domingo, 27 de enero de 2013

Domingo 3 del Tiempo Ordinario Ciclo "C" - 27 de Enero de 2013 -

1ª Lectura (Ne 8, 2-4. 5-6. 8-10)

Lectura del libro de Nehemías
En aquellos días, Esdras, el sacerdote, trajo el libro de la ley ante la asamblea, formada por hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón. Era el día primero del mes séptimo, y Esdras leyó desde el amanecer hasta el mediodía, en la plaza que está frente a la puerta del Agua, en presencia de los hombres, las mujeres y todos los que tenían uso de razón. Todo el pueblo estaba atento a la lectura del Libro de la Ley. Esdras estaba de pie sobre un estrado de madera, levantado para esta ocasión. Esdras abrió el libro a la vista del pueblo, pues estaba en un sitio más alto que todos, y cuando lo abrió, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo entonces al Señor, el gran Dios, y todo el pueblo levantando las manos, respondió: "¡Amén!", e inclinándose, se postraron rostro en tierra. Los levitas leían el Libro de la Ley de Dios con claridad y explicaban el sentido, de suerte que el pueblo comprendía la lectura. Entonces Nehemías, el gobernador, Esdras, el sacerdote y escriba, y los levitas que instruían a la gente, dijeron a todo el pueblo: "Este es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. No estén ustedes tristes ni lloren (porque todos lloraban al escuchar las palabras de la ley). Vayan a comer espléndidamente, tomen bebidas dulces y manden algo a los que nada tienen, pues hoy es un día consagrado al Señor, nuestro Dios. No estén tristes, porque celebrar al Señor es nuestra fuerza". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (18)

R. Tú tienes, Señor, palabras de vida eterna.
L. La ley del Señor es perfecta del todo y reconforta el alma; inmutables son las palabras del Señor y hacen sabio al sencillo. /R.
L. En los mandamientos del Señor hay rectitud y alegría para el corazón; son luz los preceptos del Señor para alumbrar el camino. /R.
L. La voluntad de Dios es santa y para siempre estable; los mandamientos del Señor son verdaderos y enteramente justos. /R.
L. Que sean gratas las palabras de mi boca y los anhelos de mi corazón. Haz, Señor, que siempre te busque, pues eres mi refugio y salvación. /R.

2ª Lectura (1ªCo 12, 12-30)

Lectura de la Primera Carta del apóstol San Pablo a los corintios
Hermanos: Así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros y todos ellos, a pesar de ser muchos, forman un solo cuerpo, así también es Cristo. Porque todos nosotros, seamos judíos o no judíos, esclavos o libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo, y a todos se nos ha dado a beber del mismo Espíritu. El cuerpo no se compone de un solo miembro, sino de muchos. Si el pie dijera: "No soy mano, entonces no formo parte del cuerpo", ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Y si el oído dijera: "Puesto que no soy ojo, no soy del cuerpo", ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿con qué oiríamos? Y si todo el cuerpo fuera oído, ¿con qué oleríamos? Ahora bien, Dios ha puesto los miembros del cuerpo cada uno en su lugar, según lo quiso. Si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo? Cierto que los miembros son muchos, pero el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decirle a la mano: "No te necesito", ni la cabeza a los pies: "Ustedes no me hacen falta". Por el contrario, los miembros que parecen más débiles son los más necesarios. Y a los más íntimos los tratamos con mayor decoro, porque los demás no lo necesitan. Así formó Dios el cuerpo, dando más honor a los miembros que carecían de él, para que no haya división en el cuerpo y para que cada miembro se preocupe de los demás. Cuando un miembro sufre, todos sufren con él; y cuando recibe honores, todos se alegran con él. Pues bien, ustedes son el cuerpo de Cristo y cada uno es un miembro de él. En la Iglesia, Dios ha puesto en primer lugar, a los apóstoles; en segundo lugar, a los profetas; en tercer lugar, a los maestros; luego, a los que hacen milagros, a los que tienen el don de curar a los enfermos, a los que ayudan, a los que administran, a los que tienen el don de lenguas y el de interpretarlas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿Son todos profetas? ¿Son todos maestros? ¿Hacen todos milagros? ¿Tienen todos el don de curar? ¿Tienen todos el don de lenguas y todos las interpretan?. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Lucas 4, 18)

R. Aleluya, aleluya.- El Señor me ha enviado para anunciar a los pobres la buena nueva y proclamar la liberación a los cautivos. R. Aleluya.

Evangelio (Lc 1, 1-4; 4, 14-21)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas
A. Gloria a ti, Señor.
Muchos han tratado de escribir la historia de las cosas que pasaron entre nosotros, tal y como nos las trasmitieron los que las vieron desde el principio y que ayudaron en la predicación. Yo también, ilustre Teófilo, después de haberme informado minuciosamente de todo, desde sus principios, pensé escribírtelo por orden, para que veas la verdad de lo que se te ha enseñado. (Después de que Jesús fue tentado por el demonio en el desierto), impulsado por el Espíritu, volvió a Galilea. Iba enseñando en las sinagogas; todos lo alababan y su fama se extendió por toda la región. Fue también a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la buena nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor". Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en Él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: "Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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“(...) me ha parecido conveniente escribirte estas cosas ordenadamente” - Enero 27 de 2013

Texto: Hermann Rodríguez Osorio, S.J.

Después de una pequeña escala por el evangelio de san Juan, que hicimos el domingo pasado, el Ciclo C de la liturgia dominical nos invita a recorrer el tercer evangelio, escrito muy probablemente por un médico, compañero de Pablo de Tarso (Cfr. Colosenses 4, 14; 2 Timoteo 4, 11; y Filemón 24), que se dio a la tarea de investigar sobre la vida de Jesús, para ofrecer a la comunidad cristiana de origen no judío, “la historia de los hechos que Dios ha llevado a cabo entre nosotros, según nos los transmitieron quienes desde el comienzo fueron testigos presenciales y después recibieron el encargo de anunciar el mensaje”. Para ello, dice el autor de este evangelio, dirigiéndose a un tal Teófilo, “lo he investigado todo con cuidado desde el principio, y me ha parecido conveniente escribirte estas cosas ordenadamente, para que conozcas bien la verdad de lo que te han enseñado”.

Junto con esta sencilla introducción al texto que vamos a leer en los próximos domingos, el evangelio nos presenta la primera actuación pública de Jesús en Nazaret. Volver a la tierra natal y hacer la lectura del profeta Isaías delante de toda la comunidad que lo conocía desde pequeño, no debió ser fácil para Jesús. Sobre todo, porque el texto que tuvo que leer anuncia una acción muy particular del Espíritu en medio de su pueblo: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor”.

Esa acción del Espíritu, no fue sólo la que vivió y sintió el profeta Isaías al escribir estas palabras, sino también la acción que Jesús sentía que estaba aconteciendo en su propia vida en ese mismo momento. Por eso, al terminar la lectura y percatado de la mirada inquisidora de sus coetáneos, se atrevió a decir: “Hoy mismo se ha cumplido la Escritura que ustedes acaban de oír”, aunque sabía que esta afirmación podría causarle los primeros problemas y rechazos entre sus mismos amigos y conocidos.

Pero no podemos detener ahí la obra creadora y salvadora de Dios en medio de su pueblo. Tenemos que reconocer que esa misma acción creadora y salvadora de Dios sigue aconteciendo hoy en medio de nosotros, en cada uno de los seres humanos, llamados, como Jesús, a llevar una buena noticia a este mundo, tan lleno de las mismas esclavitudes y miserias que Isaías experimentó y que Jesús descubría entre sus contemporáneos. Hoy también se está cumpliendo esta Escritura que acabamos de escuchar. Nuestra responsabilidad está en preguntarnos constantemente por las llamadas del Espíritu en nuestra propia realidad.

Vine a mi memoria en este momento, la historia del niño que iba a rezar todos los días a la misma hora a una Iglesia. El sacerdote, viendo que el niño venía todos los días y pasaba algunos minutos arrodillado delante del Santísimo Sacramento, le preguntó un día: “¿Qué le pides a Dios todos los días? ¿Cuál es tu problema? A lo que el niño respondió: “No le pido nada. No tengo grandes problemas. Lo único que le pregunto a Dios es en qué le puedo ayudar”.


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domingo, 20 de enero de 2013

Domingo 2 del Tiempo Ordinario Ciclo "C" - 20 de Enero de 2013 -

1ª Lectura (Is 62, 1-5)

Lectura del libro del profeta Isaías
Por amor a Sión no me callaré y por amor a Jerusalén no me daré reposo, hasta que surja en ella esplendoroso el justo y brille su salvación como una antorcha. Entonces las naciones verán tu justicia, y tu gloria todos los reyes. Te llamarán con un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor. Serás corona de gloria en la mano del Señor y diadema real en la palma de su mano. Ya no te llamarán "Abandonada", ni a tu tierra, "Desolada"; a ti te llamarán "Mi complacencia" y a tu tierra, "Desposada", porque el Señor se ha complacido en ti y se ha desposado con tu tierra. Como un joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu hacedor; como el esposo se alegra con la esposa, así se alegrará tu Dios contigo. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (95)

R. Cantemos la grandeza del Señor.
L. Cantemos al Señor un nuevo canto, que le cante al Señor toda la tierra; cantemos al Señor y bendigámoslo. /R.
L. Proclamemos su amor día tras día, su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación, sus maravillas . /R.
L. Alaben al Señor, pueblos del orbe, reconozcan su gloria y su poder y tribútenle honores a su nombre . /R.
L. Caigamos en su templo de rodillas. Tiemblen ante el Señor los atrevidos. "Reina el Señor", digamos a los pueblos, gobierna a las naciones con justicia. /R.

2ª Lectura (1Co 12, 4-11)

Lectura de la Primera Carta del apóstol San Pablo a los corintios
Hermanos: Hay diferentes dones, pero el Espíritu es el mismo. Hay diferentes actividades, pero Dios, que hace todo en todos, es el mismo. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común. Uno recibe el don de sabiduría; otro, el don de la ciencia. A uno se le concede el don de la fe; a otro, la gracia de hacer curaciones, y a otro más, poderes milagrosos. Uno recibe el don de profecía, y otro, el de discernir los espíritus. A uno se le concede el don de lenguas, y a otro, el de interpretarlas. Pero es uno solo y el mismo Espíritu el que hace todo eso, distribuyendo a cada uno sus dones, según su voluntad. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (2Ts 2, 14)

R. Aleluya, aleluya.- Dios nos ha llamado, por medio del Evangelio, a participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo. R. Aleluya.

Evangelio (Jn 2, 1-11)

Lectura del santo Evangelio según san Juan
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, hubo una boda en Caná de Galilea, a la cual asistió la madre de Jesús. Este y sus discípulos también fueron invitados. Como llegara a faltar el vino, María le dijo a Jesús: "Ya no tienen vino". Jesús le contestó: "Mujer, ¿qué podemos hacer tú y yo? Todavía no llega mi hora". Pero ella dijo a los que servían: "Hagan lo que Él les diga". Había allí seis tinajas de piedra, de unos cien litros cada una, que servían para las purificaciones de los judíos. Jesús dijo a los que servían: "Llenen de agua esas tinajas". Y las llenaron hasta el borde. Entonces les dijo: "Saquen ahora un poco y llévenselo al mayordomo". Así lo hicieron, y en cuanto el mayordomo probó el agua convertida en vino, sin saber su procedencia, porque sólo los sirvientes la sabían, llamó al novio y le dijo: "Todo el mundo sirve primero el vino mejor, y cuando los invitados ya han bebido bastante, se sirve el corriente. Tú, en cambio, has guardado el vino mejor hasta ahora". Esto que Jesús hizo en Caná de Galilea fue la primera de sus señales milagrosas. Así mostró su gloria y sus discípulos creyeron en Él. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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El Mensaje del Domingo - Enero 20 de 2013

Texto: Gabriel Jaime Pérez Montoya, S.J.

 + 1. Jesús realiza su primer milagro en una fiesta de bodas

Los cuatro Evangelios narran los comienzos de la vida pública de Jesús en la región de Galilea, al norte de Israel. Habían transcurrido en Nazaret, una pequeña aldea de esa misma región, los treinta años de su vida oculta de los cuales nos dan algunas referencias los Evangelios según san Mateo y san Lucas. Ahora, después de su bautismo en el río Jordán y de su retiro en el desierto, Jesús empieza a manifestarse públicamente. Mateo, Marcos y Lucas nos lo muestran iniciando con un recorrido por las distintas poblaciones de Galilea y teniendo como centro a Cafarnaúm, una ciudad situada junto al lago de Genesaret o Tiberíades, también llamado “Mar de Galilea” por su tamaño, en donde trabajaban como pescadores varios de quienes fueron sus primeros discípulos. Lucas, por su parte, cuenta además la presentación que Jesús hizo de sí mismo ante sus coterráneos de Nazaret. Y el Evangelio según san Juan, en el texto escogido para este domingo, nos relata su primer milagro en el pequeño pueblo de Caná, muy cercano a Nazaret, en una fiesta de bodas.

La imagen de las bodas y del amor conyugal había sido empleada por los profetas del Antiguo Testamento para expresar el sentido de la alianza entre Dios y el pueblo de Israel. El libro de Isaías fue redactado en tres momentos o etapas, que corresponden respectivamente a lo que los estudiosos de la Biblia han llamado “primer Isaías” (capítulos 1 a 39), “segundo Isaías” (capítulos 40 a 55) y “tercer Isaías” (capítulos 56 a 66), siendo el segundo y el tercero muy posteriores a la muerte del profeta pero probablemente escritos por integrantes de su misma escuela o tradición. El tercero, del que está tomada la a primera lectura, emplea así el símbolo del amor conyugal para referirse a la relación de Dios con su pueblo: Como un joven se casa con su novia, así te desposa el que te construyó; la alegría que encuentra el marido con su esposa, la encontrará tu Dios contigo. Cinco siglos y medio después, el mismo Dios hecho hombre en Jesús que había querido ser miembro de una familia humana, santifica con su presencia y su acción transformadora la unión de una pareja que celebra sus bodas.

 + 2. La madre de Jesús (…) dijo a los que servían: “Hagan lo que él les diga”

El relato del Evangelio destaca la presencia de la madre y de los primeros discípulos de Jesús, invitados con Él a la fiesta. Detengámonos un poco en el hecho de la presencia de María santísima, gracias a cuya intercesión Jesús realizó su primer milagro, según el relato del apóstol san Juan, testigo del episodio que él mismo cuenta. María, atenta a los detalles, no sólo como corresponde a su condición femenina, sino además dada la amistad que seguramente la une con las familias de los nuevos esposos, se da cuenta de un problema que podría empañar la alegría de la celebración: el vino se ha acabado. Tengamos en cuenta que, junto con el pan, el vino formaba parte de las cenas judías, pero además su importancia era esencial en las fiestas de bodas.

En forma sencilla y directa, María le comenta a Jesús el problema. No le debió ser fácil comprender la respuesta inmediata que recibió verbalmente de su hijo, como tampoco entender otras experiencias de su relación maternal con Jesús, y que sin embargo, como cuenta otro evangelista -san Lucas-, ella conservaba y meditaba en su corazón. Pero no se desanimó y mostró así su esperanza en la acción de Jesús: Hagan lo que él les diga. Esta frase de María, dirigida a los sirvientes de la fiesta, podemos también considerarla como dicha a nosotros. María intercede ante Jesús para que él obre en nuestras vidas las transformaciones que necesitamos, pero la realización de éstas supone y exige ante todo que estemos atentos a escuchar y dispuestos a poner en práctica lo que Él nos quiere decir para indicarnos cuál es su voluntad.

 + 3. Manifestó su gloria, y creció la fe de sus discípulos en Él

El Evangelio según san Juan llama signos a los milagros de Jesús. Y eso es precisamente lo que son: señales de que Él revela el poder de Dios Creador y, por lo mismo, de que en Él se hace presente la acción transformadora del Espíritu Santo para realizar una nueva creación, simbolizada en el cambio del agua en vino. Y así como los primeros discípulos que fueron testigos de las maravillas obradas por Jesús creyeron en Él, también nosotros somos invitados a experimentar su acción transformadora y renovar nuestra fe en Jesús como el salvador que puede transformar nuestras vidas si dejamos que su Espíritu actúe en nosotros. Él está dispuesto, también mediante la intercesión de María, a cambiar las vidas insípidas en vidas con sabor de fe, esperanza y amor, de modo que, como dice el apóstol san Pablo en la segunda lectura, en cada uno de nosotros se manifieste el Espíritu para el bien común.

Al celebrar la Eucaristía, tomemos conciencia de la presencia de Jesús que nos manifiesta personalmente el poder creador de Dios, teniendo en cuenta que María, la Madre de Dios hecho hombre, está siempre dispuesta a interceder para que Él obre en nosotros, pecadores, los cambios conducentes al logro de nuestra felicidad eterna, que puede empezar desde esta vida presente si dejamos que su Espíritu nos transforme haciendo lo que él nos diga.-


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domingo, 13 de enero de 2013

Fiesta del Bautismo del Señor - Tiempo Ordinario - Ciclo "C" - Domingo 13 de Enero de 2013 -

1ª Lectura (Is 42, 1-4. 6-7)

Lectura del libro del profeta Isaías
Esto dice el Señor: "Miren a mi siervo, a quien sostengo, a mi elegido, en quien tengo mis complacencias. En Él he puesto mi Espíritu para que haga brillar la justicia sobre las naciones.
No gritará, no clamará, no hará oír su voz por las calles; no romperá la caña resquebrajada, ni apagará la mecha que aún humea. Promoverá con firmeza la justicia, no titubeará ni se doblegará hasta haber establecido el derecho sobre la tierra y hasta que las islas escuchen su enseñanza.
Yo, el Señor, fiel a mi designio de salvación, te llamé, te tomé de la mano, te he formado y te he constituido alianza de un pueblo, luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en tinieblas". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (28)

R. Te alabamos, Señor.
L. Hijos de Dios, glorifiquen al Señor, denle la gloria que merece. Postrados en su templo santo, alabemos al Señor. /R.
L. La voz del Señor se deja oír sobre las aguas torrenciales. La voz del Señor es poderosa, la voz del Señor es imponente. /R.
L. El Dios de majestad hizo sonar el trueno de su voz. El Señor se manifestó sobre las aguas desde su trono eterno. /R.

2ª Lectura (Hech 10, 34-38)

Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles
En aquellos días, Pedro se dirigió a Cornelio y a los que estaban en su casa, con estas palabras: "Ahora caigo en la cuenta de que Dios no hace distinción de personas, sino que acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que fuere. El envió su palabra a los hijos de Israel, para anunciarles la paz por medio de Jesucristo, Señor de todos. Ya saben ustedes lo sucedido en toda Judea, que tuvo principio en Galilea, después del bautismo predicado por Juan: cómo Dios ungió con el poder del Espíritu Santo a Jesús de Nazaret y cómo éste pasó haciendo el bien, sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Mc 9, 7)

R. Aleluya, aleluya.- Se abrió el cielo y resonó la voz del Padre, que decía: "Este es mi Hijo amado; escúchenlo". R. Aleluya.

Evangelio (Lc 3, 15-16. 21-22)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, como el pueblo estaba en expectación y todos pensaban que quizá Juan el Bautista era el Mesías, Juan los sacó de dudas, diciéndoles: "Es cierto que yo bautizo con agua, pero ya viene otro más poderoso que yo, a quien no merezco desatarle las correas de sus sandalias. É1 los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego". Sucedió que entre la gente que se bautizaba, también Jesús fue bautizado. Mientras éste oraba, se abrió el cielo y el Espíritu Santo bajó sobre Él en forma sensible, como de una paloma, y del cielo llegó una voz que decía: "Tú eres mi Hijo, el predilecto; en ti me complazco". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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El Mensaje del Domingo - Enero 13 de 2013

Texto: Gabriel Jaime Pérez Montoya, S.J.

Después de las fiestas de la Navidad y la Epifanía, la Iglesia nos invita este domingo, con el cual comienza el llamado “Tiempo Ordinario” de la liturgia, a contemplar los hechos y las enseñanzas de Jesús en el inicio de su vida pública, inaugurada con su Bautismo en el río Jordán. Tratemos de descubrir el significado de este acontecimiento a la luz de los elementos narrativos que nos presenta el relato del Evangelio (Lucas 3, 15-16.21-22) y relacionándolos con las otras lecturas de este domingo.

 + 1. El bautismo: un rito que adquiere su pleno significado en Jesucristo

El verbo “bautizar” proviene del griego y significa sumergir. El rito del bautismo consiste originariamente en sumergirse o ser sumergido en el agua, que es un elemento imprescindible de la vida, para expresar así el paso a una existencia renovada mediante un nuevo nacimiento: si el ser humano desde el comienzo de su existencia no puede subsistir sin el agua como medio vital, el bautismo manifiesta el paso a una vida nueva.

Juan invitaba al bautismo en el río Jordán para expresar una sincera voluntad de renovación. Jesús no necesitaba convertirse porque en Él no había pecado alguno, pero se sumó a la gente que recibía el bautismo de Juan para indicar que Él mismo, siendo inocente, llevaría humildemente sobre sí el pecado del mundo y así cumpliría la voluntad de Dios: hacernos posible a todos el paso a una auténtica vida nueva, a imagen de la suya como Hijo de Dios.

Por eso este domingo se nos invita a revivir el sentido del Sacramento del Bautismo, por el cual hemos sido incorporados a Jesús para vivir, siguiendo su ejemplo de vida, como verdaderos hijos de Dios.

 + 2. “El Espíritu Santo bajó sobre él en forma visible, como una paloma”

Al describir el Bautismo de Jesús, el Evangelio utiliza el lenguaje propio de las llamadas teofanías o manifestaciones especiales de Dios. Y resalta en este pasaje la imagen de la paloma, que evoca dos relatos simbólicos del libro bíblico del Génesis:

Por una parte, el relato de la creación, donde se dice que “el Espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas” (Génesis 1, 2), y por otra el del diluvio universal, cuando al terminar la tempestad Noe soltó una paloma que regresó al arca con una rama de olivo en el pico (Génesis 8, 10-12), significando no sólo que después de la tempestad vino la calma, sino que recomenzaba la vida en la tierra.

La figura de una paloma que se posa sobre Jesús en el momento de su bautismo, nos remite entonces al comienzo de una nueva creación que Dios Padre realiza por medio de Él, en la cual se manifiesta la acción renovadora del Espíritu Santo, simbolizado por la paloma, que hará posible la paz en la existencia humana, gracias a la acción salvadora del amor de Dios. El relato del Bautismo del Señor es así una proclamación del misterio de la Santísima Trinidad.

 + 3. “Tú eres mi Hijo amado, a quien he elegido”

La fiesta del Bautismo del Señor actualiza para nosotros la manifestación de Jesús como Hijo de Dios, título dado por los profetas al Mesías prometido que iniciaría el reinado de Dios mismo en las vidas de quienes estuvieran dispuestos a su acción salvadora. Tal es a su vez el sentido de la profecía de Isaías en la primera lectura de este domingo: “Este es mi servidor…, mi elegido a quien prefiero. Sobre él he puesto mi Espíritu” (Isaías 42, 1-7).

Resalta aquí la correspondencia entre el título de Hijo de Dios y el de Siervo o Servidor del Señor. Aquél hombre nacido en Belén de Judá, que provenía de una familia humilde y sencilla residente en la pequeña aldea de Nazaret, y que en el momento de su Bautismo en el río Jordán fue proclamado Hijo de Dios por su propio Padre celestial, va a presentarse a sí mismo, de palabra y de obra, como quien no vino a ser servido, sino a servir. Toda su vida, desde su nacimiento en una pesebrera hasta su muerte en una cruz, es la manifestación de esta correspondencia entre su condición de Hijo de Dios y su misión de Servidor.

En efecto, Jesús iba a estar siempre en medio de los seres humanos precisamente en calidad de servidor: servidor de Dios mediante el servicio a todos los seres humanos, a quienes siempre les hacía el bien, tal como nos lo describe el discurso del apóstol Pedro en la segunda lectura, “fue ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo” y “pasó haciendo el bien” (Hechos de los Apóstoles 10, 34-38).

También nosotros hemos recibido en el sacramento del Bautismo al Espíritu Santo, que hace posible en nuestra existencia una vida nueva como hijos e hijas de Dios para en todo amarlo y servirlo, participando así en su reino de amor y de paz, en esta vida y en la eterna. Que esta posibilidad se haga efectiva depende de nuestra disposición a escuchar y poner en práctica sus enseñanzas, identificándonos con Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios y el Servidor por excelencia. Que así sea.


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domingo, 6 de enero de 2013

Solemnidad de la Epifanía del Señor - Ciclo "C" Domingo, 6 de Enero de 2013

1ª Lectura (Is 60, 1-6)

Lectura del libro del profeta Isaías
Levántate y resplandece, Jerusalén, porque ha llegado tu luz y la gloria del Señor alborea sobre ti. Mira: las tinieblas cubren la tierra y espesa niebla envuelve a los pueblos; pero sobre ti resplandece el Señor y en ti se manifiesta su gloria. Caminarán los pueblos a tu luz y los reyes, al resplandor de tu aurora. Levanta los ojos y mira alrededor: todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos llegan de lejos, a tus hijas las traen en brazos. Entonces verás esto radiante de alegría; tu corazón se alegrará, y se ensanchará, cuando se vuelquen sobre ti los tesoros del mar y te traigan las riquezas de los pueblos. Te inundará una multitud de camellos y dromedarios, procedentes de Madián y de Efá. Vendrán todos los de Sabá trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (71)

R. Que te adoren, Señor, todos los pueblos.
L. Comunica, Señor, al rey tu juicio y tu justicia, al que es hijo de reyes, así tu siervo saldrá en defensa de tus pobres y regirá a tu pueblo justamente. /R.
L. Florecerá en sus días la justicia y reinará la paz, era tras era. De mar a mar se extenderá su reino y de un extremo al otro de la tierra. /R.
L. Los reyes de occidente y de las islas le ofrecerán sus dones. Ante Él se postrarán todos los reyes y todas las naciones. /R.
L. Al débil librará del poderoso y ayudará al que se encuentra sin amparo; se apiadará del desvalido y pobre y salvará la vida al desdichado. /R.

2ª Lectura (Ef 3, 2-3. 5-6)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los efesios
Hermanos: Han oído hablar de la distribución de la gracia de Dios, que se me ha confiado a favor de ustedes. Por revelación se me dio a conocer este misterio, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, pero que ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: es decir, que por el Evangelio, también los paganos son co-herederos de la misma herencia, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Jesucristo. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Mateo 2, 2)

R. Aleluya, aleluya.- Hemos visto su estrella en el oriente y hemos venido a adorar al Señor. R. Aleluya.

Evangelio (Mt 2, 1-12)

Lectura del santo Evangelio según san Mateo
A. Gloria a ti, Señor.
Jesús nació en Belén de Judá, en tiempos del rey Herodes. Unos magos de Oriente llegaron entonces a Jerusalén y preguntaron: "¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos surgir su estrella y hemos venido a adorarlo". Al enterarse de esto, el rey Herodes se sobresaltó y toda Jerusalén con él. Convocó entonces a los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron: "En Belén de Judá, porque así lo ha escrito el profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres en manera alguna la menor entre las ciudades ilustres de Judá, pues de ti saldrá un jefe, que será el pastor de mi pueblo, Israel". Entonces Herodes llamó en secreto a los magos, para que le precisaran el tiempo en que se les había aparecido la estrella y los mandó a Belén, diciéndoles: "Vayan a averiguar cuidadosamente qué hay de ese niño, y cuando lo encuentren, avísenme para que yo también vaya a adorarlo". Después de oír al rey, los magos se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto surgir, comenzó a guiarlos, hasta que se detuvo encima de donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa y vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron. Después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Advertidos durante el sueño de que no volvieran a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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El Mensaje del Domingo - Enero 06 de 2013

Texto: Gabriel Jaime Pérez Montoya, S.J.

 + 1. La “Epifanía” como manifestación de la universalidad del reino de Dios

La fiesta que en el lenguaje popular se conoce como de los “Reyes Magos”, cuya fecha tradicional es el 6 de enero, recibe en la Iglesia el nombre oficial de Epifanía del Señor, y en varios países, entre ellos Colombia, viene desde hace algún tiempo celebrándose el domingo inmediatamente posterior al primer día del año. El vocablo griego epifanía significa manifestación espléndida, y se aplicaba antiguamente a los reyes que entraban triunfalmente a una ciudad y eran reconocidos por su poder victorioso.

La Iglesia Católica lo emplea para celebrar la manifestación de Jesús que iba a ser reconocido como el Mesías que vendría al mundo para establecer el reinado de Dios, y que iba a ser reconocido como Señor por todos los pueblos de la tierra. Así lo había predicho el libro de Isaías unos cinco siglos antes en el texto bíblico de la primera lectura (Is 60, 1-6), de acuerdo con el sentido más profundo del Salmo 72 (71), que en la Misa de la fiesta de la Epifanía se recita como salmo responsorial.

Este es también el sentido de lo que dice el apóstol Pablo en la segunda lectura, tomada de su carta a los primeros cristianos de Éfeso (Efesios 3, 2-6), al referirse a los “gentiles” -los que no pertenecen a la raza judía- como igualmente destinatarios de la acción salvadora de Dios en persona por medio de Jesucristo.

 + 2. El significado de los “Magos de Oriente” y la estrella que los guía

El texto del Evangelio (Mateo 2, 1-12) no es un relato estrictamente histórico. Pertenece a un género literario llamado en hebreo “midrash”: una narración con fines didácticos. La enseñanza que corresponde al relato de los “magos” (más exactamente sabios estudiosos de las estrellas), que no dice que fueran reyes (aunque los textos bíblicos mencionados del Antiguo Testamento parecen darlo a entender), ni que fueran tres (aunque tres son los dones que ofrecen), ni cuáles eran sus nombres, razas o nacionalidades (aunque se indica que vienen “de Oriente”), consiste en una invitación a reconocer la epifanía o manifestación poderosa del comienzo del reinado universal de Dios en el misterio de la Encarnación, desde el comienzo de la vida de Jesús en la tierra como luz del mundo, a quien simboliza la estrella que los guía hacia Belén.

Los nombres de Gaspar, Baltasar y Melchor, mencionados en un Evangelio apócrifo (no reconocido por la Iglesia), escrito en el siglo II d.C. y atribuido al apóstol Bartolomé, aparecen también en un Códice de la Biblioteca de París, entre los siglos V y VII d.C. Sus características raciales fueron atribuidas en el siglo XVI teniendo en cuenta la narración del libro del Génesis que se refieren a los hijos de Noe: Sem, antepasado originario de los asiáticos, es representado por Gaspar; Cam, antepasado de los africanos, por Baltasar; y Jafet, antepasado de los europeos, por Melchor.

La estrella se ha explicado de diferentes maneras. Johannes Keppler dice en 1606 que fue un fenómeno astronómico debido a la conjunción de la Tierra con Saturno y Júpiter. Para la Iglesia se trata de un símbolo de la luz divina que guía a todos los pueblos para que reconozcan en Jesús al Señor del universo.

 + 3. El significado de los dones ofrecidos a Jesús

Es significativa la descripción de los dones. Además de anunciar simbólicamente lo que ocurriría en el transcurso posterior de la historia de la humanidad, cuando los poderosos y los sabios de este mundo se postrarían para reconocer y adorar en el humilde niño Jesús al Rey del Universo, los dones de oro, incienso y mirra han sido interpretados como signos respectivamente de la realeza, la divinidad y la humanidad de Jesús. (La mirra se empleaba en los ritos funerarios orientales para embalsamar los cuerpos, lo cual da pie para simbolizar con ella la humanidad mortal de Jesucristo).

Acojamos la enseñanza que nos trae el relato evangélico de la Epifanía del Señor, siguiendo como los magos la estrella que nos conduce a reconocer en Jesús al Señor de nuestras vidas, y abriéndole los cofres de nuestros corazones para ofrecerle todo lo que somos y tenemos, de modo que Él reine de verdad en cada uno de nosotros y en los ambientes en los que transcurre nuestra existencia: en nuestros hogares, en nuestros lugares de trabajo, en nuestra ciudad, en nuestro país y en el mundo entero.-


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