domingo, 26 de agosto de 2012

Domingo XXI del Tiempo Ordinario, Ciclo B Gabriel Jaime Pérez Montoya, S.J.

El mensaje del Domingo

Hoy el Evangelio nos presenta el final del Discurso del Pan de Vida pronunciado por Jesús después de la multiplicación de los panes. Centrémonos en tres frases de este texto evangélico y tratemos de aplicarlas a nuestra vida, teniendo en cuenta también las otras lecturas bíblicas de hoy [Josué 24, 1-2ª.1-17. 18b; Salmo 34 (33); Efesios 5, 21-32].

 + 1.- “Qué enseñanza tan difícil…”

Lo primero que conviene resaltar es la reacción de muchos de los que oían el discurso de Jesús, porque su enseñanza era “difícil”. La tentación del facilismo es también una tentación actual. Como en aquél tiempo, igualmente hoy es frecuente ver cómo muchos pierden la fe porque les parece difícil lo que implica asumirla y vivirla. Y esta tentación nos puede sobrevenir también a nosotros, si nos descuidamos. La fe supone y exige un esfuerzo no solamente para comprender las realidades trascendentes, sino asimismo para llevar a la práctica el compromiso que ella misma implica.

Así como no es fácil a veces entender la Palabra del Señor, sobre todo cuando nos exige superar el plano de lo material, tampoco lo es, por ejemplo, asumir y vivir todas las implicaciones del compromiso que conlleva el sacramento del matrimonio, del cual nos habla Dios a través del apóstol san Pablo en la segunda lectura de este domingo. Aunque el contexto cultural de esta exhortación que les hace el apóstol a los primeros cristianos de la ciudad de Éfeso es el de una mentalidad según la cual las mujeres debían estar sometidas a sus maridos prácticamente esclavas, sin embargo Pablo les dice a los esposos que amen a sus esposas “como a su propio cuerpo”, lo cual sigue siendo hoy una exhortación muy importante ante los hechos de violencia conyugal que con frecuencia son noticia en los medios de comunicación.

Por eso, vivir de acuerdo con nuestra fe en Dios y concretamente en Jesucristo, a quien reconocemos como la Palabra de Dios hecha carne, implica a su vez la exigencia de una decisión tajante. “Escojan hoy a quién servir”, le dice al pueblo Josué, a quien le correspondió dirigir la entrada de los hebreos en la tierra prometida después de la muerte de Moisés. Esta elección a veces se torna difícil, pues la opción por el Dios verdadero supone y exige renunciar a nuestros ídolos, a nuestros apegos a lo material. 

2.- “El Espíritu es el que da vida; la sola carne no sirve para nada”

Muchos de los que oían a Jesús no entendieron ni aceptaron sus enseñanzas porque pensaban que lo de comer su carne y beber su sangre era una especie de acto caníbal. Se quedaban en la materialidad del signo y por eso no eran capaces de comprenderlo en su sentido espiritual trascendente.
El Salmo 34 dice en una de sus estrofas que son los humildes los que pueden escuchar lo que dice el Señor y alegrarse al oír su Palabra: “que los humildes lo escuchen y se alegren”. Para entender y vivir el sacramento de la Eucaristía, al cual se refiere el Discurso del Pan de Vida, es preciso que nos abramos con humildad y sencillez al don de la fe que nos llega por la acción del Espíritu Santo.

Es este mismo Espíritu, por obra y gracia del cual fue posible que la Palabra de Dios se hiciera carne en Jesús de Nazaret, el que nos hace posible creer en la presencia real de Cristo en las especias eucarísticas del pan y el vino consagrados, que son para nosotros su cuerpo y sangre gloriosos, es decir, su vida resucitada que nos alimenta espiritualmente en el camino hacia la felicidad eterna.

3.- “Señor, ¿a quién vamos a ir? ¡Tú tienes palabras de vida eterna!”

Estas palabras del apóstol Pedro constituyen una oración que cada uno y cada una de nosotros puede hacer suya. En medio de las tentaciones a abandonar el camino del seguimiento de Jesús, en medio de las invitaciones a las distintas formas de idolatría que a menudo nos llegan de parte de un mundo que vive de espaldas a Dios y se queda encerrado en el culto a lo material e intrascendente, y ante el hecho de tantos que se resisten a acoger la Palabra de Dios o dejan de creer en ella y se van detrás de los falsos dioses, Jesús nos pregunta a cada uno de nosotros lo mismo que a sus primeros discípulos: “¿También ustedes quieren irse?”.

Para responderle de la  misma forma en que lo hizo Pedro -quien habla en el Evangelio como el discípulo y apóstol escogido por Jesús para ser después de su muerte y resurrección el máximo guía visible de la comunidad de fe que iba a ser su Iglesia-, tenemos que disponernos con humildad y sencillez a dejarnos empapar por el Espíritu Santo, para que la Palabra de Dios hecha carne, que es el mismo Jesucristo y que se nos da en alimento en la Eucaristía, nos transforme y haga realidad en cada uno de nosotros la vida eterna.-


http://jesuitas.org.co/homilias.html?ver=el_mensaje_del_domingo


Domingo 21 del Tiempo Ordinario Ciclo "B" - 26 de Agosto de 2012 -

1ª Lectura (Jos 24, 1-2. 15-17.18)

Lectura del libro de Josué

En aquellos días, Josué convocó en Siquem a todas las tribus de Israel y reunió a los ancianos, a los jueces, a los jefes y a los escribas. Cuando todos estuvieron en presencia del Señor, Josué le dijo al pueblo: "Si no les agrada servir al Señor, digan aquí y ahora a quién quieren servir: ¿a los dioses a los que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Eufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes habitan? En cuanto a mí toca, mi familia y yo serviremos al Señor". El pueblo respondió: "Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses, porque el Señor es nuestro Dios; Él fue quien nos sacó de la esclavitud de Egipto, el que hizo ante nosotros grandes prodigios, nos protegió por todo el camino que recorrimos y en los pueblos por donde pasamos. Así pues, también nosotros serviremos al Señor, porque Él es nuestro Dios". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (33)

R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.

L. Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor; que se alegre su pueblo al escucharlo. /R.
L. Los ojos del Señor cuidan al justo, y a su clamor están atentos sus oídos. Contra el malvado, en cambio, está el Señor, para borrar de la tierra su recuerdo. /R.
L. Escucha el Señor al hombre justo y lo libra de todas sus congojas. El Señor no está lejos de sus fieles y levanta a las almas abatidas. /R.
L. Muchas tribulaciones pasa el justo, pero de todas ellas Dios lo libra. Por los huesos del justo vela Dios, sin dejar que ninguno se le quiebre. Salva el Señor la vida de sus siervos; no morirán quienes en Él esperan. /R.

2ª Lectura (Ef 5, 21-32)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los efesios

Hermanos: Respétense unos a otros, por reverencia a Cristo: que las mujeres respeten a sus maridos, como si se tratara del Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza y salvador de la Iglesia, que es su cuerpo. Por tanto, así como la Iglesia es dócil a Cristo, así también las mujeres sean dóciles a sus maridos en todo. Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella para santificarla, purificándola con el agua y la palabra, pues El quería presentársela a sí mismo toda resplandeciente, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa e inmaculada. Así los maridos deben amar a sus esposas, como cuerpos suyos que son. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, pues nadie jamás ha odiado a su propio cuerpo, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia. "Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola cosa". Este es un gran misterio y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Jn 6, 63-68)

R.
Aleluya, aleluya.- Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna. R. Aleluya.

Evangelio (Jn  6, 55. 60-69)

Lectura del santo Evangelio según san Juan
A.
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida". Al oír sus palabras, muchos discípulos de Jesús dijeron: "Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?" Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo: "¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen". (En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo habría de traicionar). Después añadió: "Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede". Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con Él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: "¿También ustedes quieren dejarme?" Simón Pedro le respondió: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo de Dios". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


http://www.homilia.org

domingo, 19 de agosto de 2012

Pistas para la Homilía - Agosto 19 de 2012 Jorge Humberto Peláez Piedrahita, S.J.

Lecturas:

Libro de los Proverbios 9, 1-6
Carta de san Pablo a los Efesios 5, 15-20
Juan 6, 51-58


En el Antiguo y en el Nuevo Testamento, encontramos frecuentes referencias al banquete como una imagen que nos comunica la abundancia de la gracia de Dios:

 - En la primera lectura, tomada del Libro de los Proverbios, leemos: “La sabiduría ha preparado un banquete, ha mezclado el vino y puesto la mesa; después ha enviado a sus empleados para invitar a los comensales”
 - En el evangelio que acabamos de escuchar, esta imagen del banquete adquiere una riqueza infinita porque Jesús se presenta como el alimento que satisface todas las apetencias y necesidades del ser humano: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá por siempre”. En Jesucristo, el banquete que ofrece la Sabiduría se abre a horizontes insospechados de plenitud.

A través de la imagen del banquete, Dios nos dice cómo quiere relacionarse con nosotros; por eso vale la pena detallar los diversos elementos sugeridos en esta imagen:

 - La organización de un banquete exige que haya un anfitrión, que es el que invita y lo hace por un motivo especial. En este caso, es el mismo Dios quien nos invita a su mesa para celebrar el don de la vida divina que nos comunica de múltiples maneras. En este momento, vale la pena recordar la absoluta novedad que aporta la revelación judeo-cristiana, que nos descubre a Dios como un ser personal, trascendente, que se comunica en la historia de un pueblo. Tal revelación implica una profunda revolución en la historia de las religiones, muchas de las cuales rendían culto a numerosos dioses, entre los cuales existían rivalidades y enfrentamientos, y que no se preocupaban de la suerte de los mortales.
 - La automanifestación de Dios, que llega a su plenitud en Jesucristo, nos descubre el misterio de Dios amor, quien nos llama por nuestro nombre para que seamos sus comensales y le ayudemos como administradores de su obra creadora y anunciadores de la Buena Noticia de la salvación.
 - La imagen del banquete está asociada a música y alegría. Así quiere Dios que sea nuestra relación con Él. No debemos permitir que equivocados modelos de formación religiosa siembren, en el corazón de los fieles, semillas de temor y angustia, como si Dios se opusiera a nuestra felicidad. Los seguidores del Señor resucitado no podemos tener una visión sombría del Cristianismo ni permitir que nuestra conciencia esté atormentada por las angustias y escrúpulos. Dentro de la Iglesia católica hay ciertas tendencias que favorecen está visión negativa del quehacer del creyente. Por el contrario, debemos vivir la alegría del encuentro con el Señor resucitado; la imagen del banquete transmite un mensaje de plenitud.
 - Además, el banquete es un hecho social que convoca a los amigos y a las personas con las que compartimos vínculos. Es impensable un banquete de seres aislados e incomunicados. Por eso, la imagen bíblica del banquete pone de relieve la dimensión comunitaria del encuentro con Dios. En el Antiguo Testamento, Dios se manifestó progresivamente al pueblo de Israel a través de los acontecimientos que marcaron su historia; en el Nuevo Testamento, el don del Espíritu se comunica a los Apóstoles reunidos en oración; y la acción salvadora de Jesucristo sigue presente en los sacramentos de la Iglesia. En la vida de las comunidades, este banquete se celebra cada domingo cuando nos acercamos a la mesa del Señor para escuchar la Palabra y alimentarnos con el Pan de Vida.

La magnificencia de un banquete se juzga por la calidad y variedad de los alimentos y bebidas ofrecidos a los invitados. La situación ideal sería que cada uno de los presentes encontrara que sus preferencias gastronómicas pueden ser satisfechas. Pues bien, en este horizonte simbólico del banquete como encuentro entre el amor infinito de Dios y la comunidad, la esplendidez de alimentos y bebidas significa, por una parte, la diversidad de gracias, dones y carismas que el Espíritu concede a la comunidad de los fieles; y, por otra parte, el amplio abanico de respuestas positivas que los hombres podemos dar al llamado de Dios. No existe una única respuesta a la iniciativa de Dios; el SÍ que puede pronunciar la libertad encuentra mil oportunidades diversas de expresar el amor a Dios mediante el servicio a los hermanos. No existe un camino único ni una fórmula preestablecida que tengan que acoger hombres y mujeres pertenecientes a culturas y contextos diversos. Este reconocimiento de la pluralidad de vocaciones excluye la pretensión de privilegiar una vocación o respuesta particular como si fuera el paradigma por excelencia de la fidelidad al Señor.

Que esta inspiradora imagen del banquete al que nos invita la Sabiduría infinita de Dios y que llega a su clímax en el encuentro con el Pan vivo que ha bajado del cielo, nos ayude a vivir nuestra fe como un encuentro personal, gozoso y comunitario con Dios-amor y que se traduce en pluralidad de vocaciones y de carismas.


http://www.jesuitas.org.co/homilia_104.html

Domingo 20 del Tiempo Ordinario Ciclo "B" - 19 de Agosto de 2012 -

1ª Lectura (Pr 9, 1-6)

Lectura del libro de los Proverbios

La sabiduría se ha edificado una casa, ha preparado un banquete, ha mezclado el vino y puesto la mesa. Ha enviado a sus criados para que, desde los puntos que dominan la ciudad, anuncien esto: "Si alguno es sencillo, que venga acá": Y a los faltos de juicio les dice: "Vengan a comer de mi pan y a beber del vino que he preparado. Dejen su ignorancia y vivirán; avancen por el camino de la prudencia". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (33)

R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.

L. Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor; que se alegre su pueblo al escucharlo. /R.
L. Que amen al Señor todos sus fieles, pues nada faltará a los que lo aman. El rico empobrece y pasa hambre; a quien busca al Señor, nada le falta. /R.
L. Escúchame, hijo mío: voy a enseñarte cómo amar al Señor. ¿Quieres vivir y disfrutar la vida? Guarda del mal tu lengua y aleja de tus labios el engaño. Apártate del mal y haz el bien; busca la paz y ve tras ella. /R.

2ª Lectura (Ef 5, 15-20)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los efesios

Hermanos: Tengan cuidado de portarse no como insensatos, sino como prudentes, aprovechando el momento presente, porque los tiempos son malos. No sean irreflexivos, antes bien, traten de entender cuál es la voluntad de Dios. No se embriaguen, porque el vino lleva al libertinaje. Llénense, más bien, del Espíritu Santo; expresen sus sentimientos con salmos, himnos y cánticos espirituales, cantando con todo el corazón las alabanzas al Señor. Den continuamente gracias a Dios Padre por todas las cosas, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Jn  6, 56)

R. Aleluya, aleluya.-
El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él, dice el Señor. R. Aleluya.

Evangelio (Jn 6, 51-58)

Lectura del santo Evangelio según san Juan
A.
Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Yo soy el pan vivo, que ha bajado del cielo; el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne, para que el mundo tenga vida". Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?" Jesús les dijo: "Yo les aseguro: Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


http://www.homilia.org/

domingo, 12 de agosto de 2012

Tiempo Ordinario - Domingo XIX B - Agosto 12 de 2012 Jorge Humberto Peláez Piedrahita


La primera lectura, tomada del I Libro de los Reyes, tiene como protagonista al profeta Elías, quien vivió en el siglo IX AC. A pesar de la enorme distancia temporal y cultural que nos separa de él, este personaje tuvo una experiencia humana muy intensa que nos permite sintonizar con él:

Acab, rey de Israel, se casó con una mujer cananea, llamada Jezabel. Instigado por ella, el rey abandonó la fe de sus mayores y levantó altares para honrar a los dioses cananeos, y ordenó asesinar a los profetas que anunciaban el mensaje de Iahvé. El profeta Elías denunció con vehemencia la infidelidad religiosa del rey, y esto lo convirtió en objetivo de la persecución ordenada por Jezabel.

Este es el contexto para comprender la primera lectura. Huyendo de la ira de la reina, Elías se internó en el desierto. Su situación era muy complicada pues era perseguido por un enemigo muy poderoso, estaba solo, hambriento y sediento; había perdido la esperanza.

El texto que hemos escuchado nos dice que Elías “se sentó bajo un árbol de retama, sintió deseos de morir y dijo: ‘Basta ya, Señor; quítame la vida, pues ya no valgo más que mis padres’. Después se recostó y se quedó dormido”.

El profeta se sentía agobiado. Sus fuerzas físicas y su motivación no daban para más. Ante la situación extrema en que se encontraba, lo único que le quedaba era morir; por eso suplica: “Quítame la vida”. Aunque para nosotros, mujeres y hombres de nuestra época, el siglo IX AC es algo muy distante, la crisis existencial que vive el profeta nos impacta y lo sentimos cercano.

¿Por qué la cercanía que sentimos ante la situación vivida por el profeta Elías? Todos nosotros hemos sido testigos de desgracias personales y familiares que, como si fueran un terrible tsunami, destruyen la motivación para seguir viviendo; pensemos, por ejemplo, en enfermedades terminales y dolorosas que se prolongan en el tiempo; pensemos en fracasos económicos que devoran el esfuerzo de toda la vida y que generan deudas imposibles de pagar; pensemos en tragedias familiares que desbordan la capacidad de reacción del ser humano. El profeta Elías, igual que mujeres y hombres de todos los tiempos, se sintió aplastado por los acontecimientos y fue víctima de una depresión aguda que le hizo desear la muerte.

El relato bíblico nos dice que un ángel lo despertó, le ofreció alimento y lo invitó a levantarse; y esto en dos ocasiones:

Dios actúa de muchas maneras y se expresa a través de diversos instrumentos. En este relato se nos habla de un ángel; en la vida diaria, la Providencia amorosa de Dios se manifiesta a través de los padres, de la familia, de los amigos.
Si el profeta Elías no hubiera sido ayudado en la depresión y total indefensión en que se encontraba, ciertamente habría muerto. Él solo no hubiera sido capaz de sobrevivir a la crisis.

Este es el primer mensaje que nos comunica la liturgia de este domingo: los seres humanos somos frágiles, y las crisis pueden alcanzar tales dimensiones que nos incapacitan para reaccionar. Acudiendo a la imagen bíblica que hemos escuchado, de alguna manera debemos ser ángeles que ayudemos a reaccionar a quienes están hundidos en la desesperanza; colaboremos en la tarea de buscar el apoyo adecuado; pronunciemos una palabra de estímulo y esperanza.
Así pues, este texto del I Libro de los Reyes nos motiva a la solidaridad para tender la mano a todos aquellos que se sienten agobiados por la carga que llevan.

Además, este texto del I Libro de los Reyes tiene un profundo simbolismo eucarístico por su referencia al alimento: el pan que ofrece el ángel al profeta le permite recuperar las fuerzas para reemprender el camino; en la perspectiva del Nuevo Testamento, este pan ofrecido al profeta preanuncia el Pan de vida ofrecido por Jesús para nuestro viaje hacia la casa del Padre: “Yo soy el Pan vivo que ha bajado del cielo; el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida”.

Estas palabras del Señor nos confortan pues nos dicen que Él estará con nosotros en todas las circunstancias de la vida. Ahora bien, la certeza de la presencia del Señor no nos exime de nuestras responsabilidades en cuanto a utilizar todos los medios humanos para la superación de las crisis. No podemos caer en la trampa de quienes creen que la fe en el Señor resucitado los exime de trabajar. Ciertamente, debemos orar con fe y confianza, pero no esperemos que Dios hará la tarea que nos corresponde a nosotros. Si el problema que nos tiene al borde del precipicio es económico, busquemos la asesoría de los que saben de finanzas y no esperemos que Dios haga de banquero y nos refinancie la deuda; si el problema es causado por una depresión aguda, busquemos la ayuda del especialista y no pidamos a Dios que actúe como un antidepresivo…

Las lecturas de hoy nos motivan para nutrir nuestra vida espiritual con la oración y la participación eucarística de manera que tengamos fortaleza interior para afrontar los obstáculos que trae la vida. Acudamos a los medios espirituales y a las ayudas especializadas para salir adelante; y seamos como unos ángeles solidarios que ayudamos a nuestros hermanos a superar sus crisis existenciales.

Lecturas (click aquí)


http://jesuitas.org.co/homilias

Domingo 19 del Tiempo Ordinario Ciclo "B" - 12 de Agosto de 2012 -

1ª Lectura (1ª Re 19, 4-8)

Lectura del primer libro de los Reyes

En aquellos tiempos, caminó Elías por el desierto un día entero y finalmente se sentó bajo un árbol de retama, sintió deseos de morir y dijo: "Basta ya, Señor. Quítame la vida, pues yo no valgo más que mis padres". Después se recostó y se quedó dormido. Pero un ángel del Señor llegó a despertarlo y le dijo: "Levántate y come". Elías abrió los ojos y vio a su cabecera un pan cocido en las brasas y un jarro de agua. Después de comer y beber, se volvió a recostar y se durmió. Por segunda vez, el ángel del Señor lo despertó y le dijo: "Levántate y come, porque aún te queda un largo camino". Se levantó Elías. Comió y bebió. Y con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (33)

R. Haz la prueba y verás que bueno es el Señor.
L. Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo. /R.
L. Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores. /R.
L. Confía en el Señor y saltarás de gusto; jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias. /R.
L. Junto a aquellos que temen al Señor el ángel del Señor acampa y los protege. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Dichoso el hombre que se refugia en Él. /R.

2ª Lectura (Ef 4, 30-5, 2)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los efesios

Hermanos: No le causen tristeza al Espíritu Santo, con el que Dios los ha marcado para el día de la liberación final. Destierren de ustedes la aspereza, la ira, la indignación, los insultos, la maledicencia y toda clase de maldad. Sean buenos y comprensivos, y perdónense los unos a los otros, como Dios los perdonó, por medio de Cristo. Imiten, pues, a Dios como hijos queridos. Vivan amando como Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y víctima de fragancia agradable a Dios. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Jn 6, 51)
R. Aleluya, aleluya.- Yo soy el Pan vivo que ha bajado del cielo, dice el Señor; el que coma de este Pan vivirá para siempre. R. Aleluya.

Evangelio (Jn 6, 41-51)

Lectura del santo Evangelio según san Juan

A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, los judíos murmuraban contra Jesús, porque había dicho: "Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo", y decían: "¿No es éste, Jesús, el hijo de José? ¿Acaso no conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo nos dice ahora que ha bajado del cielo?" Jesús les respondió: "No murmuren. Nadie puede venir a Mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado; y a ése Yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Todos serán discípulos de Dios. Todo aquel que escucha al Padre y aprende de Él, se acerca a Mí. No es que alguien haya visto al Padre, fuera de aquel que procede de Dios. Ese sí ha visto al Padre. Yo les aseguro: el que cree en Mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y sin embargo murieron. Este es el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que Yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


http://www.homilia.org


domingo, 5 de agosto de 2012

Tiempo Ordinario - Domingo XVIII B - Agosto 05 de 2012 Jorge Humberto Peláez Piedrahita

El alimento

La liturgia de este domingo gira alrededor del alimento, factor esencial para la conservación de la vida; ahora bien, cuando nos referimos a la “vida”, no pensamos exclusivamente en la biología; igualmente, hablamos de vida afectiva, de vida intelectual, de vida laboral, de vida social, de vida espiritual. Así como afirmamos que la vida biológica debe ser conservada a través de un adecuado suministro de nutrientes, también las otras dimensiones de la VIDA – tan importantes como la dimensión biológica – deben ser protegidas y alimentadas. Veamos cómo plantean las lecturas de este domingo el tema de la alimentación y el significado que esto tiene para nosotros.

El libro del Éxodo nos narra la crisis que tuvieron que afrontar Moisés y Aarón pues la comunidad estaba exasperada por la escasez de alimentos en su travesía por el desierto hacia la tierra prometida. La protesta se expresa en términos muy directos: “Ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud”. La situación era extremadamente grave. Estaban tan desesperados que añoraban los tiempos de esclavitud en Egipto; allá eran explotados económicamente y estaban sometidos a estrictos controles, pero no les faltaba la comida: “Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos”.

El evangelio que acabamos de escuchar nos permite asistir a la conversación que sostuvo Jesús con un grupo de seguidores. Con un impresionante sentido pedagógico, el Maestro va guiando a sus interlocutores para que interioricen la experiencia que vivieron cuando Él alimentó milagrosamente a más de cinco mil personas, purifiquen sus motivaciones las cuales eran – hasta ese momento – muy materialistas, y se abran a una experiencia de fe. Este texto del evangelista Juan es una hermosa catequesis sobre la eucaristía, articulada alrededor del tema del alimento.

Jesús inicia el diálogo de una manera brusca y sin rodeos diplomáticos, pues les echa en cara que son unos interesados: “Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido de aquellos panes hasta saciarse”.

La estrategia de comprar fidelidades y adhesiones dando comida - que Jesús censura - es la que utilizan, en nuestra época, algunos jefes políticos y líderes de grupos religiosos que compran votos y suman adherentes repartiendo mercados. Estos seguidores se venden al mejor postor.

El ácido comentario de Jesús debió sorprender a sus interlocutores. Con estas palabras, Jesús quería llevarlos a que se cuestionaran sobre la sinceridad de sus motivaciones. Pero el cuestionamiento va más lejos, pues los interroga también sobre el sentido de su trabajo; en el fondo, se trata de una pregunta sobre la jerarquía de valores que los inspiraba: “No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna”.

En esta catequesis eucarística, que tiene como hilo conductor el alimento, Jesús introduce un tema muy importante que tiene que ver con la manera de entender la religión. Veamos la secuencia del diálogo:
Sus interlocutores, que son judíos piadosos, le preguntan: “¿Qué necesitamos para llevar a cabo las obras de Dios?”. Esta pregunta ya tenía una respuesta oficial dentro de la tradición judía: la obra de Dios consistía en seguir al pie de la letra lo que estaba mandado por la Ley en cuanto a ayunos, limosnas, fiestas, oraciones, preparación de alimentos, etc. La fidelidad a Dios se expresaba cumpliendo con las normas.
Jesús introduce un concepto radicalmente nuevo en la comprensión y vivencia de la relación con Dios: “La obra de Dios consiste en que crean en aquel a quien Él ha enviado”. Acoger en la fe la persona y las enseñanzas de Jesucristo es la obra de Dios por excelencia.
El diálogo catequético avanza y los interlocutores van madurando a través del proceso; en la conversación regresan al tema del alimento, al maná que los antepasados comieron en el desierto; en este diálogo, su corazón se abre a la acción de Dios y por eso exclaman: “Señor, danos siempre de ese pan”; Jesús les contesta: “Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed”.

Es muy interesante ver cómo la liturgia, a través de estos textos del libro del Éxodo y del evangelista Juan, nos traslada desde la protesta de los israelitas en el desierto por causa de la escasez de alimento, hasta la auto revelación del Señor como Pan de Vida.

Esta catequesis del Señor sobre el Pan de Vida suscita en nosotros una revisión sobre la espiritualidad: ¿cómo nutrimos nuestra vida interior?:
Familias: ¿cómo alimentan ustedes sus vínculos como parejas y como padres e hijos? La vida familiar necesita ser nutrida a través de la comunicación, de la tolerancia, de las expresiones de afecto, compartiendo espacios comunes, orando juntos, acercándose a la misa dominical para escuchar la Palabra de Dios y alimentarse con el Pan eucarístico.
Sacerdotes: ¿cómo nutrimos nuestra vida interior? Nadie da lo que no tiene. Si los sacerdotes no alimentamos nuestra vida interior con la lectura meditada de la Biblia, si no tenemos tiempos dedicados a la oración, si no nos actualizamos en la Teología, terminaremos siendo administradores escuálidos de unos servicios sacramentales, y renunciaremos a ser auténticos sembradores de fe, esperanza y amor en el corazón de nuestras comunidades.

Que estas sencillas reflexiones alrededor del sugestivo tema del alimento como factor esencial para la conservación de la vida, nos inspiren para revisar y ajustar nuestras relaciones familiares y nuestra opción sacerdotal, las cuales necesitan alimentarse de espiritualidad.



http://www.jesuitas.org.co/homilias.html?ver=jesuitas

Domingo 18 del Tiempo Ordinario Ciclo "B" - 5 de Agosto de 2012 -

1ª Lectura (Ex 16, 2-4. 12-15)

Lectura del libro del Éxodo

En aquellos días toda la comunidad de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo: "Ojala hubiéramos muerto a manos del Señor en Egipto, cuando nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan hasta saciarnos. Ustedes nos han traído a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud". Entonces dijo el Señor a Moisés: "Voy a hacer que llueva pan del cielo. Que el pueblo salga a recoger cada día lo que necesita, pues quiero probar si guarda mi ley o no. He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles de parte mía: 'Por la tarde comerán carne y por la mañana se hartarán de pan, para que sepan que Yo soy el Señor, su Dios' ". Aquella misma tarde, una bandada de codornices cubrió el campamento. A la mañana siguiente había en torno a él una capa de rocío que, al evaporarse, dejó el suelo cubierto con una especie de polvo blanco semejante a la escarcha. Al ver eso, los israelitas se dijeron unos a otros: "¿Qué es esto?", pues no sabían lo que era. Moisés les dijo: "Este es pan que el Señor les da por alimento". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (77)

R. El Señor les dio pan del cielo.
L. Cuanto  hemos escuchado y conocemos del poder del Señor y de su gloria, cuanto nos han narrado nuestros padres, nuestro hijos lo oirán de nuestra boca. /R.
L. A las nubes mandó desde lo alto que abrieran las compuertas de los cielos; hizo llover maná sobre su pueblo, trigo celeste envió como alimento. /R.
L. Así el hombre comió pan de los ángeles; Dios le dio de comer en abundancia y luego los condujo hasta la tierra y el monte que su diestra conquistara. /R.

2ª Lectura (Ef 4, 17. 20-24)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los efesios
Declaro y doy testimonio en el Señor, de que no deben ustedes vivir como los paganos, que proceden conforme a lo vano de sus criterios. Esto no es lo que ustedes han aprendido de Cristo: han oído hablar de Él y en Él han sido adoctrinados, conforme a la verdad de Jesús. Él les ha enseñado a abandonar su antiguo modo de vivir, ese viejo yo, corrompido con deseos de placer. Dejen que el Espíritu renueve su mente y revístanse del nuevo yo, creado a imagen de Dios, en la justicia y en la santidad de la verdad. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Mateo 4, 4)

R. Aleluya, aleluya.- No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios. R. Aleluya.

Evangelio (Jn 6, 24, 35)

Lectura del santo Evangelio según san Juan
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando la gente vio que en aquella parte del lago no estaban Jesús ni sus discípulos, se embarcaron y fueron a Cafarnaúm para buscar a Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron: "Maestro, ¿cuándo llegaste acá?" Jesús les contestó: "Yo les aseguro que ustedes no me andan buscando por haber visto señales milagrosas, sino por haber comido de aquel pan hasta saciarse. No trabajen por ese alimento que se acaba, sino por el alimento que dura para la vida eterna y que les dará el Hijo del hombre; porque a éste, el padre lo ha marcado con su sello". Ellos le dijeron: "¿Qué necesitamos para llevar a cabo las obras de Dios?" Respondió Jesús: "La obra de Dios consiste en que crean en Aquel a quien Él ha enviado". Entonces la gente le preguntó a Jesús: "¿Qué señal vas a realizar Tú, para que la veamos y podamos creerte? ¿Cuáles son tus obras? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo". Jesús les respondió: "Yo les aseguro: No fue Moisés quien les dio pan del cielo; es mi Padre quien les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que baja del cielo y da la vida al mundo". Entonces le dijeron: "Señor, danos siempre de ese pan" Jesús les contestó: "Yo soy el pan de la vida. El que viene a Mí no tendrá hambre y el que cree en Mí nunca tendrá sed". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


http://www.homilia.org/