les anuncio una gran alegría: Hoy nos ha nacido el Salvador, que es Cristo, el Señor. R. Aleluya.
 
Evangelio (Lc 2, 1-14)
 
Lectura del santo Evangelio según san Lucas
A. Gloria a ti, Señor.
Por aquellos días, se promulgó un edicto de César Augusto, que ordenaba un censo de todo el imperio. Este primer censo se hizo cuando Quirino era gobernador de Siria. Todos iban a empadronarse, cada uno en su propia ciudad; así es que también José, perteneciente a la casa y familia de David, se dirigió desde la ciudad de Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, llamada Belén, para empadronarse, juntamente con María, su esposa, que estaba encinta. Mientras estaban ahí, le llego a María el tiempo de dar a luz y tuvo a su hijo primogénito; lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no hubo lugar para ellos en la posada. En aquella región habían unos pastores que pasaban la noche en el campo, vigilando por turno sus rebaños. Un ángel del Señor se les apareció y la gloria de Dios los envolvió con su luz y se llenaron de temor: El ángel les dijo: "No teman. Les traigo una buena noticia, que causará gran alegría a todo el pueblo: hoy les ha nacido en la ciudad de David, un salvador, que es el Mesías, el Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán al niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre". De pronto se le unió al ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: "¡Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad!".  Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.

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El Mensaje del Domingo , por Gabriel Jaime Pérez, S.J., La Natividad del Señor, Diciembre 25 de 2011

La liturgia de la Iglesia nos propone para la fiesta de la Navidad cuatro misas, cada una con diferentes  lecturas: el 24 de diciembre la misa vespertina de la vigilia, y el 25 las misas de medianoche, de la aurora y del día. Aquí me referiré sólo a las lecturas para la misa de la medianoche, que puede celebrarse también desde el 24 en la tarde y el mismo 25. Los textos bíblicos de Isaías en la primera lectura (Isaías 9, 1-3.5-6), del apóstol san Pablo en la segunda (Tito 2, 11-14) y del Evangelio según san Lucas (2,1-14), combinan la imagen de la luz y el reconocimiento del Niño Jesús nacido en una humilde pesebrera como el Salvador prometido, con la invitación a continuar disponiéndonos para su venida gloriosa, cuando nos encontremos definitivamente con Él en la eternidad.

 + 1. La relación de la fiesta de la Navidad con el símbolo de la luz
Los Evangelios no señalan la fecha del nacimiento de Jesucristo. La Iglesia comenzó a dedicar un tiempo especial a la conmemoración de la Navidad en el siglo IV, cuando el cristianismo fue establecido como religión oficial del imperio romano con la conversión del emperador Constantino. Desde entonces se empezó a celebrar en Roma una liturgia especial en la noche del 24 y durante el día 25 del último mes del año para proclamar a Jesús nacido como la Luz del mundo, en lugar de la fiesta pagana del “Nacimiento del Sol Invicto”, correspondiente al solsticio de invierno en el hemisferio norte.
Este es el sentido que desde nuestra fe le damos los cristianos al anuncio profético del libro de Isaías”: “El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban tierras de sombras y una luz les brilló”. Lo que el libro de Isaías proclamaba refiriéndose al regreso de los israelitas de su destierro en Babilonia en el año 538 antes de Cristo, nosotros lo aplicamos a la manifestación visible de Dios en persona como nuestro Salvador, iniciada hace poco más de dos mil años con el nacimiento de Jesús, cuya acción salvadora ha hecho posible la justicia y la paz en la medida en que acojamos su “Buena Noticia” y pongamos en práctica sus enseñanzas.

 + 2. “La señal: … un niño envuelto en pañales y acostado en una pesebrera”
La “Buena Noticia” -que es lo que significa la palabra griega eu-angelion- es un anuncio gozoso. Por eso, cuando el Evangelio relata cómo se les dio a los pastores de Belén la noticia del nacimiento de Jesús, pone en la voz del ángel o mensajero de Dios la frase “les anuncio una gran alegría”. Esta noticia gozosa se une a la alabanza a Dios y a la proclamación de la paz para todos los seres humanos que quieran recibirla. Tal es el sentido del himno que rezamos o cantamos al inicio de la Misa, tomado del mismo relato evangélico con un especial significado en la fiesta de la Navidad, y que comienza diciendo: “Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los  hombres que ama el Señor”.
Hay además en este relato evangélico un detalle significativo: la señal por la cual puede verificarse la realización de esa Buena Noticia es “un niño envuelto en pañales y acostado en una pesebrera”. En otras palabras, al Dios que ha venido a salvarnos no hay que buscarlo en las alturas inaccesibles -no obstante la exclamación “Gloria a Dios en el cielo”, sino en la realidad cercana de lo humano, porque Él mismo ha asumido nuestra propia naturaleza para redimirla. Tampoco se le encuentra en el lujo de los palacios, sino en la pobreza de un establo, en la humildad y sencillez de la vida de los pobres que se reconocen necesitados de salvación, representados en María y José, para quienes “no hubo lugar en la posada”, y también representados en los pastores de Belén.

 + 3. “Una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos”
Pero la celebración de la Navidad no debe quedarse para nosotros en una mera contemplación. Debe llevarnos al compromiso de una existencia vivida de acuerdo con el plan salvador de Dios, que implica una conducta coherente con nuestra fe en Él. Esto es lo que nos dice la palabra de Dios a través del apóstol san Pablo en la segunda lectura, tomada de su carta a Tito, uno de sus colaboradores en la proclamación de la Buena Noticia de la acción salvadora de Dios a través de nuestro Señor Jesucristo..
Por eso, si en la fiesta solemne de la Navidad y cada vez que cantamos o rezamos el “Gloria” nos unimos de palabra a la voz de los ángeles para dar gloria a Dios en el cielo y desear la paz en la tierra a todos los seres humanos -que como tales, incluso con nuestras debilidades y limitaciones, somos amados por Dios-, dispongámonos a seguir la exhortación del apóstol Pablo: “llevemos una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios y salvador nuestro Jesucristo”. Esta manifestación sucederá para cada uno de nosotros cuando llegue el momento de nuestro encuentro definitivo con Él en la eternidad.-

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domingo, 18 de diciembre de 2011

Domingo 4 de Adviento Ciclo "B" - 18 de Diciembre de 2011 -


1ª Lectura (2Sam 7, 1-5.8-12.14.16)

Lectura del Segundo Libro de Samuel
Tan pronto como el rey David se instaló en su palacio y el Señor le concedió descansar de todos los enemigos que lo rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: "¿Te has dado cuenta de que yo vivo en una mansión de cedro, mientras el arca de Dios sigue alojada en una tienda de campaña?" Natán le respondió: "Anda y haz todo lo que te dicte el corazón, porque el Señor está contigo". Aquella misma noche habló el Señor a Natán y le dijo: "Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto: '¿Piensas que vas a ser tú el que me construya una casa para que yo habite en ella? Yo te saqué de los apriscos y de andar tras las ovejas, para que fueras el jefe de mi pueblo, Israel. Yo estaré contigo en todo lo que emprendas, acabaré con tus enemigos y te haré tan famoso como los hombres más famosos de la tierra. Le asignaré un lugar a mi pueblo, Israel; lo plantaré allí para que habite en su propia tierra. Vivirá tranquilo y sus enemigos ya no lo oprimirán más, como lo han venido haciendo desde los tiempos en que establecí Jueces para gobernar a mi pueblo, Israel. Y a ti, David, te haré descansar de todos tus enemigos. Además, Yo, el Señor, te hago saber que te daré una dinastía; y cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante Mí y tu trono será estable eternamente". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (Sal 88)

R. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor. 
L. Proclamaré sin cesar la misericordia del Señor y daré a conocer que su fidelidad es eterna, pues el Señor ha dicho: "Mi amor es para siempre y mi lealtad, más firme que los cielos. /R.
L. Un juramento hice a David, mi servidor, una alianza pacté con mi elegido: “Consolidaré tu dinastía para siempre y afianzaré tu trono eternamente”. /R.
L. E1 me podrá decir: 'Tú eres mi padre, el Dios que me protege y que me salva'. Yo jamás le retiraré mi amor, ni violaré el juramento que le hice". /R.

2ª Lectura (Rom 16, 25-27)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los romanos
Hermanos: A aquel que puede darles fuerzas para cumplir el Evangelio que yo he proclamado, predicando a Cristo, conforme a la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos, y que ahora, en cumplimiento del designio eterno de Dios, ha quedado manifestado por las Sagradas Escrituras, para atraer a todas las naciones a la obediencia de la fe, al Dios Unico, infinitamente sabio, démosle gloria, por Jesucristo, para siempre. Amén. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Lc 1, 38) 

R. Aleluya, aleluya.- Yo soy la esclava del Señor; que se cumpla en mi lo que me has dicho. R. Aleluya.

Evangelio (Lc 1, 26-38)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 
A. Gloria a ti, Señor. 
En aquel tiempo, el Angel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.
 Entró el Angel a donde ella estaba y le dijo: "Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo". Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo. 
El Angel le dijo: "No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y El reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin". 
María le dijo entonces al Angel: "¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?" El Angel le contestó: "El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios". María contestó: "Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mi lo que me has dicho". Y el Angel se retiró de su presencia. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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Encuentros con la Palabra, por Hermann Rodríguez Osorio, S.J., Domingo IV de Adviento – Ciclo B (Lucas 1, 26-38) – 18 de diciembre de 2011


“Para Dios no hay nada imposible”

Cuentan que una vez tres árboles jóvenes estaban conversando sobre lo que querían ser cuando fueran grandes. El primero decía: «A mi me gustaría ser utilizado en la construcción de un gran Palacio para servir de techo a Reyes y Príncipes». El segundo dijo: «A mi me gustaría ser el mástil mayor de un hermoso barco que surque los mares llevando riquezas, alimentos, personas y noticias de un lado a otro de los océanos». El tercero, por su parte, dijo: «A mi me gustaría ser utilizado para construir un gran monumento de esos que se colocan en medio de las plazas o avenidas y que cuando la gente me vea, admire a Dios por su grandeza».

Pasaron los años, los árboles crecieron y llegó el tiempo del hacha y la sierra. Cada uno de los tres árboles fue a dar a distintos sitios: El primero fue utilizado para construir la casita de un campesino pobre que con el tiempo fue destruida y abandonada. Con los restos se levantó un pequeño establo para que los animales se protegieran del frío y de la noche... El segundo fue utilizado para la construcción de la barca de un pobre pescador que se pasaba la mayor parte del tiempo amarrada a la orilla de un lago... El tercero fue utilizado para la construcción de una cruz, donde fueron ajusticiados varios hombres...

Dice san Lucas, que cuando María recibió el anuncio del ángel, “se sorprendió de estas palabras, y se preguntaba qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: –María, no tengas miedo, pues tú gozas del favor de Dios. Ahora vas a quedar encinta: tendrás un hijo, y le pondrás por nombre Jesús”. María, sin salir de su asombro, preguntó: “–¿Cómo podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre? El ángel le contestó: –El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder de Dios altísimo se posará sobre ti. Por eso, el niño que va a nacer será llamado Santo e Hijo de Dios. También tu parienta Isabel va a tener un hijo, a pesar de que es anciana; la que decían que no podía tener hijos, está encinta desde hace seis meses. Para Dios no hay nada imposible”. La respuesta de María fue de total disponibilidad a pesar de que seguramente no entendió completamente el plan de Dios. “Yo soy la esclava del Señor; que Dios haga conmigo como me has dicho”.

No es fácil aceptar los planes de Dios cuando no se acomodan a los nuestros. Siempre que Dios nos llama a realizar un proyecto, tenemos la tentación de pensar que será como nosotros lo hemos programado; pero el Señor tiene sus caminos, que no son los nuestros. Él se encarga de realizar nuestros sueños y nuestros planes, pero a su manera. Lo importante es que encuentre en nosotros la disposición necesaria para dejarnos guiar y conducir por Él a través de las vicisitudes de nuestra vida.

Que el Señor nos conceda ser dóciles a su voluntad; que nos de fe y perseverancia, de modo que aun cuando no nos toque ser un gran palacio, aceptemos sostener el portal del pesebre que en Belén abre sus puertas al que nos trajo una gran alegría para todo el pueblo.

Aunque no seamos el gran mástil de una hermosa embarcación, aceptemos ser la humilde barca de Pedro, que sirvió de púlpito para que a los pobres se les anunciara la Buena Nueva. Y aunque no seamos un gran monumento, aceptemos ser la cruz que sirvió de altar para que Dios nos mostrara el amor de Dios que llega hasta el extremo...


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domingo, 11 de diciembre de 2011

Domingo 3 de Adviento Ciclo "B" - 11 de Diciembre de 2011

1ª Lectura (Is 61, 1-2.10-11)

Lectura del libro del profeta Isaías
El Espíritu del Señor está sobre mi porque me ha ungido y me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres, a curar a los de corazón quebrantado, a proclamar el perdón a los cautivos, la libertad a los prisioneros y a pregonar el año de gracia del Señor. Me alegro en el Señor con toda el alma y me lleno de júbilo en mi Dios, porque me revistió con vestiduras de salvación y me cubrió con un manto de justicia como el novio que se pone la corona, como la novia que se adorna con sus joyas. Así como la tierra echa sus brotes y el jardín hace germinar lo sembrado en é1, así el Señor hará brotar la justicia y la alabanza ante todas las naciones. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (Lc 1, 46)


R. Mi espíritu se alegra en Dios, mi salvador.
L. Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi Salvador, porque puso los ojos en la humildad de su esclava. /R.
L. Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque ha hecho en mí grandes  cosas el que todo lo puede. Santo es su nombre y su misericordia llega, de generación en generación a los que lo temen. /R.
L. A los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despidió sin nada. Acordándose de su misericordia, vino en ayuda de Israel su siervo. /R.

2ª Lectura (1Te 5, 16-24)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses
Hermanos: Vivan siempre alegres, oren sin cesar, den gracias en toda ocasión, pues esto es lo que Dios quiere de ustedes en Cristo Jesús. No impidan la acción del Espíritu Santo, ni desprecien el don de profecía: pero sométanlo todo a prueba y quédense con lo bueno. Absténganse de toda clase de mal. Que el Dios de la paz los santifique a ustedes en todo y que todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, se conserve irreprochable hasta la llegada de nuestro Señor Jesucristo. El que los ha llamado es fiel y cumplirá su promesa. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Is 61, 1)

R. Aleluya, aleluya.- El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado para anunciar la buena nueva a los pobres. R. Aleluya.

Evangelio (Jn 1, 6-8.19-28)


Lectura del santo Evangelio según san Juan
A. Gloria a ti, Señor.
Hubo un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio de él. El no era la luz, sino testigo de la luz. Este es el testimonio que dio Juan el Bautista cuando los judíos enviaron desde Jerusalén a unos sacerdotes y levitas para preguntarle: "¿Quién eres tú?" El reconoció y no negó quién era. E1 afirmó: "Yo no soy el Mesías". De nuevo le preguntaron: "¿Quién eres, pues? ¿Eres Elías?” El les respondió: “No lo soy”. "¿Eres el profeta?” Respondió: "No”. Le dijeron: "Entonces dinos quién eres, para poder llevar una respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo?” Juan les contestó: "Yo soy la voz que grita en el desierto: 'Enderecen el camino del Señor', como anunció el profeta Isaías". Los enviados, que pertenecían a la secta de los fariseos, le preguntaron: "Entonces ¿por qué bautizas, si no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta?" Juan les respondió: "Yo bautizo con agua, pero en medio de ustedes hay uno, al que ustedes no conocen, alguien que viene detrás de mi, a quien yo no soy digno de desatarle las correas de sus sandalias". Esto sucedió en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan bautizaba. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.
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El Mensaje del Domingo , por Gabriel Jaime Pérez, S.J., III Domingo de Adviento - Ciclo B, Diciembre 11 de 2011

 + 1.- Una invitación a estar siempre alegres en Dios, nuestro Salvador

En la profecía del libro de Isaías en el siglo VI antes de Cristo (Isaías 61, 12.10-11), el canto de María Santísima que se recita hoy a modo de salmo responsorial (Lucas 1, 46-54) y la primera carta de san Pablo escrita hacia el año 51 a los cristianos de Tesalónica en Grecia  (1 Tesalonicenses 5,16-24), resalta la alegría como característica de la esperanza en Dios.  Desbordo de gozo y alegría en el Señor, dice el profeta; se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador, exclama María; vivan siempre alegres, dice el apóstol san Pablo.

Diciembre es un mes de alegría. Pero ¿qué clase de alegría? Para muchos, las fiestas o ferias navideñas consisten en el consumo desbocado del licor, las comilonas, el desenfreno, la bulla estrepitosa. Pero ahí no está la verdadera alegría, es un gozo aparente y vacío debido a la ausencia de los valores espirituales, que en definitiva es ausencia del amor de Dios. La alegría auténtica, a la que nos invita la Palabra de Dios, es aquella que surge del descubrimiento de la presencia salvadora del Señor en nuestra vida cuando acogemos con todo nuestro ser a Aquél que, tal como lo dijo el profeta, vendría a anunciar la “Buena Noticia”, a sanar, a proclamar el perdón, la libertad y el verdadero amor.

Esta Buena Noticia, que es lo que originariamente significa en griego la palabra Evangelio, va dirigida con preferencia “a los pobres” y a todos los que se reconocen necesitados de salvación. Y Dios mismo nos invita a comunicarla a nuestro alrededor, practicando la justicia e identificándonos con su amor tal como éste se nos ha manifestado en nuestro Señor Jesucristo.

 + 2.- Una invitación a reconocer al Señor que viene a nosotros

En el Evangelio, los sacerdotes y levitas, es decir los encargados del culto en el Templo de Jerusalén, que por su oficio se supone que estaban llamados a reconocer la presencia de Dios pero no fueron capaces de hacerlo, le preguntan a Juan el Bautista quién es -cuál es su misión-, y él les responde con una invitación a descubrir esa presencia salvadora en Jesús de Nazaret: “entre  ustedes hay uno a quien no conocen”.

Esta misma invitación llega hoy también a nosotros. ¿Realmente reconocemos su presencia? La respuesta a esta pregunta no será correcta si no sabemos descubrirlo en quienes Él nos dijo que estaría siempre: en los pobres, en los necesitados. Por eso, para celebrar auténticamente la Navidad, nuestra conducta debe mostrar que lo reconocemos no sólo en su vida terrena hace poco más de dos mil años, no sólo en la acción de su Espíritu Santo hoy a través de la Iglesia y los sacramentos, sino también y especialmente en las personas por las que Él mostró su preferencia: los rechazados, los marginados, los desposeídos, los excluidos, las víctimas de la injusticia y de la violencia. ¿Qué hemos hecho, qué estamos haciendo, qué podemos y debemos hacer por ellos?

 + 3.- Una invitación a disponernos para el encuentro definitivo con el Señor

Durante todo el Adviento, la preparación para celebrar la venida del Señor que se hizo presente en medio de la humanidad con el nacimiento de Jesús va unida a la expectativa de su llamada “segunda venida” o “venida gloriosa” al final de los tiempos. Tanto en el conjunto de las lecturas bíblicas, como en los “prefacios” o introducciones a la plegaria eucarística de la consagración del pan y del vino que se convierten para nosotros en el cuerpo y la sangre, en la vida del Señor que se hace presente en medio de nosotros para alimentarnos y hacernos comunidad con Él y entre nosotros, aparece durante este tiempo litúrgico la unión entre la conmemoración de la primera venida de Cristo en la humildad de nuestra carne y la esperanza activa en su venida gloriosa y definitiva, que para cada uno de nosotros sucederá cuando pasemos de este mundo a la eternidad.

Tal esperanza activa consiste precisamente en comportarnos de tal modo “que todo nuestro ser (…) se conserve sin mancha hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo”, como escribe san Pablo en la segunda lectura. Para ello es necesario, como dice también en el mismo texto bíblico el apóstol, orar sin cesar, no impedir la acción del Espíritu Santo, discernir para retener lo bueno y abstenerse de toda clase de mal. Revisemos entonces cómo estamos preparándonos para que el Señor llegue a nosotros en la celebración de la Navidad que ya se acerca, y para nuestro encuentro definitivo con Él al final de nuestra vida terrena.-

gperezsj@gmail.com

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domingo, 4 de diciembre de 2011

Domingo 2 de Adviento Ciclo "B" - 4 de Diciembre de 2011 -

1ª Lectura (Is 40, 1-5.9-11)

Lectura del libro del profeta Isaías
Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice nuestro Dios. Hablen al corazón de Jerusalén y díganle a gritos que ya terminó el tiempo de su servidumbre y que ya ha satisfecho por sus iniquidades, porque ya ha recibido de manos del Señor castigo doble por todos sus pecados". Una voz clama: "Preparen el camino del Señor en el desierto, construyan en el páramo una calzada para nuestro Dios. Que todo valle se eleve, que todo monte y colina se rebajen; que lo torcido se enderece y lo escabroso se allane. Entonces se revelará la gloria del Señor y todos los hombres la verán". Así ha hablado la boca del Señor. Sube a lo alto del monte, mensajero de buenas nuevas para Sión; alza con fuerza la voz, tú que anuncias noticias alegres a Jerusalén. Alza la voz y no temas; anuncia a los ciudadanos de Judá: Aquí está su Dios. Aquí llega el Señor, lleno de poder, el que con su brazo lo domina todo. El premio de su victoria lo acompaña y sus trofeos lo anteceden. Como pastor apacentara su rebaño; llevará en sus brazos a los corderitos recién nacidos y atenderá solícito a sus madres". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (84)

R. Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos al Salvador.
L. Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. Está ya cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra. /R.
L. La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron; la fidelidad brotó en la tierra y la justicia vino del cielo. /R.
L. Cuando el Señor nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. La justicia le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas. /R.

2ª Lectura (2Pe 3, 8-14)

Lectura de la Segunda Carta del Apóstol san Pedro
Queridos hermanos: No olviden que para el Señor, un día es como mil años y mil años, como un día. No es que el Señor se tarde, como algunos suponen, en cumplir su promesa, sino que les tiene a ustedes mucha paciencia, pues no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan. El día del Señor llegará como los ladrones. Entonces los cielos desaparecerán con gran estrépito, los elementos serán destruidos por el fuego y perecerá la tierra con todo lo que hay en ella. Puesto que todo va a ser destruido, piensen con cuánta santidad y entrega deben vivir ustedes esperando y apresurando el advenimiento del día del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos. Pero nosotros confiamos en la promesa del Señor y esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en que habite la justicia. Por tanto, queridos hermanos, apoyados en esta esperanza, pongan todo su empeño en que el Señor los halle en paz con El, sin mancha ni reproche. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Lc 3,4.6)

R. Aleluya, aleluya.- Preparen el camino del Señor, hagan rectos sus senderos, y todos los hombres verán al Salvador. R. Aleluya.

Evangelio (Mc 1, 1-8)

Lectura del santo Evangelio según san Marcos
A. Gloria a ti, Señor.
Este es el principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. En el libro del profeta Isaías está escrito: He aquí que Yo envío a mi mensajero delante de ti, a preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: "Preparen el camino del Señor, enderecen sus senderos". En cumplimiento de esto, apareció en el desierto Juan el Bautista predicando un bautismo de arrepentimiento, para el perdón de los pecados. A él acudían de toda la comarca de Judea y muchos habitantes de Jerusalén reconocían sus pecados y é1 los bautizaba en el Jordán. Juan usaba un vestido de pelo de camello, ceñido con un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Proclamaba: "Ya viene detrás de mi uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de sus sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero E1 los bautizara con el Espíritu Santo". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.

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Pistas para la Homilía, por Jorge Humberto Peláez S.J., ADVIENTO – DOMINGO II B (4-diciembre-2011)

 + 1. Lecturas:
  - a. Profeta Isaías 40, 1-5. 9-11
  - b. II Carta de san Pedro 3, 8-14
  - c. Marcos 1, 1-8

 + 2. La figura recia de Juan Bautista es el centro de todas las miradas en este II domingo de Adviento. Él es la super – estrella que domina la escena. ¿En qué radica la fascinación que ejerce el Precursor? Juan Bautista anuncia, a Israel y al mundo, que se ha hecho realidad la esperanza anunciada con siglos de anticipación. Esta esperanza es Jesús de Nazaret, que cumple la misión que le fue asignada por el Padre, en un momento particular de la historia y en un lugar casi desconocido de la geografía.

 + 3. Como la lógica dentro de la cual se realiza el plan de salvación es diferente de la lógica que mueve los procesos humanos, este anuncio no va precedido del resonar de trompetas sino que es proclamado en el desierto por un hombre vestido de manera muy singular.

 + 4. Recordemos que Juan Bautista es hijo de Isabel, prima de la Virgen María. Esto quiere decir que Juan era pariente muy cercano del Mesías. A pesar de estar tan bien relacionado, Juan jamás hizo alarde de sus vínculos familiares. Todo lo contrario; sus palabras expresan hondos sentimientos de humildad. El evangelista Marcos pone en sus labios palabras muy impactantes: “Ya viene detrás de mí uno que es más poderoso que yo, uno ante quien no merezco ni siquiera inclinarme para desatarle la correa de las sandalias”. Juan Bautista no busca protagonismo ni hace alarde de sus vínculos familiares tan especiales.

 + 5. Analizando el comportamiento de Juan Bautista, descubrimos un estilo muy particular de anunciar la Palabra de Dios. A partir de sus intervenciones podemos construir un “modelo” pastoral que sirve de inspiración a la actividad evangelizadora de la Iglesia. ¿Cuáles son los rasgos principales de este modelo de acción pastoral?

 + 6. El primer rasgo se refiere al contenido: Juan Bautista anuncia la persona de Jesús; el Mesías anunciado por los profetas ya está presente en medio de su pueblo. La Iglesia Apostólica comprendió, con absoluta claridad, que Jesús Resucitado era el contenido esencial de su predicación:
  - a. Así como Juan Bautista preparó el camino para que sus contemporáneos se abrieran a la salvación que estaba presente en medio de ellos, también nosotros debemos estar al servicio de este encuentro entre Jesús Resucitado y la comunidad.
  - b. La misión que se nos ha confiado es facilitar la experiencia religiosa que permite descubrir la presencia de Dios en todos los momentos de la vida. No hemos sido llamados a divulgar teorías sicológicas o sociológicas o teológicas. El centro del anuncio debe ser la persona de Jesús. Así lo comprendió Juan Bautista y así lo viene haciendo la acción evangelizadora de la Iglesia a lo largo de los siglos.

 + 7. El segundo rasgo del modelo evangelizador de Juan Bautista es su clara conciencia de ser instrumento en manos de Dios. Lo que realmente importa es la acción de Dios en cada uno. Los catequistas y evangelizadores somos simples sembradores de la semilla de la Palabra de Dios en la mente y en el corazón de las personas. El éxito de esta siembra no depende de nuestros esfuerzos sino de la acción de la gracia. El ministerio apostólico de Juan se llevó a cabo dentro de esta convicción.

 + 8. El tercer rasgo del modelo evangelizador de Juan Bautista es su invitación a la conversión, su exhortación para que la gente reconociera sus pecados y reorientara su vida. Sus interpelaciones eran muy directas pero jamás imponía. El anuncio del Reino de Dios se dirige a la libertad sin imposiciones y sin chantajes emotivos. Es importante tener claridad a este respecto, pues en la TV aparecen ciertos predicadores que usan la Palabra de Dios como un objeto que mercadean, y así Jesús se convierte en un producto más de consumo masivo, que genera abultadas ganancias a estos predicadores. Anunciemos con entusiasmo la Palabra de Dios, invitemos para que sea acogida, pero jamás hagamos de la fe un fenómeno de sicología de masas. La acción de Dios se da de manera silenciosa en lo profundo del corazón…

 + 9. El cuarto rasgo del modelo evangelizador de Juan Bautista es el testimonio que respalda sus palabras. En él había una total armonía entre lo que decía y lo que hacía. Recordemos que el ejemplo es la mejor enseñanza.

 + 10. Es hora de concluir nuestra meditación dominical. Juan Bautista ilumina con su presencia la liturgia de este II domingo de Adviento. El texto del evangelio que hemos escuchado y meditado nos ofrece elementos muy inspiradores para el trabajo evangelizador, que debe estar centrado en la persona de Jesús y no en el debate de teorías y opiniones; somos simples instrumentos en manos de Dios y facilitadores de los procesos espirituales; nuestro anuncio debe ser un llamado a la libertad evitando cualquier tipo de presión; y, a imitación de Juan Bautista, tengamos presente que el testimonio es la enseñanza más elocuente.

jpelaez@javerianacali.edu.co

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