domingo, 29 de abril de 2012

Domingo 4 del Tiempo de Pascua Ciclo "B" - 29 de Abril de 2012 -

1ª Lectura (He 4, 8-12)


Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
En aquellos días, Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: "Jefes del pueblo y Ancianos: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a un hombre enfermo, para saber cómo fue curado, sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: Este hombre ha quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Este mismo Jesús es la Piedra que ustedes, los constructores, han desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede salvarnos, pues en la tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido como Salvador nuestro". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (117)

R. La piedra que desecharon los constructores es ahora la piedra angular. -Aleluya.
L. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Más vale refugiarse en el Señor, que poner en los hombres la confianza; más vale refugiarse en el Señor, que buscar con los fuertes una alianza. /R.
L. Te doy gracias, Señor, pues me escuchaste y fuiste para mí la salvación. La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. /R.
L. Bendito el que viene en nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Tú eres mi Dios, y te doy gracias. Tú eres mi Dios, y yo te alabo. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. /R.

2ª Lectura (1Jn 3, 1-2)

Lectura de la Primera Carta del apóstol San Juan
Queridos hijos: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos. Si el mundo no nos reconoce, es porque tampoco lo ha reconocido a El. Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando El se manifieste, vamos a ser semejantes a El, porque lo veremos tal cual es. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Juan 10, 14)

R. Aleluya, aleluya.- Yo soy el Buen Pastor, dice el Señor; Yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. R. Aleluya.

Evangelio (Jn 10, 11-18)


Lectura del santo Evangelio según san Juan
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los Fariseos: "Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da la vida por sus ovejas. En cambio, el asalariado, el que no es el pastor ni el dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; el lobo se arroja sobre ellas y las dispersa, porque a un asalariado no le importan las ovejas. Yo soy el Buen Pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a Mí, así como el Padre me conoce a Mí y Yo conozco al Padre. Yo doy la vida por mis ovejas. Tengo además otras ovejas que no son de este redil y es necesario que las traiga también a ellas; escucharán mi voz y habrá un solo rebaño y un solo Pastor. El Padre me ama porque doy mi vida para volverla a tomar. Nadie me la quita; Yo la doy porque quiero. Tengo poder para darla y lo tengo también para volverla a tomar. Este es el mandato que he recibido de mi Padre". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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Encuentros con la Palabra, por Hermann Rodríguez Osorio, S.J., Domingo IV de Pascua – Ciclo B (Juan 10, 11-18) – 29 de abril de 2012

“Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia voluntad”

“Noche de luna llena en el desierto Samburu. Las Ilakir de Enkai (en lengua samburu, las estrellas que son los ojos de Dios) se han escondido. ¡Bienvenida la Hermana muerte! La fiebre me sube intensamente. No hay posibilidad de ir hasta el hospital de Wamba... Como de costumbre nuestro Toyota está dañado. Siento una intensidad grande, alegre ante la muerte. He vivido apasionada-mente el amor por la humanidad y por el proyecto de Jesús... Muero plenamente feliz... Cometí errores, hice sufrir personas... ¡Espero su perdón! Qué bueno morir como los más pobres y marginados... sin posibilidad de llegar al hospital... Qué bueno que nadie siga muriendo así. ¡Ojalá ustedes se comprometan a esto! ¡Un abrazo intenso de amor para todos y para todas!”

Estas fueron las últimas palabras que escribió, de su puño y letra, el P. Carlos Alberto Calderón, sacerdote de la Arquidiócesis de Medellín, que se fue de misionero a Kenya a fines de 1994. Alcanzó a estar entre los Samburus, cerca de Barsaloi, algo más de un año. Después de unos meses de aprendizaje de la lengua, el kisamburu, y de acercamiento a esta nueva cultura que lo esperaba a sus 46 años de edad, cayó enfermo el 28 de febrero de 1996; esa noche escribió la carta de despedida que está más arriba. La fiebre le llegó a 39 grados. Dos días después fue trasladado a Wamba para ser atendido de una malaria cerebral. Ese mismo día la fiebre le subió a 42.2 grados y entró en coma. Al día siguiente, lo llevaron en una avioneta hasta Nairobi para tratarlo en una unidad de cuidados intensivos, pero el daño ya estaba hecho... Le detectaron una lesión cerebral muy severa. El lunes 25 de marzo, después de un común acuerdo para respetar el derecho a morir dignamente que Carlos Alberto había firmado y siempre había defendido, la familia le exige al médico que le desconecte todos los aparatos y no le prolongue artificialmente la vida. Así duró varios días más, debatiéndose entre la vida y la muerte. Por fin, el 5 de abril, Viernes Santo aquel año, nació definitivamente para la vida eterna, dejando entre sus familiares, amigos y conocidos, un testimonio transparente de entrega a Dios y a su pueblo.

Es curioso que en su última carta común, enviada a sus familiares y amigos en diciembre de 1995, decía: “De Nairobi, la capital de Kenya, estamos a 550 kms. (...) por carretera destapada en pésimo estado (...). A 85 kms. está Wamba, un pequeño casería Samburu en donde un grupo italiano de solidaridad, en unión con la diócesis de Marsabit, construyó hace más de 20 años un gran hospital (...). Este hospital es un verdadero milagro de la solidaridad, aquella a la que algún escritor latinoamericano llamara ‘La ternura de los pueblos’. Si no fuera por este hospital, muchísima gente habría muerto y la población Samburu estaría diezmada, pues esta es una zona con alto riesgo de enfermedades como la Malaria, el polio, la tuberculosis, el paludismo cerebral, etc., y la asistencia en salud por parte del gobierno es pésima (...). Es precisamente en este hospital de Wamba a donde nosotros trasladamos los enfermos graves en el carro de la misión, casi el único vehículo que circula por estos lados. Allí también tenemos asistencia gratuita todos los sacerdotes, religiosas y laicos que trabajamos en la diócesis de Marsabit; les contamos esto para que se tranquilicen, pues ante algún eventual problema de salud podemos acudir a este hospital”.

Pienso en Carlos Alberto cuando leo este texto evangélico sobre el Buen Pastor: “El buen pastor da su vida por sus ovejas (...). Así como mi Padre me conoce a mí y yo conozco a mi Padre, así también yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí. (...). El Padre me ama porque yo doy mi vida para volverla a recibir. Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia voluntad”. Carlos Alberto Calderón entregó su vida generosa y totalmente en la misión entre los Samburu en Kenya. Seguir al Buen Pastor es entregar la vida allí donde nos ha tocado vivir o donde Él nos envíe en misión... Porque, en último término, como dice un cantautor latinoamericano: “La vida no vale nada, si no es para perecer, porque otros puedan tener, lo que uno disfruta y ama...”.


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domingo, 22 de abril de 2012

Domingo 3 del Tiempo de Pascua Ciclo "B" - 22 de Abril de 2012 -

1ª Lectura (He 3, 13-15.17-19)

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles

En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo, Jesús, a quien ustedes entregaron a Pilato, y a quien rechazaron en su presencia, cuando él ya había decidido ponerlo en libertad. Rechazaron al Santo, al Justo, y pidieron el indulto de un asesino; han dado muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello nosotros somos testigos. Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de la misma manera que sus jefes, pero Dios cumplió así lo que había predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer. Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse para que se les perdonen sus pecados". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (4)

R. En ti, confío Señor. Aleluya.
L. Tú que conoces lo justo de mi causa, Señor, responde a mi clamor. Tú que me has sacado con bien de mis angustias, apiádate y escucha mi oración. /R.
L. Admirable en bondad ha sido el Señor para conmigo y siempre que lo invoco me ha escuchado, por eso en El confío. /R.
L. En paz, Señor, me acuesto y duermo en paz, pues sólo Tú, Señor, eres mi tranquilidad. /R.

2ª Lectura (1ª Juan 2, 1-5)

Lectura de la Primera Carta del apóstol San Juan

Hijitos míos: Les escribo esto para que no pequen. Pero, si alguien peca, tenemos un abogado ante el Padre; es Jesucristo, el Justo. El es la Víctima por nuestros pecados y no sólo por los nuestros, sino por los del mundo entero. Miren en qué tenemos una prueba de que conocemos a Dios: en que cumplimos sus mandamientos. Quien dice: "Yo lo conozco", pero no cumple sus mandamientos, es un mentiroso y la Verdad no está en él. Pero aquel que cumple su palabra, ese ama perfectamente a Dios y precisamente en esto conocemos que estamos unidos a El, en que cumplimos sus mandamientos. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Lc 24, 32)

R. Aleluya, aleluya.- Señor Jesús, haz que comprendamos la Sagrada Escritura. Enciende nuestro corazón mientras nos hablas. R. Aleluya.

Evangelio (Lucas 24, 35-48)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas
A. Gloria a ti, Señor.
Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los Apóstoles, les contaron lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: "No teman, soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies. Soy Yo en persona. Tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo Yo". Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: "¿Tienen aquí algo de comer?" Le ofrecieron un trozo de pescado asado; El lo tomó y se puso a comer delante de ellos. Después les dijo: "Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba Yo cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de Mí en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos". Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: "Esto estaba escrito: los sufrimientos de Cristo, su resurrección de entre los muertos al tercer día y la predicación que ha de hacerse en su Nombre a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, invitándolas a que se conviertan y sean perdonadas de sus pecados. Ustedes son testigos de todo esto". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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Pistas para la Homilía, por Jorge Humberto Peláez S.J., PASCUA – DOMINGO III B (22-abril-2012)

 + 1. Lecturas:
  - a. Hechos de los Apóstoles 3, 13-15. 17-19
  - b. I Carta de san Juan 2, 1-5
  - c. Lucas 24, 35-48

 + 2. El texto del evangelista Lucas, que la liturgia propone a nuestra consideración este domingo, no solo es de un gran valor teológico sino que, además, de alguna manera refleja las dudas y perplejidades que experimentamos hoy en el camino de la fe.

 + 3. Reconstruyamos el momento que viven los Apóstoles: Están reunidos y escuchan con gran atención la experiencia vivida por dos miembros de la comunidad que se dirigían de Jerusalén a Emaús; mientras estos dos amigos compartían el dolor que los embargaba por la pasión y muerte de su Maestro, un viajero se les unió, y empezaron a conversar sobre los acontecimientos recientes; descubrieron la verdadera identidad del compañero del viaje cuando se sentaron a compartir el pan.

 + 4. Ciertamente, los Apóstoles habían escuchado diversos testimonios que proclamaban que el Señor estaba vivo, habiendo superado el abismo de la muerte. Pero había sido tan desgarradora la pasión y muerte del Señor, que no lograban digerir este anuncio de su resurrección.

 + 5. Ubicados nosotros respecto al momento espiritual y afectivo que viven los Apóstoles, los invito a penetrar en el contenido mismo del relato: en primer lugar, tratemos de explorar el proceso que viven; y, en segundo lugar, veamos la pedagogía que utilizó el Resucitado para confirmarlos en la fe.

 + 6. ¿Qué están sintiendo los Apóstoles?
  - a. El evangelista Lucas no disimula los sentimientos de sus colegas; con realismo afirma que “ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma”. Lo que habían vivido durante la última semana los ha dejado destruidos. Por eso es natural que estén desconcertados y atemorizados; por eso creen estar viendo un fantasma.
  - b. El Señor Resucitado lee lo más íntimo de sus corazones, y les pregunta: “¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior?”
  - c. No imaginemos a los Apóstoles como unos super-héroes, con unos rasgos de personalidad que los hacían diferentes de los demás hombres. Eran seres humanos como nosotros; con sus momentos de generosidad y también con sus pequeños egoísmos; que habían vibrado de entusiasmo oyendo al Maestro, pero con los temores e inseguridades que son inherentes a la condición humana.
  - d. Una de las dinámicas más hermosas que registran los evangelistas es el proceso de maduración en la fe de los hombres y mujeres que se fueron agrupando alrededor del Maestro. En ese camino de la fe, con todas sus inestabilidades, Pentecostés señala el punto de no retorno; la presencia del Espíritu Santo en la comunidad les da la claridad para leer en la fe la Pascua del Señor y les da la gracia para asumir la descomunal tarea de proclamar la Buena Noticia del Señor Resucitado a todas las naciones.

 + 7. Los Apóstoles son agitados por las dudas, los interrogantes, los temores… Tomemos conciencia de que la duda es un componente de la naturaleza humana, pues caminamos en el claroscuro de las pequeñas verdades, de los conocimientos limitados, de las hipótesis que son superadas, de los aprendizajes por ensayo y error… Las dudas se expresan en forma de preguntas; y éstas nos motivan a buscar nuevas respuestas, a revisar la fundamentación de nuestros juicios de valor. Así, pues, las dudas son oportunidades de crecimiento en la conquista, siempre incompleta, de la verdad. Procuremos tener abierta la mente y el corazón, superando la tentación de aferrarnos a pequeñas y aparentes seguridades.

 + 8. Después de esta rápida exploración de los sentimientos de los Apóstoles, veamos la pedagogía que utiliza el Señor Resucitado:
  - a. Lo primero que llama la atención es su saludo: “La paz esté con ustedes”. Este saludo acompaña todas las apariciones del Señor; es su gran regalo. Su presencia en medio de la comunidad apacigua las aguas turbulentas de las incertidumbres, arroja luz en medio de la oscuridad y muestra el horizonte hacia el cual avanzar. No hay que interpretar la paz que anuncia el Resucitado como un anestésico bajo cuya acción desaparecen los dolores de la existencia. No; las dificultades subsisten, pero la presencia del Resucitado nos da el coraje para asumirlas sabiendo que el Señor está junto a nosotros.
  - b. Después de saludarlos, les confirma su identidad; no es un fantasma ni una ilusión de la mente. “Miren mis manos y mis pies. Soy yo en persona”. Es el mismo Señor, cuyas palabras y acciones milagrosas tanto los impactaron. Ahora bien, su resurrección ha sido totalmente diferente de la de Lázaro o la del hijo de la viuda de Naín, quienes regresaron a esta vida para después volver a morir. El Señor Resucitado no ha regresado a las coordenadas espacio-temporales, sino que vive eternamente junto al Padre, y ha sido constituido Señor del universo.
  - c. ¿Qué efecto tuvo esta experiencia sobre los Apóstoles? Nos dice el evangelista Lucas: “Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras”. Así, pues, iluminados por la gracia comprendieron el sentido de todo lo que había ocurrido y tuvieran la perspectiva del plan de salvación, superando así la miope lectura humana de la vida, pasión, muerte y resurrección del Señor.

 + 9. La lectura de este texto evangélico nos hace sentir cerca de los Apóstoles, pues también nosotros navegamos en un océano de dudas e incertidumbres. Pidamos al Señor Resucitado que la paz pascual se instale en nuestro corazón, que fortalezca nuestra fe y que confiemos en su presencia salvadora en medio de su Iglesia.


jpelaez@javerianacali.edu.co
 
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domingo, 15 de abril de 2012

Fiesta de la Divina Misericordia Ciclo "B" - Tiempo de Pascua - 15 de Abril de 2012 -

1ª Lectura (Hec 4, 32-35)

Lectura libro de los Hechos de los Apóstoles
La multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y una sola alma; todo lo poseían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía. Con grandes muestras de poder, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús y todos gozaban de gran estimación entre el pueblo. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o casas, los vendían, llevaban el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, y luego se distribuía según lo necesitaba cada uno. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (117)

R. La misericordia del Señor es eterna. Aleluya
L. Diga la casa de Israel : " Su misericordia es eterna". Diga la casa de Aarón: " Su misericordia es eterna". Digan los que temen al Señor: "Su misericordia es eterna". /R.
L. La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. Me castigó, me castigó el Señor; pero no me abandonó a la muerte. /R.
L. La piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y gozo. /R.

2ª Lectura (Jn 5, 1-6)

Lectura de la Primera Carta del apóstol San Juan
Queridos hermanos: Todo el que cree que Jesús es el Mesías, ha nacido de Dios. Todo el que ama a un padre, ama también a los hijos de éste. Conocemos que amamos a los hijos de Dios, en que amamos a Dios y cumplimos sus mandamientos, pues el amor de Dios consiste en que cumplamos sus preceptos. Y sus mandamientos no son pesados, porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo. Y nuestra fe es la que nos ha dado la victoria sobre el mundo. Porque ¿Quién es el que vence al mundo? Sólo el que cree que Jesús es el Hijo de Dios. Jesucristo es el que se manifestó por medio del agua y de la sangre; el vino, no sólo con agua, sino con agua y con sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Jn 20, 29)

R. Aleluya, aleluya.- Tomás, tú crees porque me has visto. Dichosos lo que creen sin haberme visto, dice el Señor. R. Aleluya.

Evangelio (Jn 20, 19-31)

Lectura del santo Evangelio según san Juan
A. Gloria a ti, Señor.
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes." Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío Yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban al Espíritu Santo, a los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”. Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor." Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré." Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes. ‘‘ Luego le dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree. "Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto." Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritas en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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Pistas para la Homilía, por Jorge Humberto Peláez S.J., PASCUA – DOMINGO II B (15-abril-2012)

 + 1. Lecturas:
  - a. Hechos de los Apóstoles 4, 32-35
  - b. I Carta de san Juan 5, 1-6
  - c. Juan 20, 19-31

 + 2. Durante la Pascua, la liturgia propone a nuestra consideración experiencias diversas sobre el Señor resucitado vividas por la comunidad apostólica. Así como Yahvé manifestó su plan de salvación al pueblo de su elección, el Señor resucitado se manifiesta a sus discípulos para confirmarlos en la fe y confiarles una misión. La comunidad es el lugar donde se manifiesta el Señor y en ella comunica su gracia.

 + 3. En la liturgia de este II Domingo de Pascua, hay un texto que llama poderosamente la atención; es la descripción que el libro de los Hechos de los Apóstoles hace sobre la comunidad de bienes: “La multitud de los que habían creído tenía un solo corazón y una sola alma: todo lo poseían en común y nadie consideraba suyo nada de lo que tenía. Ninguno pasaba necesidad, pues los que poseían terrenos o casas los vendían, llevaban el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, y luego se distribuía según lo que necesitaba cada uno”. Nos impresiona este relato, pues contrasta con la forma como muchos buscan exclusivamente su lucro personal y no tiene ninguna sensibilidad frente al bien común. Los invito, pues, a reflexionar sobre el significado de la solidaridad, que era un rasgo distintivo de la primera comunidad cristiana.

 + 4. ¿Por qué se comportaban de esta manera los primeros seguidores del Resucitado? Para ellos, la fe no consistía en el cumplimiento de unos ritos sino en la respuesta confiada al Señor, quien había tenido la máxima expresión de amor al dar su propia vida para que todos tuvieran Vida en abundancia. La revelación definitiva de la solidaridad de Dios con el hombre se manifestó en la Encarnación y en la Pascua de Jesucristo. La comunidad apostólica entiende que su respuesta al Dios solidario que se revela en Jesucristo es la solidaridad con los hermanos.

 + 5. Ahora bien, para que la solidaridad no sea un discurso vacío, debe concretarse en acciones de justicia y de caridad:
  - a. En primer lugar, la solidaridad con los hermanos empieza por el reconocimiento de sus derechos y la creación de las condiciones para que pueda llevar una vida digna.
  - b. En segundo lugar, la solidaridad del creyente va más allá de la defensa y promoción de los derechos humanos para explorar las necesidades más profundas del corazón animando, consolando, acompañando; la solidaridad del creyente desborda el ámbito de la justicia y se manifiesta como amor, ternura y don.
  - c. La comunidad apostólica, que había escuchado embelesada los relatos de los testigos directos de Jesús y que había meditado sus enseñanzas cuando se reunía para la fracción del pan, sabía que su misión de anunciar la Buena Noticia del Resucitado se cumplía cuando el mandamiento nuevo, comunicado en la Cena de despedida por el Señor a sus apóstoles, se traducía en acciones concretas.

 + 6. Cuando uno revisa la historia de la Iglesia, descubre cómo la comunidad de los fieles ha respondido, en la práctica, a los desafíos propios de la solidaridad en cada momento histórico: durante las persecuciones, confortando la fe de los que vacilaban; en las guerras, curando a los heridos y atendiendo a las viudas y a los huérfanos; durante las epidemias, sirviendo a los enfermos y enterrando a los difuntos; en las crisis económicas, alimentando a los que carecían de empleo. Por eso cada época debe hacer una lectura muy cuidadosa del entorno social y preguntarse qué significa, aquí y ahora, ser solidaria, y cuáles son los clamores concretos de los hermanos en términos de justicia y de caridad.

 + 7. En un mundo en el que los medios de comunicación nos permiten conocer, en vivo y en directo, los sufrimientos de la humanidad por causa de los terremotos, tsunamis, bombardeos, hambrunas, desplazamiento forzado de poblaciones, la solidaridad se abre a nuevos escenarios. Para poder cubrir las crecientes necesidades de un mundo globalizado, la comunidad internacional ha desarrollado eficientes organizaciones; pensemos, por ejemplo en la Cruz Roja, Médicos sin Fronteras, Cáritas Internacional, etc. La lista es interminable.

 + 8. Que este II Domingo de Pascua nos sintamos inspirados por el testimonio de solidaridad vivido por la primera comunidad apostólica; la fe de los discípulos de Jesucristo pasa por el compromiso que genera acciones de justicia y amor con los que padecen algún tipo de necesidad.


jpelaez@javerianacali.edu.co


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domingo, 8 de abril de 2012

Domingo de Pascua de Resurrección Ciclo "B" 8 de Abril de 2012

1ª Lectura (He 10, 34. 37-4)

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con El. Nosotros somos testigos de cuanto El hizo en Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de la cruz, pero Dios lo resucitó al tercer día y concedió verlo, no a todo el pueblo, sino únicamente a los testigos que El, de antemano, había escogido: a nosotros, que hemos comido y bebido con El después de que resucitó de entre los muertos. Él nos mandó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido juez de vivos y muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que cuantos creen en El, reciben, por su medio, el perdón de los pecados". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (117)

R. Este es el día del triunfo del Señor
L. Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: "Su misericordia es eterna". /R.
L. La diestra del Señor es poderosa, la diestra del Señor es nuestro orgullo. No moriré, continuaré viviendo para contar lo que el Señor ha hecho. /R.
L. La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro patente. /R.

2ª Lectura (Col 3, 1-4)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los colosenses
Hermanos: Puesto que ustedes han resucitado con Cristo, busquen los bienes de arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios. Pongan todo el corazón en los bienes del cielo, no en los de la tierra, porque han muerto y su vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando se manifieste Cristo, vida de ustedes, entonces también ustedes se manifestarán gloriosos, juntamente con El. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Secuencia

+ Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza a gloria de la víctima propicia de la Pascua.
+ Cordero sin pecado, que a las ovejas salva, a Dios y a los culpables unió con nueva alianza.
+ Lucharon vida y muerte en singular batalla, y, muerto el que es la vida, triunfante se levanta.
+ "¿Qué has visto de camino, María, en la mañana?" "A mí Señor glorioso, la tumba abandonada, los ángeles testigos, sudarios y mortaja. ¡Resucitó de veras mi amor y mi esperanza! Venida Galilea, allí el Señor aguarda; allí veréis los suyos la gloria de la Pascua".
+ Primicia de los muertos, sabemos por tu gracia que estás resucitado; la muerte en ti no manda.
+ Rey vencedor, apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa.

Aclamación antes del Evangelio (1a Co 5, 7-8)

R. Aleluya, aleluya.- Cristo, nuestro cordero pascual, ha sido inmolado; celebremos, pues, la Pascua. R. Aleluya.

Evangelio (Jn 20, 1-9)

Lectura del santo Evangelio según San Juan
A. Gloria a ti, Señor.
El primer día después del sábado, estando todavía oscuro, fue María Magdalena al sepulcro y vio removida la piedra que lo cerraba. Echó a correr, llegó a la casa donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo habrán puesto”. Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó primero al sepulcro, e inclinándose, miró los lienzos puestos en el suelo, pero no entró. En eso, llegó también Simón Pedro, que lo venía siguiendo, y entró en el sepulcro. Contempló los lienzos puestos en el suelo y el sudario, que había estado sobre la cabeza de Jesús, puesto no con los lienzos en el suelo, sino doblado en sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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El Mensaje del Domingo , por Gabriel Jaime Pérez, S.J., Domingo de Resurrección, Ciclo B – Abril 8 de 2012

La Pascua, el paso de la muerte a la vida, el acontecimiento de la Resurrección de Jesucristo es la más importante de todas las celebraciones de nuestra fe. Comienza en la noche del Sábado Santo con la Vigilia Pascual, que a su vez se inicia con el rito del encendimiento del Cirio Pascual que representa a Jesús resucitado, luz del mundo, principio y fin de la historia -“Alfa y Omega”, la primera y la última letras del alfabeto griego-, prosigue con la bendición del agua que evoca el sacramento del Bautismo por el cual hemos renacido a una vida nueva en Cristo, y culmina con la Eucaristía en la cual se   manifiesta la presencia real del Señor que nos alimenta espiritualmente con su vida resucitada. En la reflexión de este Domingo de Resurrección me referiré a las lecturas bíblicas de la Misa del Día: Hechos de los Apóstoles 10, 34-43, Carta de San Pablo a los Colosenses 3, 1-4 y Evangelio según san Juan 20, 1-9.

 + 1. Los discípulos de Jesús encuentran el sepulcro vacío 

Lo primero que experimentan los discípulos de Jesús después de su muerte es que no está allí donde han ido a buscar su cuerpo. “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto”, dice María Magdalena. En todos los relatos relacionados con la resurrección de Cristo en los cuatro Evangelios, lo primero que se presenta es la experiencia del sepulcro vacío, y a su vez son las mujeres las primeras en notar este hecho, verificado luego por los demás discípulos. Ellas eran las que se habían encargado de embalsamar el cuerpo de Jesús, y no habían alcanzado a terminar su labor en la tarde del viernes por haber comenzado desde las seis el descanso sabático.

El mensaje del sepulcro vacío consiste en una invitación a no buscar al Señor en la tumba, es decir, en el lugar destinado a los muertos, pues no está allí. Sólo se le puede encontrar en otra dimensión distinta de la física o material, y esto es precisamente lo que constituye el sentido de la fe de los primeros discípulos, expresada en la frase sugestiva del relato de Juan, “el otro discípulo” que, después de María Magdalena, llegó con Simón Pedro al sepulcro: “vio… y creyó”. ¿Qué vio? Un sudario, unas vendas y el sepulcro vacío. ¿Qué creyó? Lo que Jesús ya les había anunciado antes de su muerte: que iba a resucitar.

 + 2. Jesucristo resucitado se manifiesta a sus discípulos 

En la primera lectura, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles que fue escrito por el mismo evangelista en el que hallamos la pregunta “¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?” (Lucas 24, 5b), el discurso de Simón Pedro nos remite a la experiencia que tuvieron los primeros discípulos, ya no del sepulcro vacío, sino de la presencia resucitada de Jesús: “Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se nos apareciera a nosotros”.

Esta experiencia se da especialmente en la celebración de la Eucaristía: “Nosotros comimos y bebimos con Él después de su resurrección”. Cuando los primeros discípulos de Jesús se reúnen para compartir el pan y el vino en memoria suya, experimentan su presencia resucitada, distinta de la física anterior a su muerte. Es una presencia espiritual que corresponde a una dimensión trascendente. Si bien la experiencia pascual de aquellos primeros discípulos tuvo unas características especiales, algo similar ocurre para nosotros cuando celebramos la Eucaristía: Jesucristo resucitado se hace presente en el sacramento de su cuerpo y sangre gloriosos, con el cual Él mismo nos alimenta espiritualmente.

 + 3. La resurrección de Cristo, prenda de nuestra resurrección futura 

Los primeros cristianos vivieron el anuncio pascual de la resurrección de Jesucristo como el contenido central de la Buena Noticia que desde entonces comenzó a difundirse: Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios hecho hombre, el Mesías, el Cristo –es decir, el Ungido o consagrado por Dios Padre para realizar su designio de salvación en favor de toda la humanidad-, ha resucitado y está vivo, con una vida nueva que pertenece al orden de lo espiritual, y como Señor del universo ha querido hacernos partícipes de su resurrección de modo que también nosotros vivamos y seamos eternamente felices

Esta Buena Noticia constituye para nosotros una invitación a no quedarnos en lo terreno, que es transitorio. Tal es el sentido de la exhortación que hace san Pablo en la segunda lectura, tomada de su carta a los Colosenses, a poner la mirada en las realidades eternas, que son las de arriba, -teniendo en cuenta que la oposición arriba/abajo es una forma simbólica de hablar de la superioridad de lo espiritual sobre lo material, de lo eterno sobre lo efímero-.

Vivamos entonces con gozo esta celebración pascual de la resurrección de Cristo, prenda de nuestra resurrección futura. Vivámosla con una alegría que manifieste nuestra fe y nuestra esperanza en que, a pesar de las experiencias dolorosas de violencia y destrucción que ensombrecen nuestra existencia y constituyen para muchos un motivo de pesimismo y desilusión, finalmente la vida triunfará sobre la muerte, la luz sobre la oscuridad, el bien sobre el mal, porque creemos y esperamos en un Dios que se hizo humano, padeció y murió en la cruz para resucitar y hacernos partícipes de su felicidad eterna, una felicidad que puede empezar para cada uno de nosotros desde ahora mismo, en la medida en que nos abramos a la acción renovadora de su Espíritu Santo.-


 gperezsj@gmail.com 


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domingo, 1 de abril de 2012

Domingo de RAMOS Ciclo "B" - 1º de Abril de 2012 -

1ª Lectura (Is 50, 4-7)

Lectura del libro del profeta Isaías
En aquel entonces, dijo Isaías: "El Señor me ha dado una lengua experta, para que pueda confortar al abatido con palabras de aliento. Mañana tras mañana, el Señor despierta mi oído, para que escuche yo, como discípulo. El Señor Dios me ha hecho oír sus palabras y yo no he opuesto resistencia ni me he echado para atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que me tiraban de la barba. No aparté mi rostro de los insultos y salivazos. Pero el Señor me ayuda, por eso no quedaré confundido, por eso endurecí mi rostro como roca y sé que no quedaré avergonzado". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (21)


R. Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
L. Todos los que me ven, de mí se burlan; me hacen gestos y dicen: "Confiaba en el Señor, pues que él lo salve; si de veras lo ama, que lo libre". /R.
L. Los malvados me cercan por doquiera como rabiosos perros, Mis manos y mis pies han taladrado y se pueden contar todos mis huesos. /R.
L. Reparten entre sí mis vestiduras y se juegan mi túnica a los dados. Señor, auxilio mío, ven y ayúdame, no te quedes de mí tan alejado. /R.
L.Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré. Fieles del Señor, alábenlo; glorifícalo, linaje de Jacob; témelo, estirpe de Israel. /R.

2ª Lectura (Flp 2, 6-11)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los filipenses
Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre, para que, al Nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Filp 2, 8-9)

R.- Honor y gloria a ti, Señor Jesús.
Cristo se humilló por nosotros y por obediencia aceptó incluso la muerte y una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre . R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Evangelio (Mc 14, 1--15, 47)

Lectura del santo Evangelio según san Marcos
A. Gloria a ti, Señor.
C. Faltaban dos días para la fiesta de pascua y de los panes Azimos. Los sumos sacerdotes y los escribas andaban buscando una manera de apresar a Jesús a traición y darle muerte, pero decían: S. "No durante las fiestas, porque el pueblo podría amotinarse".
C. Estando Jesús sentado a la mesa, en casa de Simón el leproso, en Betania, llegó una mujer con un frasco de perfume muy caro, de nardo puro; quebró el frasco y derramó el perfume en la cabeza de Jesús. Algunos comentaron indignados: S. "¿A qué viene este derroche de perfume? Podía haberse vendido por más de trescientos denarios para dárselos a los pobres". C. Y criticaban a la mujer; pero Jesús replicó: + "Déjenla. ¿Por qué la molestan? Lo que ha hecho conmigo está bien, porque a los pobres los tienen siempre con ustedes y pueden socorrerlos cuando quieran; pero a mí no me tendrán siempre. Ella ha hecho lo que podía. Se ha adelantado a embalsamar mi cuerpo para la sepultura. Yo les aseguro que en cualquier parte del mundo donde se predique el Evangelio, se recordará también en su honor lo que ella ha hecho conmigo”.
C. Judas Iscariote, uno de los Doce, se presentó a los sumos sacerdotes para entregarles a Jesús. Al oírlo, se alegraron y le prometieron dinero; y él andaba buscando una buena ocasión para entregarlo.
 El primer día de la fiesta de los panes Azimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le preguntaron a Jesús sus discípulos: S. "¿Dónde quieres que vayamos a prepararte la cena de Pascua?" (Él les dijo a dos de ellos): + "Vayan a la ciudad. Encontrarán a un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo y díganle al dueño de la casa en donde entren: 'El Maestro manda preguntar: ¿Dónde está la habitación en que voy a comer la Pascua con mis discípulos?' Él les enseñará una sala en el segundo piso, arreglada con divanes. Prepárennos allí la cena".
C. Los discípulos se fueron, llegaron a la ciudad, encontraron lo que Jesús les había dicho y prepararon la cena de Pascua. Al atardecer, llegó Jesús con los Doce. Estando a la mesa, cenando, les dijo: + "Yo les aseguro que uno de ustedes, uno que está comiendo conmigo, me va a entregar". C. Ellos, consternados, empezaron a preguntarle uno tras otro: S. "¿Soy yo?" C. Él respondió: + "Uno de los Doce; alguien que moja su pan en el mismo plato que yo. El Hijo del hombre va a morir, como está escrito: pero, ¡ay del que va a entregar al Hijo del hombre! ¡Más le valiera no haber nacido!
C. Mientras cenaban, Jesús tomó un pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio a sus discípulos, diciendo: + "Tomen: esto es mi cuerpo". C. Y tomando en sus manos una copa de vino, pronunció la acción de gracias, se la dio, todos bebieron y les dijo: + "Esta es mi sangre, sangre de la alianza, que se derrama por todos. Yo les aseguro que no volveré a beber del fruto de la vid hasta el día en que beba el vino nuevo en el Reino de Dios".
C. Después de cantar el himno, salieron hacia el monte de los Olivos y Jesús les dijo: + "Todos ustedes se van a escandalizar por mi causa, como está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas; pero cuando resucite, iré por delante de ustedes a Galilea". C. Pedro replicó: S. "Aunque todos se escandalicen, yo no”. C. Jesús le contestó: + "Yo te aseguro que hoy, esta misma noche, antes de que el gallo cante dos veces, tú me negarás tres". C. Pero él insistía: S. "Aunque tenga que morir contigo, no te negaré". C. Y los demás decían lo mismo. Fueron luego a un huerto, llamado Getsemaní, y Jesús dijo a sus discípulos: + "Siéntense aquí mientras hago oración". C. Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan; empezó a sentir terror y angustia, y les dijo: + "Tengo el alma llena de una tristeza mortal. Quédense aquí, velando". C. Se adelantó un poco, se postró en tierra y pedía que, si era posible, se alejara de él aquella hora. Decía: + "Padre, tú lo puedes todo: aparta de mí este cáliz. Pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres". C. Volvió a donde estaban los discípulos, y al encontrarlos dormidos, dijo a Pedro: + "Simón, ¿estás dormido? ¿No has podido velar ni una hora? Velen y oren, para que no caigan en la tentación. El espíritu está pronto, pero la carne es débil". C. De nuevo se retiró y se puso a orar, repitiendo las mismas palabras. Volvió y otra vez los encontró dormidos, porque tenían los ojos cargados de sueño; por eso no sabían qué contestarle. Él les dijo: + "Ya pueden dormir y descansar. ¡Basta! Ha llegado la hora. Miren que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levántense! ¡Vamos! Ya está cerca el traidor".
C. Todavía estaba hablando, cuando se presentó Judas, uno de los Doce, y con él, gente con espadas y palos, enviada por los sacerdotes, los escribas y los ancianos. El traidor les había dado una contraseña, diciéndoles: S. "Al que yo bese, ése es. Deténgalo y llévenselo bien sujeto". C. Llegó, se acercó y le dijo: S. "Maestro". C. Y lo besó. Ellos le echaron mano y lo apresaron. Pero uno de los presentes desenvainó la espada y de un golpe le cortó la oreja a un criado del sumo sacerdote. Jesús tomó la palabra y les dijo: + "¿Salieron ustedes a apresarme con espadas y palos, como si se tratara de un bandido? Todos los días he estado entre ustedes, enseñando en el templo y no me han apresado. Pero así tenía que ser para que se cumplieran las Escrituras". C. Todos lo abandonaron y huyeron. Lo iba siguiendo un muchacho, envuelto nada más con una sábana, y lo detuvieron; pero él soltó la sabana y se les escapó desnudo.
Condujeron a Jesús a casa del sumo sacerdote y se reunieron todos los pontífices, los escribas y los ancianos. Pedro lo fue siguiendo de lejos, hasta el interior del patio del sumo sacerdote y se sentó con los criados, cerca de la lumbre, para calentarse. Los sumos sacerdotes y el sanedrín en pleno buscaban una acusación contra Jesús para condenarlo a muerte y no la encontraban. Pues, aunque muchos presentaban falsas acusaciones contra él, los testimonios no concordaban. Hubo unos que se pusieron de pie y dijeron: S. "Nosotros lo hemos oído decir: 'Yo destruiré este templo, edificado por hombres, y en tres días construiré otro, no edificado por hombres'". C. Pero ni aun en esto concordaba su testimonio. Entonces el sumo sacerdote se puso de pie y le preguntó a Jesús: S. "¿No tienes nada que responder a todas esas acusaciones?" C. Pero él no le respondió nada. El sumo sacerdote le volvió a preguntar: S. "¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios bendito?,” C. Jesús contestó: + "Sí lo soy. Y un día verán cómo el Hijo del Hombre está sentado a la derecha del Todopoderoso y cómo viene entre las nubes del cielo". C. El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras exclamando: S. "¿Qué falta hacen ya más testigos? Ustedes mismos han oído la blasfemia. ¿Qué les parece?" C. Y todos lo declararon reo de muerte. Algunos se pusieron a escupirle, y tapándole la cara, lo abofeteaban y le decían: S. "Adivina quién fue", y los criados también le daban de bofetadas.
Mientras tanto, Pedro estaba abajo, en el patio. Llegó una criada del sumo sacerdote, y al ver a Pedro calentándose, lo miró fijamente y le dijo: S. "Tú también andabas con Jesús Nazareno". C. Él lo negó, diciendo: S. "Ni sé ni entiendo lo que quieres decir". C. Salió afuera hacia el zaguán, y un gallo cantó. La criada, al verlo, se puso de nuevo a decir a los presentes: S. "Ese es uno de ellos". C. Pero él lo volvía a negar. Al poco rato, también los presentes dijeron a Pedro: "Claro que eres uno de ellos, pues eres galileo". Pero él se puso a echar maldiciones y a jurar: S. "No conozco a ese hombre del que hablan". C. En seguida cantó el gallo por segunda vez. Pedro se acordó entonces de las palabras que le había dicho Jesús: 'Antes de que el gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres', rompió a llorar.
Luego que amaneció, se reunieron los sumos sacerdotes con los ancianos, los escribas y el sanedrín en pleno, para deliberar. Ataron a Jesús, se lo llevaron y lo entregaron a Pilatos. Este le preguntó: S. "¿Eres tú el rey de los judíos?" C. Él respondió: + "Sí lo soy". C. Los sumos sacerdotes lo acusaban de muchas cosas. Pilatos le preguntó de nuevo: S. "¿No contestas nada? Mira de cuántas cosas te acusan". C. Jesús ya no le contestó nada, de modo que Pilatos estaba muy extrañado. Durante la fiesta de Pascua, Pilato solía soltarles al preso que ellos pidieran. Estaba entonces en la cárcel un tal Barrabás, con los revoltosos que habían cometido un homicidio en un motín. Vino la gente y empezó a pedir el indulto de costumbre. Pilatos les dijo: S. "¿Quieren que les suelte al rey de los judíos?" C. Porque sabía que los Sumos sacerdotes se lo habían entregado por envidia. Pero los sumos sacerdotes incitaron a la gente para que pidieran la libertad de Barrabás. Pilatos les volvió a preguntar: S. "¿Y qué voy a hacer con el que llaman rey de los judíos?" C. Ellos gritaron más fuerte: S. "¡Crucifícalo!" C. Pilatos, queriendo dar gusto a la multitud, les soltó a Barrabás; y a Jesús, después de mandarlo azotar, lo entregó para que lo crucificaran.
Los soldados se lo llevaron al interior del palacio, al pretorio, y reunieron a todo el batallón. Lo vistieron con una manto de color púrpura, le pusieron una corona de espinas que habían trenzado, y comenzaron a burlarse de él, dirigiéndole este saludo: S. "¡Viva el rey de los judíos!". C. Le golpeaban la cabeza con una caña, le escupían y, doblando las rodillas, se postraban ante él. Terminadas las burlas, le quitaron aquel manto de color púrpura, le pusieron su ropa y lo sacaron para crucificarlo.
Entonces forzaron a cargar la cruz a un individuo que pasaba por ahí de regreso del campo, Simón de Cirene, padre de Alejandro y de Rufo, y llevaron a Jesús al Gólgota (que quiere decir "lugar de la Calavera"). Le ofrecieron vino con mirra, pero él no lo aceptó. Lo crucificaron y se repartieron sus ropas, echando suertes para ver qué le tocaba a cada uno. Era media mañana cuando lo crucificaron. En el letrero de la acusación estaba escrito: "El rey de los judíos". Crucificaron con él a dos bandidos, uno a su derecha y otro a su izquierda. Así se cumplió la Escritura que dice: Fue contado entre los malhechores.
Los que pasaban por ahí lo injuriaban meneando la cabeza y gritándole: S. “Anda" Tú que destruías el templo y lo reconstruías en tres días, sálvate a ti mismo y baja de la cruz”. C. Los sumos sacerdotes se burlaban también de él y le decían: S. "Ha salvado a otros, pero a sí mismo no se puede salvar. Que el Mesías, el rey de Israel, baje ahora de la cruz, para que lo veamos y creamos" C. Hasta los que estaban crucificados con él también lo insultaban.
 Al llegar el mediodía, toda aquella tierra se quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. Y a las tres, Jesús gritó con voz potente: + "Eloí, Eloí, ¿lamá sabactaní?" (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?). C. Algunos de los presentes, al oírlo, decían: S. "Miren, está llamando a Elías". C. Uno corrió a empapar una esponja en vinagre, la sujetó a un carrizo y se la acercó para que bebiera, diciendo: S. "Vamos a ver si viene Elías a bajarlo". C. Pero Jesús, dando un fuerte grito, expiró.
Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El oficial romano que estaba frente a Jesús, al ver cómo había expirado, dijo: S. "De veras este hombre era Hijo de Dios".
 C. Había también ahí unas mujeres que estaban mirando todo desde lejos; entre ellas, María Magdalena, María (la madre de Santiago el menor y de José) y Salomé, que cuando Jesús estaba en Galilea, lo seguían para atenderlo; y además de ellas, otras muchas que habían venido con él a Jerusalén.
Al anochecer, como era el día de la preparación, víspera del sábado, vino José de Arimatea, miembro distinguido del sanedrín, que también esperaba el Reino de Dios. Se presentó con valor ante Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato se extrañó de que ya hubiera muerto, y llamando al oficial, le preguntó si hacía mucho tiempo que había muerto. Informado por el oficial, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana, bajó el cadáver, lo envolvió en la sábana y lo puso en un sepulcro excavado en una roca y tapó con una piedra la entrada del sepulcro. María Magdalena y María, la madre de José, se fijaron en dónde lo ponía. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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Pistas para la Homilía, por Jorge Humberto Peláez S.J., CUARESMA - DOMINGO DE RAMOS B (1-abril-2012)

  + 1. Lecturas:
  - a. Profeta Isaías 50, 4-7
  - b. Carta de san Pablo a los Filipenses 2, 6-11
  - c. Pasión según san Marcos 15, 1-39

 + 2. El Domingo de Ramos comienza el tiempo litúrgico de la Semana Santa, en el que los cristianos conmemoramos la pasión, muerte y resurrección del Señor. El misterio pascual es el clímax de la historia de la salvación.

 + 3. El texto de la Carta a los Filipenses que acabamos de escuchar nos permite percibir la profundidad de lo que celebramos. Nos dice el apóstol Pablo: “Cristo, siendo Dios, no consideró que debía aferrarse a las prerrogativas de su condición divina, sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de siervo, y se hizo semejante a los hombres. Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo y por obediencia aceptó incluso la muerte, y una muerte de cruz”

 + 4. Este texto de san Pablo es estremecedor. ¿Por qué esta renuncia radical? ¿Por qué despojarse de las prerrogativas de su condición divina? Estamos ante un gesto infinito de amor que nos resulta sobrecogedor. Su paso de la muerte a la vida es el camino que nos permite acceder a la participación de la vida divina. Nuestra capacidad de comprensión es desbordada por esta iniciativa de Dios. Sólo nos queda agradecer en silencio este supremo acto de amor y entrega. Este texto de la Carta a los Filipenses nos descubre dos horizontes, absolutamente contrastantes, de cómo los seres humanos planeamos nuestras vidas y cómo Dios, en su misterio, ha trazado la historia de la salvación:
  - a. A los seres humanos nos motiva la posibilidad de ascender en el trabajo y mejorar los ingresos para así disfrutar de mejores condiciones de vida. Más aún, censuramos a los conformistas y resignados que no ponen de su parte para mejorar. Así es la dinámica de la existencia humana.
  - b. Por eso nos sentimos profundamente desconcertados ante los eventos que se desencadenan en Jerusalén y que terminarán en la crucifixión del Señor. ¿Cómo es posible que el Justo por excelencia sea víctima de las peores injusticias? ¿Por qué el sembrador de paz es neutralizado por los violentos? ¿Cómo se explica que la Bondad misma, que llenó de amor y de esperanza el corazón de los excluidos, sea aniquilada por la maldad de unos dirigentes políticos y religiosos? ¿Cómo es posible que quien devolvió la salud a los enfermos y la vida a los muertos termine clavado en una cruz, crueldad que estaba reservada a los peores delincuentes?
  - c. Por eso san Pablo afirma que la Cruz es locura para los gentiles y escándalo para los judíos. La Cruz levantada en el Gólgota hace realidad lo inimaginable.

 + 5. Pero, ¡atención! Esta Cruz, que es locura y escándalo, no pone punto final a una existencia terrena, sino que es camino hacia algo infinitamente superior. Después de que san Pablo ha descrito en Filipenses este misterio del anonadamiento del Hijo de Dios, afirma de manera impactante: “Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre, para que, al nombre de Jesús, todos doblen la rodilla en el cielo, en la tierra y en los abismos, y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”

 + 6. Los misterios que conmemoramos en estos días santos nos hacen reflexionar sobre las polaridades muerte – vida, despojo – exaltación, servidumbre – señorío, polaridades que está en las entrañas mismas de nuestra fe. No seamos simples espectadores de las ceremonias de la Semana Santa sino vivámosla de manera que sea una inmersión en ese mar sin orillas que es el amor de Dios.

 + 7. Además de estas consideraciones generales sobre el significado de la Pascua del Señor, los invito a detenernos brevemente en lo que sucede el Domingo de Ramos:
  - a. Las multitudes acogen gozosamente al Señor. A través de los cantos y gestos de bienvenida expresan una profunda esperanza. “Hosanna al Hijo de David. Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de Israel. ¡Hosanna en el cielo!”. El pueblo creyente siente que sus esperanzas finalmente se han hecho realidad en este humilde personaje que recorre las calles de la ciudad santa de Jerusalén.
  - b. Pero, ¿qué sucede pocos días después? Las voces de los que cantaban “Hosanna” fueron acalladas por los gritos apasionados de “Crucifícale, crucifícale”. ¿Qué pasó? Pudieron intervenir varios factores: temor ante las posibles represalias, protagonismo de los violentos, volatilidad de las masas que hoy exaltan y mañana hunden (esto lo saben muy bien los equipos deportivos y sus directores técnicos…)

 + 8. En este Domingo de Ramos contemplemos a Jesús que entra en Jerusalén para dar cumplimiento a su misión, y dispongámonos a celebrar con devoción los misterios centrales de nuestra salvación.


jpelaez@javerianacali.edu.co
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