domingo, 24 de noviembre de 2013

Solemnidad de Cristo Rey del Universo - Tiempo Ordinario Ciclo "C" - Domingo 24 de Noviembre de 2013 -

1ª Lectura (2ª Sam 5, 1-3)

Lectura del Segundo Libro de Samuel
En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David, de la tribu de Judá, y le dijeron: “Somos de tu misma sangre. Ya desde antes, aunque Saúl reinaba sobre nosotros, tú eras el que conducía Israel, pues ya el Señor te había dicho: 'Tú serás el pastor de Israel, mi pueblo; tú serás su guía'”. Así pues, los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver a David, rey de Judá. David hizo con ellos un pacto en presencia del Señor y ellos lo ungieron como rey de todas las tribus de Israel. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (121)

R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
L. ¡Qué alegría sentí cuando me dijeron: “Vayamos a la casa del Señor!” Y hoy estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas. /R.
L. A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor. /R.
L. Por el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir:”La paz sea contigo”. Y por la casa del Señor, mi Dios, pediré para ti todos los bienes. /R.

2ª Lectura (Col 1, 12-20)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los colosenses
Hermanos: Demos gracias a Dios Padre, el cual nos ha hecho capaces de participar en la herencia de su pueblo santo, en el reino de la luz. Él nos ha liberado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al Reino de su Hijo amado, por cuya sangre recibimos la redención, esto es, el perdón de los pecados. Cristo es la imagen de Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, porque en Él tienen su fundamento todas las cosas creadas, del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, sin excluir a los tronos y dominaciones, a los principados y potestades. Todo fue creado por medio de Él y para Él. Él existe antes que todas las cosas, y todas tienen su consistencia en Él. Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que sea el primero en todo. Porque Dios quiso que en Cristo habitara toda plenitud y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas, del cielo y de la tierra, y darles la paz por medio de su sangre derramada en la cruz. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Mc 11, 9-10)

R. Aleluya, aleluya.- ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David! R. Aleluya.

Evangelio (Lc 23, 35-43)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, cuando Jesús estaba ya crucificado, las autoridades le hacían muecas, diciendo: “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de Dios, el Elegido”. También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a Él, le ofrecían vinagre y le decían: ”Si Tú eres el Rey de los Judíos, sálvate a ti mismo”. Había, en efecto, sobre la cruz un letrero en griego, latín y hebreo, que decía: “Este es el Rey de los Judíos”. Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: “Si Tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro le reclamaba, indignado: “¿Ni siquiera temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho”. Y le decía a Jesús: “Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí”. Jesús le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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El mensaje del domingo - Domingo XXXIV del tiempo ordinario - Ciclo C

La Iglesia celebra hoy la solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo, instituida en 1925 por el papa Pío XI y programada después del Concilio Vaticano II (1962-1965) para el último domingo del año litúrgico, antes de comenzar el tiempo del Adviento en el que nos preparamos para la Navidad. Reflexionemos sobre el significado de este título con el que reconocemos a Jesús, a la luz del texto anteriormente leído del Evangelio según san Lucas, y teniendo en cuenta las demás lecturas bíblicas de este domingo: 2 Samuel 5, 1-3; Salmo 122 (121), 1-2. 4-5; Colosenses 1, 12-20.

 + 1. El reino de Cristo no es un reino de este mundo

En los primeros siglos del cristianismo el arte religioso representó en murales y mosaicos la majestad del “Christos Pantocrator” (Cristo Todopoderoso). Son imágenes muy bellas que hacen alusión al Señor resucitado. Sin embargo, el Evangelio de hoy nos presenta a Jesús no sentado en un trono, sino clavado en una cruz entre dos malhechores. Y es precisamente a este mismo Jesús crucificado a quien reconocemos como Señor  Rey del universo.

A medida que se han venido desarrollando las democracias modernas, ha desaparecido la realeza o se mantiene sólo como símbolo de identidad nacional. Y aunque en la historia ha habido monarcas justos, muchos han sido tiranos. Hoy, aun en países llamados democráticos, existen también gobernantes que pretenden ser amos absolutos y se han convertido en dictadores y déspotas. El reino de Cristo se opone a esta concepción del poder propia de los imperios de este mundo. Quienes creemos en Cristo reconocemos que su reino tiene como fundamento no el poder que domina a base de fuerza y terror, sino el amor de Dios que asumió nuestra condición humana en la persona de Jesús, quien siendo inocente de toda culpa derramó hasta la última gota de su sangre por haber proclamado su solidaridad con las víctimas de los poderes opresores, con los marginados y excluidos por la injusticia social, que es la primera de todas las violencias.

 + 2. En Cristo crucificado recocemos al Mesías anunciado por los profetas

La unción de David como rey de Israel en el siglo X antes de Cristo, evocada en la primera lectura (2 Samuel 5, 1-3), significó en su momento la esperanza del paso de la tiranía del rey Saúl a un reino de justicia y de paz. Sin embargo, tanto David como su hijo Salomón, en los momentos negativos de sus gobiernos, y casi todos los reyes posteriores, traicionaron esa esperanza al engolosinarse con el poder y convertirse en tiranos. Por eso fue surgiendo la promesa de un futuro Mesías, palabra de origen hebreo que significa lo mismo que el término griego Cristos, que quiere decir ungido, y como tal consagrado por Dios para la misión de regir a su pueblo.

Los profetas bíblicos del Antiguo Testamento anunciaron a un Mesías que sería consagrado no con la unción material de aceite de oliva en su cabeza, sino con la del Espíritu Santo, para instaurar el reino de Dios. Nosotros reconocemos a Jesús de Nazaret como ese Mesías en quien se cumplen las profecías, y por eso lo llamamos Cristo y proclamamos su realeza universal, no como un reinado político y pasajero, sino como el reino espiritual y eterno de Dios en persona. Este es el contenido central de la buena noticia que él nos comunica desde el inicio de su predicación, cuando dice que “el reino de Dios está cerca”: el reino del amor, la justicia y la paz.

A este Mesías, a este Cristo, a este ungido y consagrado por Dios para establecer y hacer efectivo su reino, el Evangelio nos lo presenta hoy crucificado. Para los asesinos de Jesús fue una burla la inscripción puesta sobre la cruz en hebreo, griego y latín, que posteriormente sería evocada en los crucifijos con las iniciales latinas INRI (Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum: Jesús Nazareno Rey de los Judíos). Pero para quienes creemos en Él como el Salvador de la humanidad, resucitado a una vida nueva y eterna, su título de Rey significa que lo reconocemos como Señor, no sólo de un pueblo particular, sino de toda la humanidad y de todo el universo.

 + 3. Dios Padre “nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido”

San Pablo en la 2ª lectura (Carta a los Colosenses 1, 12-20) expresa su agradecimiento a Dios Padre por habernos trasladado del dominio de las tinieblas al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención. Esta acción salvadora de Dios implica de nuestra parte una respuesta comprometida a la invitación que Él mismo nos hace a ser partícipes de su reino que es el reino de Cristo mismo.

En primer lugar, reconociendo humildemente nuestra necesidad de ser liberados por Él, como el ladrón arrepentido. En segundo lugar,  procurando vivir todos unidos en esta comunidad de fe que llamamos la Iglesia, que, como dice San Pablo, es el cuerpo místico de Cristo. Finalmente, poniendo en práctica lo que decimos en el Padrenuestro: venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Es decir, disponiéndonos a abrirle espacio en nuestra existencia para que Él reine en nuestra vida, lo cual implica situarnos en la onda de su voluntad, que es precisamente el reinado del amor, la justicia y la paz.-


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domingo, 17 de noviembre de 2013

Domingo 33 del Tiempo Ordinario Ciclo "C" - 17 de Noviembre de 2013 -

1ª Lectura (Mal 3, 19-20)

Lectura del libro del profeta Malaquías
“Ya viene el día del Señor, ardiente como un horno, y todos los soberbios y malvados serán como la paja. El día que viene los consumirá, dice el Señor de los Ejércitos, hasta no dejarles ni raíz ni rama. Pero para ustedes, los que temen al Señor, brillará el sol de la justicia, que les traerá la salvación en sus rayos". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (97)

R. Toda la tierra ha visto al Salvador.
L. Cantemos al Señor al son del arpa, aclamemos al son de los clarines al Señor, nuestro Rey. /R.
L. Alégrese el mar y el mundo submarino, el orbe y todos los que en él habitan. Que los ríos estallen en aplausos y las montañas salten de alegría. /R.
L. Regocíjese todo ante el Señor porque ya viene a gobernar el orbe. Justicia y rectitud serán las normas con las que rija a todas las naciones. /R.

2ª Lectura (2ª Tes 3, 7-12)

Lectura de la Segunda Carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses
Hermanos: Ya saben cómo deben vivir para imitar mi ejemplo, puesto que, cuando estuve entre ustedes, supe ganarme la vida y no dependí de nadie para comer; antes bien, de día y de noche trabajé hasta agotarme, para no serles gravoso. Y no porque no tuviera yo derecho a pedirles el sustento, sino para darles un ejemplo que imitar. Así cuando estaba entre ustedes, les decía una y otra vez: “El que no quiera trabajar,  que no coma”. Y ahora vengo a saber que algunos de ustedes viven como holgazanes, sin hacer nada, y además, entrometiéndose en todo. Les suplicamos a esos tales y les ordenamos, de parte del Señor Jesús, que se pongan a trabajar en paz para ganarse con sus propias manos la comida. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Luc 21, 28)

R. Aleluya, aleluya.- Estén atentos y levanten la cabeza, porque se acerca la hora de su liberación, dice el Señor. R. Aleluya.

Evangelio (Lc 21, 5-19)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, como algunos ponderaban la solidez de la construcción del templo y la belleza de las ofrendas votivas que lo adornaban, Jesús dijo: “Días vendrán en que no quedará piedra sobre piedra de todo esto que están admirando; todo será destruido”. Entonces le preguntaron: “Maestro ¿cuándo va a ocurrir esto y cuál será la señal de que ya está a punto de suceder?”. Él les respondió: “Cuídense de que nadie los engañe, porque muchos vendrán usurpando mi nombre y dirán: “Yo soy el Mesías. El tiempo ha llegado.” Pero no les hagan caso. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones, que no los domine el pánico, porque eso tiene que acontecer, pero todavía no es el fin”. Luego les dijo: “Se levantará una nación contra otra y un reino contra otro. En diferentes lugares habrá grandes terremotos, epidemias y hambre y aparecerán en el cielo señales prodigiosas y terribles. Pero antes de todo esto los perseguirán a ustedes y los apresarán; los llevarán a los tribunales y a la cárcel, y los harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Con esto darán testimonio de mí. Grábense bien que no tienen que preparar de antemano su defensa, porque Yo les daré palabras sabias, a las que no podrá resistir ni contradecir ningún adversario de ustedes. Los traicionarán hasta sus propios padres, hermanos, parientes y amigos. Matarán a algunos de ustedes y todos los odiarán por causa mía. Sin embargo, no caerá ningún cabello de la cabeza de ustedes. Si se mantienen firmes, conseguirán la vida”. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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Aporte ecológico a la homilía del domingo - Domingo XXXIII del tiempo ordinario - Ciclo C - Domingo 17 de noviembre de 2013

San Pablo nos narra detalles muy edificantes de su vida. De modo especial recalca cómo no comió de balde el pan: “al contrario, hemos trabajado con esfuerzo y fatiga día y noche para no ser carga a ninguno de ustedes” (II Tesalonisenses 3, 7). E insiste que no es porque no tenga el trabajador derecho a su sustento, sino porque quería darles ejemplo de trabajo.

Y termina con una admonición fuerte: “El que no quiera trabajar, que no coma” (v. 10). Y a los perezosos les manda y ordena, en nombre del Señor Jesucristo, que trabajen en paz para ganarse el pan (v.12).

Qué bueno sería que cuando nos sentemos a la mesa, pensemos en aquellos que trabajaron lo que nosotros vamos gustar. Detrás de nuestros platos encontraremos miles de campesinos sembrando, abonando, desyerbando, recogiendo, almacenando y enviándonos los alimentos, ya se trate de papas, yucas, legumbre, verduras, frutas, etc.

En los Ejercicios Espirituales, en especial con jóvenes, con el fin de sensibilizarlos socialmente, conviene preguntarles por la mañana al tomarse un café: ¿Quiénes están detrás de este vasito de café? Y comienzan a mencionar a quienes lo sembraron, cultivaron y recogieron en los cafetales.
Pero de pronto ven que deben añadir otro número inmenso de personas: los que hicieron los costales, los que fabricaron los carros para transportarlo a las ciudades, los que producen la gasolina, las carreteras, los puentes, etc. Incluso a la lista añaden a la policía que cuida carretera, los bancos que fabrican los billetes, las tiendas, etc.

Es decir, para que yo tome un poco de café, miles de personas colaboraron. El mismo ejemplo vale cuando se analiza cómo el gerente de una fábrica de cerveza cree que él sólo está actuando para que nos llegue la cerveza, pero cuando analizamos con detalle el caso, son miles y miles de personas. Y la pregunta obvia: ¿Por qué casi toda la ganancia queda en manos del dueño de la fábrica si la vende? Quizás haya trabajado con honradez, pero no solo. Y si no comparte las ganancias con los demás trabajadores: ¿en dónde está la tal honradez?

Estos ejemplos valen para los que trabajan. ¿Y qué diremos entonces de los que no trabajan? Cuando miramos la T.V., vemos con tristeza muchísimas sillas vacías de los senadores absentistas. Y mientras tanto, miles de personas aguardando los decretos sobre la defensa de Naturaleza amenazada por la codicia del oro, que en nada va mejorar su pobreza. ¿Y qué decir del aumento de beneficios a estos señores congresistas, de seguro para obtener ganancias electorales?

Aquí valdría la máxima paulina: el que no trabaja, que no coma! Y también pensar en la propuesta de votar en blanco para así eliminar quienes en nada nos representan.


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domingo, 10 de noviembre de 2013

Domingo 32 del Tiempo Ordinario Ciclo "C" - 10 de Noviembre de 2013 -

1ª Lectura (2Mac 7, 1-2-.9-14)

Lectura del Segundo Libro de los Macabeos
En aquellos días, arrestaron a siete hermanos junto con su madre. El rey Antíoco Epifanes los hizo azotar para obligarlos a comer carne de puerco, prohibida por la Ley. Uno de ellos, hablando en nombre de todos, dijo: "¿Qué quieres saber de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la Ley de nuestros padres". El rey se enfureció y lo mandó matar. Cuando el segundo de ellos estaba para morir, le dijo al rey: "Asesino, tú nos arrancas la vida presente, pero el Rey del Universo, nos resucitará a una vida eterna, puesto que morimos por fidelidad a sus leyes". Después comenzaron a burlarse del tercero. Presentó la lengua como se lo exigieron, extendió las manos con firmeza y declaró confiadamente: "De Dios recibí estos miembros y por amor a su Ley los desprecio, y de El espero recobrarlos". El rey y sus acompañantes quedaron impresionados por el valor con que aquel muchacho despreciaba los tormentos. Una vez muerto éste, sometieron al cuarto a torturas semejantes. Estando ya para expirar, dijo: "Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la firme esperanza de que Dios nos resucitará. Tú, en cambio, no resucitarás para la vida". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (16)

R. Al despertar, Señor, contemplaré tu rostro.
L. Señor, hazme justicia y a mi clamor atiende; presta oído a mi súplica, pues mis labios no mienten. /R.
L. Mis pies en tus caminos se mantuvieron firmes, no tembló mi pisada. A ti mi voz elevo, pues sé que me respondes. Atiéndeme Dios mío, y escucha mis palabras. /R.
L. Protégeme, Señor, como a las niñas de tus ojos, bajo la sombra de tus alas escóndeme, pues yo, por serte fiel, contemplaré tu Rostro y al despertarme, espero saciarme de tu vista. /R.

2ª Lectura (2ª Tes 2, 16-3, 5)

Lectura de la Segunda Carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses
Hermanos: Que el mismo Señor nuestro, Jesucristo, y nuestro Padre Dios, que nos ha amado y nos ha dado gratuitamente un consuelo eterno y una feliz esperanza, conforten los corazones de ustedes y los dispongan a toda clase de obras buenas y de buenas palabras. Por lo demás, hermanos, oren por nosotros para que la Palabra del Señor se propague con rapidez y sea recibida con honor, como aconteció entre ustedes. Oren también para que Dios nos libre de los hombres perversos y malvados que nos acosan, porque no todos aceptan la fe. Pero el Señor, que es fiel, les dará fuerza a ustedes y los librará del Maligno. Tengo confianza en el Señor de que ya hacen ustedes y continuarán haciendo cuanto les he mandado. Que el Señor dirija su corazón para que amen a Dios y esperen pacientemente la venida de Cristo. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Ap 1, 5-6)

R. Aleluya, aleluya.- Jesucristo es el Primogénito de los muertos; a Él sea dada la gloria y el poder por siempre. R. Aleluya.

Evangelio (Lc 20, 27-38)

Lectura del santo Evangelio según san Lucas
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos. Como los saduceos niegan la resurrección de los muertos, le preguntaron: "Maestro, Moisés nos dejó escrito que si alguno tiene un hermano casado que muere sin haber tenido hijos, se case con la viuda para dar descendencia a su hermano. Hubo una vez siete hermanos, el mayor de los cuales se casó y murió sin dejar hijos. El segundo, el tercero y los demás, hasta el séptimo, tomaron por esposa a la viuda y todos murieron sin dejar sucesión. Por fin murió también la viuda. Ahora bien, cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa la mujer, pues los siete estuvieron casados con ella?" Jesús les dijo: "En esta vida, hombres y mujeres se casan, pero en la vida futura, los que sean juzgados dignos de ella y de la resurrección de los muertos, no se casarán ni podrán ya morir, porque serán como los Ángeles e hijos de Dios, pues Él los habrá resucitado. Y que los muertos resucitan, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac, Dios de Jacob. Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Él todos viven. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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Encuentros con la palabra - Domingo XXXII del tiempo ordinario - Ciclo C - Domingo 10 de noviembre de 2013

“¡Y él no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos están vivos!”

Hace algunos días me preguntaron, sin muchos preámbulos, cuáles podrían ser las dimensiones fundamentales de una espiritualidad que pudiera responder al mundo de hoy. Una pregunta aparentemente sencilla pero, al mismo tiempo, llena de profundidad. Respondí, rápidamente y sin pensar mucho: «Una espiritualidad que quiera responder a nuestra realidad tiene que tener los ojos bien abiertos ante la vida, para contemplar a Dios creador en medio de nuestra historia, debe recurrir siempre a la luz que ofrece la Palabra de Dios para discernir sus caminos y nos debe lanzar a la construcción de la comunidad cristiana en todos sus niveles».

Las tres dimensiones que aparecieron en esta primera respuesta espontánea, están muy conectadas entre sí y constituyen una unidad dinámica que considero muy cercana a la vida misma de Dios. Una espiritualidad no es otra cosa que una dinámica vital que nos pone en sintonía con Dios y nos hace obrar según el Espíritu de Dios. Por tanto, no es algo gaseoso, abstracto, elevado, desencarnado. Una espiritualidad es un estilo de vida que se puede ver y comprobar en obras muy concretas.

La participación del cristiano en la vida de Dios, que es lo que llamamos espiritualidad, hace que la persona entre en la dinámica vital propia de Dios uno y trino. La dinámica que se establece constantemente entre el Padre creador que se revela en la historia; el Hijo de Dios encarnado en la persona de Jesús; y el Espíritu Santo que sigue actuando en medio de nosotros para impulsarnos a construir una comunidad de amor. San Agustín, decía que Dios ha escrito dos libros; el primero y más importante es el libro de la vida, el libro de la historia que comenzó a escribir en los orígenes de los tiempos y que sigue escribiendo hoy con cada uno de nosotros; pero como fuimos incapaces de leer en este libro sus designios, Dios escribió un segundo libro, sacado del primero; este segundo libro es la Biblia; pero la primera Revelación está en la Historia, en la vida, en los acontecimientos de cada día: tanto en la vida personal, como grupal, comunitaria, social, política, etc...

Esta es la razón por la que la primera dimensión de una espiritualidad hoy es mirar la vida. Allí nos encontramos con lo que Dios quiere de nosotros; allí podemos descubrir lo que Dios está tratando de construir. Se trata de percibir la música de Dios, para cantar y bailar a su ritmo, para dejarnos invadir por su fuerza creadora. Es como entrar a un río y percibir hacia dónde va la corriente y dejarnos llevar por ella.

Esto es lo que Jesús quería comunicar cuando los saduceos, que negaban la resurrección de los muertos, le propusieron esa difícil pregunta sobre cuál de los siete hermanos, que estuvieron casados sucesivamente con una mujer, sería su esposo en la resurrección de los muertos... “El Señor es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. ¡Y él no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos están vivos!”. El Dios en el que creemos, por Jesucristo, es el Dios de la vida, que se revela en los acontecimientos cotidianos que muchas veces despreciamos porque no parecen revelarnos el rostro de Dios. Cuidemos que nuestra espiritualidad no se convierta en una serie de complicadas elucubraciones, que nos distraen de lo verdaderamente importante.


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domingo, 3 de noviembre de 2013

Domingo 31 del Tiempo Ordinario Ciclo "C" - 3 de Noviembre de 2013 -

1ª Lectura (Sb 11, 22. 12,2)

Lectura del libro de la Sabiduría
Señor, delante de Ti, el mundo entero es como un grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero, que cae sobre la tierra. Te compadeces de todos, y aunque puedes destruirlo todo, aparentas no ver los pecados de los hombres para darles ocasión de arrepentirse. Porque Tú amas todo cuanto existe y no aborreces nada de lo que has hecho; pues si habrías aborrecido alguna cosa, no la habrías creado. ¿Y cómo podrían seguir existiendo las cosas, si Tú no lo quisieras? ¿Cómo habría podido conservarse algo hasta ahora, si Tú no lo hubieras llamado a la existencia? Tú perdonas a todos, porque todos son tuyos, Señor, que amas la vida, porque tu Espíritu inmortal, está en todos los seres. Por eso si caen, los vas corrigiendo poco a poco, los reprendes y les traes a la memoria sus pecados, para que se arrepientan de sus maldades y crean en Ti, Señor. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (144)

R. Bendeciré al Señor, eternamente.
L. Dios y Rey mío, yo te alabaré, bendeciré tu Nombre siempre y para siempre. Un día tras otro bendeciré tu Nombre y no cesará mi boca de alabarte. /R.
L. El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas. /R.
L. Que te alaben, Señor, todas tus obras y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu Reino y narren tus proezas a los hombres. /R.
L. El Señor es siempre fiel a sus palabras y lleno de bondad en sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia. /R.

2ª Lectura (2Tes 1,11-2, 2)

Lectura de la Segunda Carta del apóstol San Pablo a los Tesalonicenses
Hermanos: Oramos siempre por ustedes, para que Dios los haga dignos de la vocación a la que los ha llamado, y con su poder, lleve a efecto todos los buenos propósitos que ustedes han formado, como lo que ya han aprendido por la fe. Así glorificarán a nuestro Señor Jesús y el los glorificará a ustedes, en la medida en que actúa en ustedes la gracia de nuestro Dios y de Jesucristo, el Señor. Por lo que toca a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestro encuentro con Él, les rogamos que no se dejen perturbar tan fácilmente. No se alarmen ni por supuestas revelaciones, ni por palabras o cartas atribuidas a nosotros, que los induzcan a pensar que el día del Señor es inminente. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Juan 3, 16)

R. Aleluya, aleluya.- Tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo Único, para que todo el que crea en Él, tenga Vida Eterna. R. Aleluya.

Evangelio (Lc 19, 1-10)

Lectura del santo Evangelio según San Lucas
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús entró en Jericó, y al ir atravesando la ciudad, sucedió que un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de conocer a Jesús; pero la gente se lo impedía, porque Zaqueo era de baja estatura. Entonces corrió y se subió a un árbol para verlo cuando pasara por ahí. Al llegar a ese lugar, Jesús levantó los ojos y le dijo: "Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa". El bajó enseguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, comenzaron todos a murmurar diciendo: "Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador". Zaqueo, poniéndose de pie, dijo a Jesús: "Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más". Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también él es hijo de Abraham, y el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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Pistas para la homilía del domingo - Domingo XXXI del tiempo ordinario - Ciclo C - Domingo 03 de noviembre de 2013

El personaje de este domingo es Zaqueo, descrito por el evangelista Lucas como “jefe de publicanos y rico”. El nombre de Zaqueo significa puro, inocente; su nombre no correspondía al oficio que desempeñaba, pues en Israel, los publicanos eran los que recaudaban los impuestos para los romanos, que eran los verdaderos dueños del país. Los recaudadores de impuestos eran acusados de corruptos y traidores. Por eso suena irónico que ese personaje tenga por nombre el puro e inocente...

Pero no nos quedemos en lo anecdótico. Vayamos al contenido central de este relato sobre el proceso de transformación que vivió Zaqueo. El punto de partida de este proceso que le cambió la vida es un deseo: “Trataba de conocer a Jesús”. No tenemos elementos ciertos que nos permitan conocer los motivos profundos de este deseo. Ciertamente, las enseñanzas y milagros de Jesús corrían de boca en boca por los caminos y los pueblos. Era imposible sustraerse a la curiosidad de conocer a una persona tan singular. Pero, más allá de una natural curiosidad, Zaqueo pudo tener otro tipo de inquietudes internas, que quizás no podía formular con claridad, pero que lo tenían desasosegado y le impedían estar satisfecho con su riqueza, obtenida por medios dudosos.

Zaqueo no se quedó en el simple deseo de conocer a Jesús, sino que emprendió acciones concretas. Muchas veces los buenos deseos se esfuman porque falta la voluntad firme de hacerlos realidad. Zaqueo tenía una limitación, que era su corta estura, que le impedía ver a Jesús en medio de las multitudes que lo rodeaban. Superó esta dificultad con una decisión muy audaz: decidió subirse a un árbol para verlo cuando pasara. Esta escena no sería exótica si el protagonista fuera un muchacho; pero sí debió sorprender a más de un transeúnte ver a un alto funcionario de la administración, elegantemente vestido, subido en un árbol. Un escena un poco ridícula... Pero Zaqueo no se dejó presionar por el temor a hacer el ridículo; fue mucho más fuerte su deseo de ver a Jesús.

Las expectativas de Zaqueo eran muy puntuales: simplemente ver al famoso personaje; no pretendía una entrevista ni que le firmara un autógrafo. Nunca imaginó lo que vendría después. Jesús lo vio en el árbol y le dijo: “Zaqueo, bájate pronto, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa”. El deseo de Zaqueo de ver a Jesús y el esfuerzo que hizo llamaron la atención del Maestro, quien le hace una invitación que lo llena de alegría. Jesús sabía muy bien que sus palabras serían registradas por sus enemigos pues les darían más argumentos en su contra: “Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”. La buena voluntad mostrada por Zaqueo creó un clima favorable para que el don de la gracia se manifestara en él.

¿Cómo responde Zaqueo a la invitación que le hace Jesús? El texto del evangelista Lucas explicita tres reacciones:
 - La primera reacción es el sentimiento de alegría. Zaqueo está feliz porque no solo pudo satisfacer la curiosidad de ver al famoso personaje del que todos hablaban; esa persona tan especial se dirigió a él llamándolo por su nombre y le expresó el deseo de ir a su casa. ¡Había valido la pena exponerse al ridículo!
 - La segunda reacción es la total disponibilidad. Inmediatamente se puso de pie acogiendo así el llamado del Señor.
 - La tercera reacción es la firme decisión de cambiar de vida. Jesús le ha tocado el corazón y así Zaqueo reconoce sus pecados y expresa, con decisiones concretas, su firme voluntad de conversión: “Mira, Señor, voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes, y si he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más”; es decir, ofrece una indemnización del 400%.

Al principio de esta meditación decíamos que nos llamaba la atención el contraste entre el nombre del personaje - Zaqueo significa puro e inocente - y el oficio que desempeñaba; identificábamos una total incompatibilidad entre el nombre y el oficio. Después del encuentro con Jesús, el nombre de Zaqueo expresa el nuevo ser que ha surgido en él. Por eso Jesús le dice: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”.

Muchos hermanos nuestros, alejados de Dios, alguna vez han sentido curiosidad por Jesús, por sus palabras de fraternidad, por su amor por los pobres; detrás de esa curiosidad hay una búsqueda de sentido. Que el ejemplo que damos los cristianos contribuya a hacer visible el rostro de Cristo. Hay que reconocer, con tristeza, que el antitestimonio de los creyentes contribuye al ocultamiento de los valores espirituales; en lugar de facilitar el descubrimiento del rostro amoroso de Dios nos convertimos en un estorbo para la búsqueda religiosa de muchos.


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