domingo, 27 de mayo de 2012

Domingo Solemnidad de Pentecostés Ciclo "B" - 27 de Mayo de 2012 -

1ª Lectura (He 2, 1-11)

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles

El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos; se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse. En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Atónitos y llenos de admiración, preguntaban: "¿No son galileos todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (103)


R. Envía, Señor, tu Espíritu a renovar la tierra. Aleluya.
L. Bendice al Señor, alma mía; Señor y Dios mío, inmensa es tu grandeza. ¡Qué numerosas son tus obras, Señor! La tierra llena está de tus criaturas /R.
L. Si retiras tu aliento, toda criatura muere y vuelve al polvo. Pero envías tu Espíritu, que da vida, y renuevas el aspecto de la tierra. /R.
L. Que Dios sea glorificado para siempre y se goce en sus criaturas. Ojalá que le agraden mis palabras y yo me alegraré en el Señor. /R.

2ª Lectura (1ªCo 12, 3-7.12-13)

Lectura de la Primera Carta del apóstol San Pablo a los corintios
Hermanos: Nadie puede llamar a Jesús "Señor", si no es bajo la acción del Espíritu Santo. Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes servicios, pero el Señor es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Secuencia de Pentecostés

 + Ven, Dios Espíritu Santo, y envíanos desde el cielo tu luz, para iluminarnos.
 + Ven ya, padre de los pobres, luz que penetra en las almas, dador de todos los dones.
 + Fuente de todo consuelo, amable huésped del alma, paz en las horas de duelo. Eres pausa en el trabajo; brisa, en un clima de fuego; consuelo, en medio del llanto
 + Ven, luz santificadora, y entra hasta el fondo del alma de todos los que te adoran.
 + Sin tu inspiración divina los hombres nada podemos y el pecado nos domina. Lava nuestras inmundicias, fecunda nuestros desiertos y cura nuestras heridas.
 + Doblega nuestra soberbia, calienta nuestra frialdad, endereza nuestras sendas.
 + Concede a aquellos que ponen en Ti su fe y su confianza tus siete sagrados dones.
 + Danos virtudes y méritos, danos una buena muerte y contigo el gozo eterno.

Aclamación antes del Evangelio

R. Aleluya, aleluya.-
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu Amor. R. Aleluya.

Evangelio (Jn 20, 19-23)

Lectura del santo Evangelio según San Juan

A. Gloria a ti, Señor.
Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa dónde se hallaban los Discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los Discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío Yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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El Mensaje del Domingo , por Gabriel Jaime Pérez, S.J., Domingo de Pentecostés, Ciclo B - Mayo 27 de 2012

El término Pentecostés (que en griego se refiere al número cincuenta) proviene de una fiesta anual que marcaba el fin de la cosecha del trigo y la cebada en la región de Canaán, en la que se habían establecido los israelitas desde el siglo XII a. C. Era la fiesta de las Siete Semanas, 50 días después de la ofrenda de los primeros frutos. Los israelitas le dieron un significado histórico al conmemorar en ella la promulgación de la Ley de Dios en el monte Sinaí, 50 días después de la Pascua que evocaba su liberación de la esclavitud en Egipto. Para la Iglesia Católica, Pentecostés es la fiesta del Espíritu Santo. El libro de los Hechos de los Apóstoles cuenta que, 50 días después de la Pascua, los apóstoles reunidos en oración junto con María, su madre, recibieron el Espíritu Santo para realizar la misión de proclamar, ya no sólo para un pueblo sino para toda la humanidad, la Buena Noticia de una nueva Ley: la ley del amor universal enseñada por Jesús nuestro Señor.


 + 1. El Espíritu Santo es el aliento vivificante de Dios

Los relatos bíblicos de la creación dicen que “el Espíritu (la Ruah, es decir el Soplo, el Viento o el Aliento) de Dios se movía (o ‘aleteaba’) sobre las aguas” (Gn 1, 2) y que Dios “formó al hombre de la tierra, sopló en su nariz y le dio vida” (Gn 2, 7). En hebreo la palabra Ruah es de género femenino, lo cual es muy significativo al expresar la acción creadora de Dios. Los Hechos de los Apóstoles (2, 1-11) hablan de un viento fuerte; el Salmo responsorial [104 (103)] se refiere al aliento de Dios dador de vida, y el Evangelio (Juan 20, 19-23) al soplo de Jesús sobre sus discípulos.

Hay otros signos que también emplea el lenguaje bíblico tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento para referirse al Espíritu Santo:

  - El fuego, que simboliza la energía divina que transforma y da energía, luz y calor.
  - El agua, que es signo de la vida nueva recibida en el sacramento del Bautismo.
  - El óleo o aceite de oliva, que significa fortaleza y se emplea en los sacramentos del Bautismo, la Confirmación, el Orden y la Unción de los Enfermos.
  - La paloma, que llega con una rama de olivo al concluir el diluvio (Gn 8, 11), y que se posa sobre Jesús bautizado, (Jn 1, 32), con quien comienza una nueva creación.
  - La imposición de las manos, que expresa la comunicación del Espíritu Santo.


 + 2. El Espíritu Santo hace posibles el nacimiento y el desarrollo de la Iglesia

Pentecostés es la fiesta del nacimiento de la Iglesia, Pueblo de Dios y Cuerpo Místico de Cristo compuesto por muchos y distintos miembros -todas las personas bautizadas-, animado por el Espíritu Santo, del que provienen, como dice san Pablo en la segunda lectura (1 Corintios 12, 3b-7. 12-13), los dones o carismas que recibimos los bautizados, según la vocación de cada cual,  para realizar nuestra misión en la vida. Con base en ese texto bíblico, la Iglesia reconoce estos 7 dones del Espíritu Santo:
  - 1. Sabiduría, para conocer la voluntad de Dios y tomar las decisiones correctas.
  - 2. Entendimiento, para saber interpretar y comprender el sentido de la Palabra de Dios.
  - 3. Ciencia, para saber descubrir a Dios en su creación y desarrollarla.
  - 4. Consejo, para orientar a otros cuando nos lo solicitan o necesitan de nuestra ayuda.
  - 5. Fortaleza, para luchar sin desanimarnos a pesar de los problemas y las dificultades.
  - 6. Piedad, para reconocernos como hijos de Dios y como hermanos entre nosotros.
  - 7. Respeto a Dios (llamado también temor de Dios, pero en un sentido diferente del miedo), para evitar las ocasiones de pecado y cumplir a cabalidad sus mandamientos.


 + 3. El Espíritu Santo hace posible la comunicación gracias al lenguaje del amor

Toda la historia de la acción creadora, salvadora y renovadora de Dios es un paso de la incomunicación de Babel a la comunicación de Pentecostés. Cuando la intención humana es de dominación opresora, se produce como consecuencia una confusión total que impide el entendimiento entre las personas (Gn 11, 1-9); pero cuando la intención es compartir, construir una auténtica comunidad participativa, por obra del Espíritu de Dios se produce la verdadera comunicación (Hechos 2, 1-12).

En medio de la pluralidad y diversidad de lenguas y pueblos, hay un idioma que hace posible que todos los seres humanos podamos entendernos cuando lo ponemos en práctica: el lenguaje del amor. Este fue el lenguaje que expresaron los primeros seguidores de Jesús, gracias al Espíritu Santo que los llenó de la energía interior que necesitaban para proclamar el Evangelio, la Buena Noticia de la acción amorosamente salvadora de Dios Padre por medio de su Hijo Jesucristo.

Al celebrar la fiesta de Pentecostés, unidos en oración como los primeros discípulos lo estaban con María, la madre de Jesús, pidámosle al Señor que renueve en cada uno nosotros la venida del Espíritu Santo, repitiendo en nuestro interior la invocación que antecede en la liturgia eucarística al Evangelio de este domingo: Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.


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domingo, 20 de mayo de 2012

Solemnidad de la Ascensión del Señor - Ciclo "B"- Domingo 20 de Mayo de 2012 -

1ª Lectura (He 1, 1-11)

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
En mi primer libro, querido Teófilo, escribí acerca de todo lo que Jesús hizo y enseñó, hasta el día en que ascendió al cielo, después de dar sus instrucciones, por medio del Espíritu Santo, a los apóstoles que había elegido. A ellos se les apareció después de la pasión les dio numerosas pruebas de que estaba vivo y durante cuarenta días se dejó ver por ellos y les habló del Reino de Dios. Un día, estando con ellos a la mesa, les mandó: "No se alejen de Jerusalén. Aguarden aquí a que se cumpla la promesa de mi Padre, de la que ya les he hablado: Juan bautizó con agua; dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo". Los ahí reunidos le preguntaban: "Señor, ¿ahora sí vas a restablecer la soberanía de Israel?" Jesús les contestó: "A ustedes no les toca conocer el tiempo y la hora que el Padre ha determinado con su autoridad; pero cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes, los llenará de fortaleza y serán mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los últimos rincones de la tierra". Dicho esto, se fue elevando a la vista de ellos, hasta que una nube lo ocultó a sus ojos. Mientras miraban fijamente al cielo, viéndolo alejarse, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron: "Galileos, ¿qué hacen allí parados, mirando al cielo? Ese mismo Jesús que los ha dejado para subir al cielo, volverá como lo han visto alejarse". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (46)

R. Entre voces de júbilo, Dios asciende a su trono. Aleluya.
L. Aplaudan, pueblos todos; aclamen al Señor, de gozo llenos; que el Señor, el Altísimo, es terrible y de toda la tierra, rey supremo. /R.
L. Entre voces de júbilo y trompetas, Dios, el Señor, asciende hasta su trono. Cantemos en honor de nuestro Dios, al rey honremos y cantemos todos. /R.
L. Porque Dios es el rey del universo, cantemos el mejor de nuestros cantos. Reina Dios sobre todas las naciones desde su trono santo. /R.

2ª Lectura (Ef 1, 17-23)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los efesios
Hermanos: Pido al Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, que les conceda espíritu de sabiduría y de reflexión para conocerlo. Le pido que les ilumine la mente para que comprendan cuál es la esperanza que les da su llamamiento, cuán gloriosa y rica es la herencia que Dios da a los que son suyos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros, los que confiamos en El, por la eficacia de su fuerza poderosa. Con esta fuerza resucitó a Cristo de entre los muertos y lo hizo sentar a su derecha en el cielo, por encima de todos los ángeles, principados, potestades, virtudes y dominaciones, y por encima de cualquier persona, no sólo del mundo actual sino también del futuro. Todo lo puso bajo sus pies y a él mismo lo constituyó cabeza suprema de la Iglesia, que es su cuerpo, y la plenitud del que lo consuma todo en todo. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Mt 28, 19. 20)

R. Aleluya, aleluya.- Vayan y enseñen a todas las naciones, dice el Señor. Y sepan que Yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo. R. Aleluya.

Evangelio (Mc 16, 15-20)


Lectura del santo Evangelio según san Marcos
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: "Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda criatura. El que crea y se bautice, se salvará; el que se resista a creer, será condenado. Estos son los milagros que acompañarán a los que hayan creído: arrojarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos, y si beben un veneno mortal, no les hará daño; impondrán las manos a los enfermos y éstos quedarán sanos".
El Señor Jesús, después de hablarles, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos y confirmaba su predicación con los milagros que hacían. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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El Mensaje del Domingo , por Gabriel Jaime Pérez, S.J., VII Domingo de Pascua - La Ascensión del Señor, Ciclo B – Mayo 20 de 2012

En aquel tiempo se apareció Jesús resucitado a los once y les dijo: "Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la Buena Noticia. El que crea y sea bautizado, obtendrá la salvación; pero el que no crea, será condenado. Y estas señales acompañarán a los que creen: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes; y si beben algo venenoso, no les hará daño; además pondrán las manos sobre los enfermos, y estos sanarán”. Después de hablarles, el Señor Jesús fue levantado al cielo y se sentó a la derecha de Dios. Ellos salieron a anunciar el mensaje por todas partes; y el Señor los ayudaba, y confirmaba el mensaje acompañándolo con señales milagrosas (Marcos 16, 15-20).

 + 1. La Ascensión del Señor

En esta fiesta de la Ascensión del Señor, las lecturas bíblicas [Hechos 1, 1-11; Salmo 47 (46); Efesios 1, 17-23; Marcos 16, 15-20] nos invitan a reflexionar sobre lo que decimos en la fórmula más antigua del Credo: que Jesucristo resucitado “subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios Padre”. No se trata de la subida física a las alturas de un superhéroe como los de las historietas o las películas, sino de un misterio de orden espiritual que consiste en la exaltación o glorificación de Jesucristo en una dimensión distinta de la material. Y la imagen simbólica de estar “sentado a la derecha de Dios Padre” corresponde a  la costumbre que en aquella época tenían los reyes de hacer subir y situar a ese lado de su trono a quienes se habían distinguido por el cumplimiento cabal de una misión que se les había encomendado.

Por otra parte, vale destacar la frase que oyen los discípulos al final del relato de la Ascensión del Señor en la primera lectura, tomada de los Hechos de los Apóstoles: “¿Qué hacen ustedes ahí plantados mirando al cielo?”. Se trata de una invitación a ponerse en marcha con los pies en la tierra, dispuestos a colaborar activamente en la misión que Cristo resucitado les ha encomendado: “Vayan por todo el mundo y anuncien a todos la Buena Noticia”. Esta buena noticia es la misma que Jesús había proclamado desde el comienzo de su predicación: que el reino de Dios, es decir, el poder del Amor, se manifiesta personalmente en Él mismo como Dios hecho hombre, para liberarnos a todos de la esclavitud del pecado, del egoísmo y de la injusticia, y darnos una vida nueva por la acción de su Espíritu Santo. Pero ahora, el contenido de esta buena noticia cobra su más completo sentido con  su resurrección gloriosa y su vida nueva después de su muerte en la cruz.

“El que crea y sea bautizado, obtendrá la salvación; pero el que no crea, será condenado”, dice Jesús resucitado. La mejor manera de interpretar estas palabras es la siguiente, dentro del respeto a las distintas opciones religiosas: creer el en el contenido de la “Buena Noticia” implica realizar lo que en la conciencia de todo ser humano ha impreso el Creador como una ley universal: tratar a los demás como quisiéramos que ellos nos traten a nosotros. Es la llamada “regla de oro” que se traduce en el amor al prójimo como a uno mismo, es más, como Dios mismo nos ha mostrado en Jesús que nos ama.

Al celebrar, pues, el misterio de la Ascensión del Señor, animados por la fe en Jesucristo resucitado cuya naturaleza humana participa ya de la gloria de Dios Padre en la eternidad, renovemos nuestra esperanza en que, si procuramos seguir el ejemplo de vida y las enseñanzas de Jesús, también nosotros gozaremos del mismo estado de vida nueva y felicidad sin fin que expresamos cuando nos referimos al “cielo”.

 + 2. Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales

Hoy celebra también la Iglesia Católica la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Hace 46 años, por disposición del Concilio Vaticano II, comenzó a celebrarse cada año esta Jornada con un Mensaje del Papa para promover el recto uso de los medios de comunicación de acuerdo con los valores que proclama la Buena Noticia de nuestro Señor Jesucristo. Y en el Mensaje del Papa Benedicto XVI para la Jornada de este año 2012, que lleva por título “Silencio y Palabra: camino de evangelización”, encontramos esta reflexión:

“El silencio es parte integrante de la comunicación y sin él no existen palabras con densidad de contenido. En el silencio escuchamos y nos conocemos mejor a nosotros mismos; nace y se profundiza el pensamiento, comprendemos con mayor claridad lo que queremos decir o lo que esperamos del otro; elegimos cómo expresarnos. Callando se permite hablar a la persona que tenemos delante, expresarse a sí misma; y a nosotros no permanecer aferrados sólo a nuestras palabras o ideas, sin una oportuna ponderación. Se abre así un espacio de escucha recíproca y se hace posible una relación humana más plena. En el silencio, por ejemplo, se acogen los momentos más auténticos de la comunicación entre los que se aman: la gestualidad, la expresión del rostro, el cuerpo como signos que manifiestan la persona”.

Por eso, para comunicar la Buena Noticia, es preciso conjugar el silencio de la escucha con la palabra de la proclamación. Es más, esta misma proclamación del Evangelio -la Buena Noticia- debe y puede hacerse no sólo con palabras, sino también con el silencio elocuente del testimonio de la vida a imagen y semejanza de Jesús.

 + 3. Semana de oración por la unidad de los cristianos

Hoy comienza la semana de oración por la unidad de los cristianos que culminará el domingo de Pentecostés -la gran fiesta de la comunicación lograda por el Espíritu de Dios que hace posible el entendimiento entre las distintas lenguas y culturas gracias al lenguaje del amor. Al iniciar esta semana, oremos por la unión entre todas las iglesias que profesan la fe en Jesucristo, teniendo en cuenta la invitación que hizo el Papa Juan XXIII cuando convocó en 1962 a todos los obispos de la Iglesia Católica para iniciar con ellos el Concilio Vaticano II: buscar los caminos de la unidad de las Iglesias cristianas, centrándonos más en lo que nos une que en lo que nos separa.-


gperezsj@gmail.com


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domingo, 13 de mayo de 2012

Domingo 6 de Pascua Ciclo "B" - 13 de Mayo de 2012 -


1ª Lectura (Hech 10, 25-26. 34-35. 44-48)

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 
En aquel tiempo, entró Pedro en la casa del oficial Cornelio, y éste le salió al encuentro y se postró ante él en señal de adoración. Pedro lo levantó y le dijo: "Ponte de pie, pues soy un hombre como tú". Luego añadió: "Ahora caigo en la cuenta de que Dios no hace distinción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que fuere". Todavía estaba hablando Pedro, cuando el Espíritu Santo descendió sobre todos los que estaban escuchando el mensaje. Al oírlos hablar en lenguas desconocidas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes judíos que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se hubiera derramado también sobre los paganos. Entonces Pedro sacó esta conclusión: "¿Quién puede negar el agua del Bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo lo mismo que nosotros?" Y los mandó bautizar en el nombre de Jesucristo. Luego le rogaron que se quedara con ellos algunos días. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (97)

R. El Señor nos ha mostrado su Amor y su lealtad. -Aleluya. 
L. Cantemos al Señor un canto nuevo, pues ha hecho maravillas. Su diestra y su santo brazo le han dado la victoria. /R.
L. El Señor ha dado a conocer su victoria y ha revelado a las naciones su justicia. Una vez más ha demostrado Dios su Amor y su lealtad hacia Israel. /R.
L. La tierra entera ha contemplado la victoria de nuestro Dios. Que todos los pueblos y naciones aclamen con júbilo al Señor. /R.

2ª Lectura (1ªJn 4, 7-10)

Lectura de la Primera Carta del apóstol San Juan
Queridos hijos: Amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama, no conoce a Dios, porque Dios es amor. El amor que Dios nos tiene se ha manifestado en que envió al mundo a su Hijo unigénito, para que vivamos por El: El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó primero y nos envió a su Hijo, como víctima de expiación por nuestros pecados. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Jn 14, 23) 

R. Aleluya, aleluya.- El que me ama, cumplirá mi palabra, dice el Señor; y mi Padre lo amará y vendremos a él. R. Aleluya.

Evangelio (Jn 15, 9-17)

Lectura del santo Evangelio según san Juan 
A. Gloria a ti, Señor. 
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Como el Padre me ama, así los amo Yo. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos, permanecen en mi amor; lo mismo que Yo cumplo los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi alegría este en ustedes y su alegría sea plena. Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como Yo los he amado. Nadie tiene amor más grande a sus amigos, que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que Yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos; porque les he dado a conocer todo lo que le he oído a mi Padre. No son ustedes los que me han elegido, soy Yo quien los ha elegido y los ha destinado para que vayan y den fruto y su fruto permanezca, de modo que el Padre les conceda cuanto le pidan en mi Nombre. Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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Encuentros con la Palabra, por Hermann Rodríguez Osorio, S.J., Domingo VI de Pascua – Ciclo B (Juan 15, 9-17) – 13 de mayo de 2012


“El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos”

El 10 de octubre de 1982, en la gran plaza de san Pedro de Roma, el papa Juan Pablo II canonizó a un paisano suyo: Maximiliano Kolbe, sacerdote franciscano, nacido el 8 de enero de 1894 en la ciudad de Zdunska Wola. Estuvo presente en este acto un testigo excepcional: Franciszek Gajowniczek, un polaco ya anciano que, cuarenta y un años antes, había salvado su vida en el campo de concentración de Auschwitz, gracias al heroico gesto del nuevo santo.

Este hombre cuenta así su experiencia de aquel verano de 1941: “Yo era un veterano en el campo de Auschwitz; tenía en mi brazo tatuado el número de inscripción: 5659. Una noche, al pasar los guardianes lista, uno de nuestros compañeros no respondió cuando leyeron su nombre. Se dio al punto la alarma: los oficiales del campo desplegaron todos los dispositivos de seguridad; salieron patrullas por los alrededores. Aquella noche nos fuimos angustiados a nuestros barracones. Los dos mil internados en nuestro pabellón sabíamos que nuestra alternativa era bien trágica; si no lograban dar con el escapado, acabarían con diez de nosotros. A la mañana siguiente nos hicieron formar a todos los dos mil y nos tuvieron en posición de firmes desde las primeras horas hasta el mediodía. Nuestros cuerpos estaban debilitados al máximo por el trabajo y la escasísima alimentación. Muchos del grupo caían exánimes bajo aquel sol implacable. Hacia las tres nos dieron algo de comer y volvimos a la posición de firmes hasta la noche. El coronel Fritsch volvió a pasar lista y anunció que diez de nosotros seríamos ajusticiados”.

A la mañana siguiente, Franciszek Gajowniczek fue uno de los diez elegidos por el coronel de la SS para ser ajusticiados en represalia por el escapado. Cuando Franciszek salió de su fila, después de haber sido señalado por el coronel, musitó estas palabras: “Pobre esposa mía; pobres hijos míos”. El P. Maximiliano estaba cerca y oyó estas palabras. Enseguida, dio un paso adelante y le dijo al coronel: “Soy un sacerdote católico polaco, estoy ya viejo. Querría ocupar el puesto de ese hombre que tiene esposa e hijos”. Su ofrecimiento fue aceptado por el oficial nazi y Maximiliano Kolbe, que tenía entonces 47 años, fue condenado, junto con otros nueve prisioneros, a morir de hambre. Tres semanas después, el único prisionero que seguía vivo era el P. Kolbe, de modo que le fue aplicada una inyección letal que terminó definitivamente con su vida. Maximiliano Kolbe había vivido su ministerio pastoral en Polonia y Japón, donde había pasado cinco años como misionero. Con este gesto sellaba una vida de entrega permanente.

Jesús nos invita a amarnos como Él nos ama: “Mi mandamiento es este: Que se amen unos a otros como yo los he amado a ustedes”. Y en seguida explica lo que esto significa: “El amor más grande que uno puede tener es dar su vida por sus amigos”. Es decir, que el amor que Jesús nos tiene es un amor capaz de entregar la propia vida para que los demás vivan. Esa es la tarea de todos los que queremos seguir a Jesús. Esta es la fuente de nuestra alegría: “Les hablo así para que se alegren conmigo y su alegría sea completa”. No siempre se tratará de situaciones tan extremas como las que vivió san Maximiliano Kolbe, pero siempre el amor pasa por la entrega de la propia vida.


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domingo, 6 de mayo de 2012

Domingo 5 de Pascua Ciclo "B" - 6 de Mayo de 2012 -


1ª Lectura (He 9, 26-31)

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 
Cuando Pablo regresó a Jerusalén, trató de unirse a los discípulos, pero todos le tenían miedo, porque no creían que se hubiera convertido en discípulo. Entonces, Bernabé lo presentó a los Apóstoles y les refirió cómo Saulo había visto al Señor en el camino, cómo el Señor le había hablado y cómo él había predicado, en Damasco, con valentía, en el nombre de Jesús. Desde entonces, vivió con ellos en Jerusalén, iba y venía predicando abiertamente en el nombre del Señor, hablaba y discutía con los judíos de habla griega y éstos intentaban matarlo. Al enterarse de esto, los hermanos condujeron a Pablo a Cesarea y lo despacharon a Tarso. En aquellos días, la Iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea y Samaria, vivía en el temor del Señor y gozaba del consuelo del Espíritu Santo. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (21)

R. Bendito sea el Señor. Aleluya. 
L. Le cumpliré mis promesas al Señor delante de sus fieles. Los pobres comerán hasta saciarse y alabarán al Señor los que lo buscan: su corazón ha de vivir para siempre. /R.
L. Recordarán al Señor y volverán a El desde los últimos lugares del mundo: en su Presencia se postrarán todas las familias de los pueblos. Sólo ante El se postrarán todos los que mueren. /R.
L. Mi descendencia lo servirá y le contará a la siguiente generación, al pueblo que ha de nacer, la justicia del Señor y todo lo que El ha hecho. /R.

2ª Lectura (1Juan 3, 18-24)

Lectura de la la Primera  Carta del apóstol San Juan
Hijos míos: No amemos solamente de palabra; amemos de verdad y con las obras. En esto conoceremos que somos de la Verdad y delante de Dios tranquilizaremos nuestra conciencia de cualquier cosa que ella nos reprochare, porque Dios es más grande que nuestra conciencia y todo lo conoce. Si nuestra conciencia no nos remuerde, entonces, hermanos míos, nuestra confianza en Dios es total. Puesto que cumplimos los mandamientos de Dios y hacemos lo que le agrada, ciertamente obtendremos de El todo lo que le pidamos. Ahora bien, este es su mandamiento: que creamos en la persona de Jesucristo, su Hijo, y nos amemos los unos a los otros, conforme el precepto que nos dio. Quien cumple sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. En esto conocemos, por el Espíritu que El nos ha dado, que El permanece en nosotros. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Juan 15, 4.5) 

R. Aleluya, aleluya.- Permanezcan en mí y yo en ustedes, dice el Señor; el que permanece en mí, da fruto abundante. R. Aleluya.

Evangelio (Juan 15, 1-8)

Lectura del santo Evangelio según san Juan 
A. Gloria a ti, Señor. 
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. Al sarmiento que no da fruto en Mí, El lo arranca, y al que da fruto lo poda para que dé más fruto. Ustedes ya están purificados por las palabras que les he dicho. Permanezcan en Mí y Yo en ustedes. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco ustedes, si no permanecen en Mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos; el que permanece en Mí y Yo en él, ese da fruto abundante, porque sin Mí nada pueden hacer. Al que no permanece en Mí se le echa fuera, como al sarmiento, y se seca; luego lo recogen, lo arrojan al fuego y arde. Si permanecen en Mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. La gloria de mi Padre consiste en que den mucho fruto y se manifiesten así como discípulos míos". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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El Mensaje del Domingo , por Gabriel Jaime Pérez, S.J., V Domingo de Pascua, Ciclo B – Mayo 6 de 2012


El Evangelio de hoy tiene como trasfondo la Canción de la Viña o cultivo de uvas, escrita ocho siglos antes de Cristo por el profeta Isaías (I5, 1-7) para referirse a la acción amorosa de Dios que cuida de su pueblo como el viñador lo hace con la vid. Esta misma imagen es evocada ahora por Jesús para exhortar a sus discípulos a permanecer unidos a Él. Reflexionemos sobre esta exhortación, teniendo en cuenta también los demás textos bíblicos de este domingo [Hechos de los Apóstoles 9, 26-31; Salmo 22 (21), 26b-28.30-32; 1ª Carta de Juan 3, 18-24].

 + 1. “Yo soy la vid verdadera (…) y ustedes son las ramas

La expresión Yo soy empleada por Jesús (Yo soy la luz del mundo - Yo soy la puerta - Yo soy el buen pastor - Yo soy la resurrección y la vida - Yo soy el camino, la verdad y la vida - Yo soy el pan de vida - Yo soy la vid - Yo soy, el que habla contigo, como le dice a la Samaritana cuando ella le pregunta por el Mesías - Cuando ustedes hayan levantado en alto al Hijo del hombre, entonces sabrán que Yo soy -, o simplemente Yo soy, como les responde a quienes llegan a apresarlo en el huerto de Getsemaní) es en el Evangelio de Juan una referencia al nombre con el que se le había revelado Dios a Moisés: Yo soy el que soy (Éxodo 3, 14), que es lo que traduce el nombre hebreo Yahvé.

Lo que Dios es se manifiesta en la forma como actúa, y esta acción la expresan en los textos bíblicos varias metáforas, entre ellas la imagen del viñador o cultivador que llena de todos sus cuidados la planta que él mismo sembró, y la figura de la vid verdadera que da las mejores uvas para la producción del mejor vino, con la cual Jesús se identifica prometiendo que quienes estén unidos a Él, como las ramas al tronco, darán mucho fruto.

Hay en este pasaje del Evangelio un detalle significativo: Jesús dice que al que da fruto lo limpia -o en otras traducciones lo poda- para que dé más fruto. Esto quiere decir que, en el proceso de crecimiento espiritual que implica nuestra unión o comunión con Él, debemos estar dispuestos a experiencias de purificación para arrancar de nosotros los apegos o afectos desordenados que nos impiden dar frutos de buena calidad.

 + 2. “Quien permanece unido a mí da mucho fruto”

El fruto resultante de permanecer con Jesús es la vivencia del amor, gracias a la cual la  Iglesia primitiva, la comunidad primera de quienes creyeron en Jesús resucitado, tenía paz y crecía espiritualmente, como lo dice la primera lectura (Hechos 9, 31), cumpliendo el mandamiento por el cual eran reconocidos sus seguidores, como Él lo había dicho y lo repetiría en el mismo Evangelio (Ámense unos a otros como yo los he amado… En esto conocerán los demás que ustedes son mis discípulos: Juan 14, 34-35; 15, 12.17) y como lo recalca la segunda lectura (Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros: 1 Juan 3, 23).

Ya ustedes están limpios, dice Jesús. En efecto, todo el proceso formativo de sus discípulos ha implicado una purificación inicial, pero ésta debe continuar porque las tendencias desordenadas no desaparecen en forma automática, y por ello es necesario reforzar constantemente la conexión con Él. Ahora bien, para estar y permanecer unidos a Jesús tenemos que dejarnos vivificar por la savia que Él quiere comunicarnos: su Espíritu Santo, que nos mueve a escuchar y comprender la Palabra de Dios en la oración individual y comunitaria, y a conectarnos con la vida resucitada de Jesús en la comunión eucarística.

La idea de estar en unión con Jesús, que aparece siete veces en el pasaje del Evangelio de hoy,  constituye el núcleo del mensaje de este domingo y nos da una clave importante para examinarnos, preguntándonos: ¿Qué he hecho, qué hago y qué debo hacer para permanecer conectado a Jesús?

 + 3. “Si permanecen unidos a mí y fieles a mis enseñanzas, pidan lo que quieran…”

¡Ama y haz lo que quieras! San Agustín de Hipona (siglo IV d.C.) expresó con esta frase el sentido de lo que Jesús les dice a sus discípulos en la última parte del pasaje evangélico de hoy. Es frecuente la queja de quienes se sienten desatendidos por Dios porque no oye sus peticiones o parece no tenerlas en cuenta. Lo que ocurre tal vez es que, quienes así se quejan, por una parte no han cumplido la condición que indica Jesús -si permanecen unidos a mí y fieles a mis enseñanzas-, y, por otra, no han entendido que la oración hecha como es debido nos dispone a pedir lo que nos conviene para nuestra vida espiritual y eterna, que es muy diferente de lo que corresponde a nuestros afectos desordenados.

Invoquemos entonces especialmente en este mes de mayo la intercesión de María Santísima, para que, como decía san Ignacio de Loyola, ella misma por obra y gracia del Espíritu Santo nos ponga con su Hijo, es decir, nos mantenga unidos a Él de tal modo que nuestra vida sea productiva y podamos dar frutos de amor, de justicia y de paz.-


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