domingo, 26 de octubre de 2014

Domingo 30 del Tiempo Ordinario Ciclo "A"

1ª Lectura (Ex 22, 20-26)

Lectura del libro del Exodo
Esto dice el Señor a su pueblo: "No hagas sufrir ni oprimas al extranjero porque ustedes fueron extranjeros en Egipto. No explotes a las viudas ni a los huérfanos, porque si los explotas y ellos claman a Mí, ciertamente oiré Yo su clamor; mi ira se encenderá, te mataré a espada, tus mujeres quedaran viudas y tus hijos, huérfanos. Cuando prestes dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está contigo, no te portes con él como usurero, cargándole intereses. Si tomas en prenda el manto de tu prójimo, devuélveselo antes de que se ponga el sol, porque no tiene otra cosa con que cubrirse; su manto es su único cobertor y si no se lo devuelves, ¿cómo va a dormir? Cuando él clame a Mí, Yo lo escucharé, porque soy misericordioso". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (17)

R. Tú, Señor, eres mi refugio.
L. Yo te amo, Señor, Tú eres mi fuerza, el Dios que me protege y me libera. /R.
L. Tú eres mi refugio, mi salvación, mi escudo, mi castillo. Cuando invoqué al Señor de mi esperanza, al punto me libró de mi enemigo. /R.
L. Bendito seas, Señor, que me proteges; que Tú, mi salvador, seas bendecido. Tú concediste al rey grandes victorias y mostraste tu amor a tu elegido. /R.

2ª Lectura (1Ts 1, 5-10)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a losTesalonicenses
Hermanos: Bien saben cómo hemos actuado entre ustedes para su bien. Ustedes, por su parte, se hicieron imitadores nuestros y del Señor, pues en medio de muchas tribulaciones y con la alegría que da el Espíritu Santo, han aceptado la palabra de Dios en tal forma, que han llegado a ser ejemplo para todos los creyentes de Macedonia y Acaya, porque de ustedes partió y se ha difundido la palabra del Señor; y su fe en Dios ha llegado a ser conocida, no só1o en Macedonia y Acaya, sino en todas partes, de tal manera, que nosotros ya no teníamos necesidad de decir nada. Porque ellos mismos cuentan de qué manera tan favorable nos acogieron ustedes y cómo, abandonando los ídolos, se convirtieron al Dios vivo y verdadero para servirlo, esperando que venga desde el cielo su Hijo, Jesús, a quien Él resucitó de entre los muertos y es quien nos libra del castigo venidero. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Jn 14, 23) 

R. Aleluya, aleluya.- El que me ama cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra morada, dice el Señor. R. Aleluya.

Evangelio (Mt 22, 34-40)

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 
A. Gloria a ti, Señor. 
En aquel tiempo, habiéndose enterado los fariseos de que Jesús había dejado callados a los saduceos, se acercaron a Él. Uno de ellos, que era Doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley? Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el más grande y el primero de los mandamientos, y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se fundan toda la Ley y los profetas. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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Aporte ecológico a la homilía del domingo - XXX Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

Hablemos hoy de los minerales, que son también parte de la naturaleza. Analicemos el siguiente caso. Ser hombre noble y elegante en muchos países consiste, más que en llevar un traje bonito, en portar un reloj bien vistoso y costoso.

Los suizos fueron especialistas en fabricación de relojes de cuerda y cuando aparecieron otro tipo de relojes no creyeron que se fueran a poner de moda. Su tradicionalismo les impidió ver más allá. Estaban seguros de su técnica y de sus ganancias y perdieron la clientela. Parece que ahora han tenido la oportunidad de desquitarse.

Mirando las cosas desde lo social: ¿llevar un reloj de 2 ó 3 millones, qué implica? Quizás ayudarles a los obreros que lo producen con un salario mínimo y a los productores con uno de treinta o cuarenta veces más. 

Pues bien, en la primera lectura se habla de no explotar a las viudas, ni a los huérfanos, y de prestar dinero sin usura al necesitado y ayudar al pobre. ¿El lucir un reloj tan rico desde esta perspectiva, qué más implica? Desde el punto de vista sólo ecológico, el gastar algunos minerales de la naturaleza, tales como el oro, la plata, las esmeraldas.

Eso es lo superficial, aunque no deja de tener su costo hoy en día, cuando la explotación del oro puede resultar tan perjudicial para las comunidades campesinas e indígenas, como lo hemos reflexionado en otras ocasiones.

¿Pero desde el punto de vista humano y espiritual? Es colaborar a la sociedad de consumo con un gasto innecesario, mientras millones de personas carecen de alimentos, de un techo donde dormir, de una ropa qué ponerse.

Por todo el cuadro anterior, cómo cobra de significado el evangelio de hoy! Se nos invita a amar a Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todo el espíritu y al prójimo como a sí mismo. Entonces viene la gran pregunta: Estos señores que se aman tanto a sí mismos regalándose relojes tan finos: ¿sí aman a los demás como se aman así mismos?

¿O merecen toda la condenación por no abandonar los ídolos como sí lo hicieron los Tesalonicenses, de lo cual se goza San Pablo en la segunda lectura? Ellos sí supieron adorar al Dios vivo y verdadero.


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domingo, 19 de octubre de 2014

El mensaje del domingo - XXIX Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

Las lecturas de hoy nos muestran la distinción entre lo estatal y lo religioso, la relatividad de los poderes terrenales frente a la soberanía de Dios, y la relación entre la fe religiosa y la justicia social. Tratemos de aplicar a nuestra situación concreta el mensaje que nos traen los textos bíblicos de este domingo: Isaías 45, 1.4-6, Salmo 96 (95), 1ª Carta de Pablo a los Tesalonicenses 1,1-5b, y el pasaje del Evangelio.

 + 1.- “Yo soy el Señor y no hay otro, fuera de mí no hay Dios”

En la primera lectura encontramos tres veces la frase “no hay otro…”. Esta es una de las expresiones más frecuentes en los textos de los profetas del Antiguo Testamento, en los que Dios se proclama como único merecedor de adoración.

Los monarcas de los grandes imperios de la antigüedad eran adorados como dioses.

Muchos llegaron a exigir que se les rindiera culto, como Nabucodonosor en Babilonia, de cuya tiranía liberó el rey persa Ciro a los hebreos en el año 538 a. C., acontecimiento al que hace referencia el texto del libro de Isaías en la 1ª lectura. Los césares o emperadores romanos también se creyeron dioses, y así sucedió en tiempos de Jesús, quien nació en la época de César Augusto y murió en la de su sucesor Tiberio César. Posteriormente la mayoría de sus sucesores harían morir a miles de cristianos que se negaban a reconocer la divinidad del César, título equivalente a lo que en otros idiomas significan los términos Kaiser y Zar: el Emperador.

Frente a la mentalidad que diviniza a los soberanos de la tierra, los textos bíblicos proclaman de muchas formas que Dios es el único Señor. Esto es lo que expresa el Salmo 96 (95), que aclama su gloria y su poder y dice que en comparación con Él “los dioses de otros pueblos no son nada”.

 + 2.- “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”

Esta frase de Jesús indica la existencia de dos planos: el de la relación con los poderes terrenos del Estado y el de la obediencia a la autoridad de Dios desde la fe religiosa. No en términos de dos planos necesariamente opuestos, pero sí en cuanto son distintos y no deben confundirse, como ha ocurrido con frecuencia y sigue sucediendo en todos los fundamentalismos, tanto políticos como religiosos, cuando no se respetan las competencias correspondientes. Pero esto no quiere decir que la religión no tenga nada que ver con la política. Sí tiene que ver, y mucho, por cuanto reconocer a Dios como el único Señor implica llevar a la práctica la justicia social que la misma fe exige. Los cristianos y en general los creyentes en Dios que se han negado y se siguen negando a la divinización de los poderes terrenos y a todas sus formas de tiranía, al hacerlo tomaron y toman posiciones políticas en el sentido más amplio de la palabra: el de la coherencia entre creer en Dios y practicar la justicia que esta fe implica, desde el reconocimiento de todos los seres humanos como hijos suyos, con su dignidad y sus derechos.

Contra las pretensiones tiránicas o totalitarias de cualquier soberanía terrena, Jesús proclamó el Reino de Dios. No como un imperio que suplante a las autoridades terrenas, pues como Él lo dijo también, su Reino no es de este mundo, y como él mismo lo mostró en la práctica, nunca cedió a la tentación del mesianismo político haciéndose o dejándose proclamar rey. Pero sí como el reconocimiento eficaz de la soberanía absoluta de Dios -que es la soberanía del amor, porque Dios es Amor- frente a toda pretensión de tiranía por parte de los poderes terrenales.

 + 3.- Las virtudes “teologales” en el primer texto del Nuevo Testamento

La primera carta de san Pablo a la comunidad cristiana de la ciudad griega de Tesalónica, a quienes el mismo apóstol les había proclamado la Buena Nueva de Cristo en su primer viaje misionero, es el primer escrito que ha llegado hasta nosotros de entre todos los que componen el llamado “Nuevo Testamento”. En esta carta, situada por los estudiosos de la Biblia hacia el año 51, entre 20 y 25 años después de la muerte de Cristo, antes de los mismos Evangelios cuya redacción comenzaría hacia el año 64, es muy significativo que aparezcan mencionadas las tres virtudes teologales, es decir, las que corresponden directamente al reconocimiento de Dios como tal: fe, esperanza y caridad. Como lo indica Pablo, se trata de una fe activa, una esperanza que implica afrontar con paciencia las dificultades, y una caridad que supone la disposición de servicio a los demás desde el reconocimiento de todos como hijos e hijas de Dios.

Pidámosle pues al Señor que conserve y aumente en nosotros la fe, la esperanza y la caridad como manifestaciones de nuestro reconocimiento de su soberanía, que implica para cada uno de nosotros el compromiso de contribuir a la realización de la justicia social, específicamente en el contexto de la situación de pobreza, inequidad y violencia que, desde los inicios de la evangelización cristiana hace poco más de cinco siglos, viene padeciendo nuestro país en este continente americano en el que, con no poca frecuencia, se ha confundido y se sigue confundiendo el plano de la Religión con el del Estado, pero también en el que se ha tratado y se sigue tratando de reprimir la justa reivindicación de la dignidad y los derechos humanos con los falsos argumentos de una religión reducida a las sacristías.-


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Domingo 29 del Tiempo Ordinario Ciclo "A"

1ª Lectura (Is 45, 1.4-6)

Lectura del libro del profeta Isaías
Así habló el Señor a Ciro, su ungido, a quien ha tomado de la mano para someter ante Él a las naciones y desbaratar la potencia de los reyes, para abrir ante Él los portones y que no quede nada cerrado: "Por amor a Jacob, mi siervo, y a Israel, mi escogido, te llamé por tu nombre y te di un título de honor, aunque tú no me conocieras. Yo soy el Señor y no hay otro; fuera de mí no hay Dios. Te hago poderoso, aunque tú no me conoces, para que todos sepan, de oriente a occidente, que no hay otro Dios fuera de mí. Yo soy el Señor y no hay otro". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (95)

R. Cantemos la grandeza del Señor.
L. Cantemos al Señor un canto nuevo, que le cante al Señor toda la tierra. Su grandeza anunciemos a los pueblos; de nación en nación sus maravillas. /R.
L. Cantemos al Señor, porque Él es grande, más digno de alabanza y más tremendo que todos los dioses paganos, que ni existen; ha sido el Señor quien hizo el cielo. /R.
L. Alaben al Señor, pueblos del orbe, reconozcan su gloria y su poder y tribútenle honores a su nombre. Ofrézcanle en sus atrios sacrificios. /R.
L. Caigamos en su templo de rodillas. Tiemblen ante el Señor los atrevidos. "Reina el Señor" digamos a los pueblos. Él gobierna a las naciones con justicia. /R.

2ª Lectura (1 Ts 1, 1-5)

Lectura de la Primera Carta del apóstol San Pablo a los tesalonicenses
Pablo, Silvano y Timoteo deseamos la gracia y la paz a la comunidad cristiana de los tesalonicenses, congregada por Dios Padre y por Jesucristo, el Señor. En todo momento damos gracias a Dios por ustedes y los tenemos presentes en nuestras oraciones. Ante Dios, nuestro Padre, recordamos sin cesar las obras que manifiestan la fe de ustedes, los trabajos fatigosos que han emprendido su amor y la perseverancia que les da su esperanza en Jesucristo, nuestro Señor. Nunca perdemos de vista, hermanos muy amados de Dios, que Él es quien los ha elegido. En efecto, nuestra predicación del Evangelio entre ustedes no se llevó a cabo só1o con palabras, sino también con la fuerza del Espíritu Santo, que produjo en ustedes abundantes frutos. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Fil.2, 15.16) 

R. Aleluya, aleluya.- Iluminen al mundo con la luz del Evangelio reflejada en su vida. R. Aleluya.

Evangelio (Mt. 22, 15-21)

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 
A. Gloria a ti, Señor. 
En aquel tiempo se reunieron los fariseos para ver la manera de hacer caer a Jesús, con preguntas insidiosas, en algo de que pudieran acusarlo. Le enviaron, pues, a algunos de sus secuaces junto con algunos del partido de Herodes, para que le dijeran: "Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie. Dinos, pues, qué piensas: ¿Es lícito o no pagar el tributo al César?" Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones, les contestó: "Hipócritas, ¿por qué tratan de sorprenderme? Enséñenme la moneda del tributo". Ellos le presentaron una moneda. Jesús les preguntó: "¿De quién es esta imagen y esta inscripción?" Le respondieron: "Del César". Y Jesús concluyó: "Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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domingo, 12 de octubre de 2014

Domingo 28 del Tiempo Ordinario Ciclo "A"

1ª Lectura (Is 25, 6-10)

Lectura del libro del profeta Isaías
En aquel día, el Señor del universo preparará sobre este monte un festín con platillos suculentos para todos los pueblos; un banquete con vinos exquisitos y manjares sustanciosos. Él arrancará en este monte el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo. Así lo ha dicho el Señor. En aquel día se dirá: "Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara. Alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae, porque la mano del Señor reposará en este monte". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (22)

R. Habitaré en la casa del Señor toda la vida.
L. El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace reposar y hacia fuentes tranquilas me conduce para reparar mis fuerzas. /R.
L. Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto; así, aunque camine por cañadas oscuras nada temo, porque Tú estás conmigo. Tu vara y tu cayado me dan seguridad. /R.
L. Tú mismo me preparas la mesa, a despecho de mis adversarios; me unges la cabeza con perfume y llenas mi copa hasta los bordes. /R.

2ª Lectura (Flp 4, 12-14.19-20)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los filipenses
Hermanos: Yo sé lo que es vivir en pobreza y también lo que es tener de sobra. Estoy acostumbrado a todo: lo mismo a comer bien que a pasar hambre; lo mismo a la abundancia que a la escasez. Todo lo puedo unido a aquel que me da fuerza. Sin embargo, han hecho ustedes bien en socorrerme cuando me vi en dificultades. Mi Dios, por su parte, con su infinita riqueza, remediará con esplendidez todas las necesidades de ustedes, por medio de Cristo Jesús. Gloria a Dios, nuestro Padre, por los siglos de los siglos. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Ef 1, 17-18)

R. Aleluya, aleluya.- Que el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine nuestras mentes para que podamos comprender cuál es la esperanza que nos da su llamamiento resucitado Cristo, que creó todas las cosas y se compadeció de todos los hombres. R. Aleluya.

Evangelio (Mt 22, 1-14)

Lectura del santo Evangelio según san Mateo
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: "El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamaran a los invitados, pero estos no quisieron ir. Envió de nuevo a otros criados que les dijeran: 'Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda'. Pero los invitados no hicieron caso. Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron. Entonces el rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad. Luego les dijo a sus criados: 'La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren'. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados. Cuando el rey entró a saludar a los convidados vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con traje de fiesta y le preguntó: 'Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?' Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados: "Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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El mensaje del domingo - XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

 + 1.- “Envió sus siervos a llamar a los invitados a la boda, pero no quisieron venir”

La imagen del banquete nos trae una primera enseñanza en la liturgia de este domingo. Como lo expresa el Salmo 23 (22), unos diez siglos antes de Cristo el rey David le había cantado al Dios que guió a su pueblo por el desierto hacia una tierra prometida como el pastor conduce a sus ovejas hacia praderas de hierba fresca, preparándole un banquete y protegiéndolo de sus enemigos. Dos siglos más tarde, en el siglo VIII a. C., el profeta Isaías (25, 6-10a) había anunciado que Dios prepararía para todos los pueblos una fiesta con manjares exquisitos.

En la parábola del Evangelio el banquete de bodas simboliza la alianza de Dios con su pueblo. Los profetas habían exhortado al pueblo de Israel a cumplir con esta alianza abandonando la idolatría y la injusticia, pero fueron rechazados por sus autoridades políticas y religiosas. Y este rechazo a la invitación de Dios iba a llegar hasta el punto de dar muerte a su Hijo en una cruz. Finalmente, la imagen de la ciudad consumida por el fuego hace referencia a lo que sucedió con Jerusalén, que en el año 70 d. C. fue incendiada y arrasada con todo y su templo.

También nosotros somos invitados por el Señor a abandonar la idolatría -los apegos desordenados- y la injusticia -los comportamientos destructivos contra la dignidad y los derechos de los demás-, para construir una comunidad en la que todos compartamos como hermanos la mesa de la creación. ¿Cómo estamos respondiendo a esta invitación? Para hacerlo positivamente contamos con la ayuda de Jesús, pues como dice el apóstol Pablo en la segunda lectura, “todo lo puedo en Aquél que me conforta” (Filipenses 4, 12-14.19-20).

 + 2.- “Vayan a los cruces de los caminos e inviten a todos los que encuentren”

La segunda enseñanza consiste en reconocer la universalidad del mensaje salvador de Jesús. Los cruces de los caminos son una referencia simbólica a los lugares donde se encuentran las personas de las distintas culturas y condiciones sociales. Los profetas de Israel habían anunciado el alcance universal de las promesas de Dios, más allá de las fronteras. Al “banquete de manjares exquisitos y vino generoso” son invitados “todos los pueblos”, “todas las gentes”, dice el profeta Isaías en la primera lectura.

La Iglesia, nuevo pueblo de Dios del que somos invitados a formar parte todos los hombres y mujeres, tiene como misión mantener la misma actitud de apertura universal que mostró nuestro Señor Jesucristo, que acogía a los paganos, a los pobres, a los pecadores, contraria a la de los jefes religiosos del Templo que los rechazaban con sus leyes y ritos excluyentes. ¿Tengo yo la misma actitud de Jesús? ¿O me cierro a las personas que no son de mi propia raza, cultura, religión o condición social, o que son consideradas pecadoras, como lo hacían los jefes religiosos de Jerusalén?

 + 3.- “Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos

En esta conclusión de la parábola encontramos una tercera enseñanza. Hay un detalle muy significativo en la parábola del Evangelio: dice Jesús que los servidores salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, “malos y buenos”. Esto quiere decir que Dios no sólo llama a los justos, sino también a los pecadores, y Él mismo ofrece a todos, sin distinciones, la posibilidad de presentarse bien dispuestos para la fiesta a la que los invita. En las fiestas de bodas de la época de Jesús el anfitrión solía suministrarles a los invitados el vestido apropiado para la ocasión. El personaje de la parábola que se presenta sin este vestido, simboliza por tanto un rechazo al gesto amigable de quien lo ha invitado.

Dios nos ofrece a todos la vestidura que necesitamos para presentarnos a compartir la fiesta de la felicidad eterna, de la cual la Eucaristía es un signo anticipatorio porque en ella entramos en comunión con la vida resucitada de Jesús. Tal vestidura es lo que se llama el “estado de gracia”, es decir la situación resultante de estar en paz con Dios. Para alcanzar este “estado de gracia”, que como la palabra misma lo dice es un don gratuito no obtenido por nuestros méritos sino por la pura misericordia divina, tenemos que reconocer nuestra necesidad de reconciliarnos con Él y con nuestros prójimos, tanto con los que hayamos ofendido como con los que nos hayan hecho algún mal.

¿Estamos presentables para nuestro encuentro con el Señor, llevando la vestidura apropiada que Él mismo nos ofrece? Examinemos nuestra vida, revisemos nuestras actitudes y dispongámonos a responder positivamente a la invitación que Dios nos hace a participar en su banquete: el de la Eucaristía durante nuestra vida presente, y el de “la vida del mundo futuro” cuando pasemos a la eternidad.-


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domingo, 5 de octubre de 2014

Domingo 27 del Tiempo Ordinario Ciclo "A"

1ª Lectura (Is 5, 1-7)

Lectura del libro del profeta Isaías
Voy a cantar, en nombre de mi amado, una canción a su viña. Mi amado tenía una viña en una ladera fértil. Removió la tierra, quitó las piedras y plantó en ella vides selectas; edificó en el medio una torre y excavó un lagar. El esperaba que su viña diera buenas uvas, pero la viña dio uvas agrias. Ahora bien, habitantes de Jerusalén y gente de Judá, yo les ruego, sean jueces entre mi viña y yo. ¿Qué más pude hacer por mi viña, que yo no lo hiciera? ¿Por qué cuando yo esperaba que diera uvas buenas, las dio agrias? Ahora voy a darles a conocer lo que haré con mi viña; le quitaré su cerca y será destrozada. Derribaré su tapia y será pisoteada. La convertiré en un erial, nadie la podará ni le quitará los cardos, crecerán en ella los abrojos y las espinas, mandaré a las nubes que no lluevan sobre ella. Pues bien, la viña del Señor de los ejércitos es la casa de Israel, y los hombres de Judá son su plantación preferida. El Señor esperaba de ellos que obraran rectamente y ellos, en cambio cometieron iniquidades; El esperaba justicia y sólo se oyen reclamaciones. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (79)

R. La viña del Señor es la casa de Israel. 
L. Señor, Tú trajiste de Egipto una vid, arrojaste de aquí a los paganos y la plantaste; ella extendió sus sarmientos hasta el mar y sus brotes llegaban hasta el río. /R.
L. Señor, ¿por qué has derribado su cerca, de modo que puedan saquear tu viña los que pasan, pisotearla los animales salvajes, y las bestias del campo destrozarla? /R.
L. Señor, Dios de los Ejércitos, vuelve tus ojos, mira tu viña y visítala; protege la cepa plantada por tu mano, el renuevo que Tú mismo cultivaste. /R.
L. Ya no nos alejaremos de ti; consérvanos la vida, y alabaremos tu poder. Restablécenos, Señor, Dios de los Ejércitos, míranos con bondad y estaremos a salvo. /R.

2ª Lectura (Flp 4, 6-9)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los filipenses
Hermanos: No se inquieten por nada; más bien presenten en toda ocasión sus peticiones a Dios en la oración y la súplica, llenos de gratitud. Y que la paz de Dios, que sobrepasa toda inteligencia, custodie sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, aprecien todo lo que es verdadero y noble, cuanto hay de justo y puro, todo lo que es amable y honroso, todo lo que sea virtud y merezca elogio. Pongan por obra cuanto han aprendido y recibido de mi, todo lo que yo he dicho y me han visto hacer; y el Dios de la paz estará con ustedes. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Jn 15, 16) 

R. Aleluya, aleluya.- Yo los he elegido del mundo, dice el Señor, para que vayan y den fruto y su fruto permanezca. R. Aleluya.

Evangelio (Mt 21, 33-43)

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 
A. Gloria a ti, Señor. 
En aquel tiempo, Jesús dijo a los Sumos Sacerdotes y a los Ancianos del pueblo esta parábola: “Había una vez un propietario que plantó un viñedo, lo rodeó con una cerca, cavó un lagar en é1, construyó una torre para el vigilante y luego lo alquiló a unos viñadores y se fue de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió a sus criados para pedir su parte de los frutos a los viñadores; pero éstos se apoderaron de los criados, golpearon a uno, mataron a otro y a otro más lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, en mayor número que los primeros, y los trataron del mismo modo. Por último, les mand6 a su propio hijo, pensando: 'A mi hijo lo respetarán'. Pero cuando los viñadores lo vieron, se dijeron unos a otros: 'Este es el heredero. Vamos a matarlo y nos quedaremos con su herencia'. Le echaron mano, lo sacaron del viñedo y lo mataron. Ahora, díganme: cuando vuelva el dueño del viñedo, ¿qué hará con esos viñadores?" Ellos le respondieron: "Dará muerte terrible a esos desalmados y arrendará el viñedo a otros viñadores, que le entreguen los frutos a su tiempo". Entonces Jesús les dijo: "¿No han leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los constructores, es ahora la piedra angular?  Esto es obra del Señor y es un prodigio admirable. Por esta razón les digo a ustedes que les será quitado el Reino de Dios y se le dará a un pueblo que produzca sus frutos". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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Encuentros con la palabra - XXVII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A

“¿Qué creen ustedes que hará con esos labradores?” - (Mateo 21, 33-43)

Quiero ofrecerles hoy algunos datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que me parece que pueden ayudar a pensar algunas cosas. En primer lugar, algunas cifras sobre la manera como ha evolucionado la distribución de los ingresos en los últimos dos siglos:

En 1820: el 20% más rico ganaba 3 veces más que el 20% más pobre.
En 1870: el 20% más rico ganaba 7 veces más que el 20% más pobre.
En 1913: el 20% más rico ganaba 11 veces más que el 20% más pobre.
En 1960: el 20% más rico ganaba 30 veces más que el 20% más pobre.
En 1990: el 20% más rico ganaba 60 veces más que el 20% más pobre.
En 1997: el 20% más rico ganaba 74 veces más que el 20% más pobre.

En segundo lugar, alguna información sobre la situación general de los países: De los 5.570 millones que habitamos el planeta, 1.150 millones viven en el norte, en países industrializados, mientras que 4.620 millones vivimos en el sur en países pobres, o como eufemísticamente se les llamó durante algunos años, países en ‘vías de desarrollo’. Se calcula que el 25% de la población mundial, es decir 1.442 millones de personas viven por debajo de los niveles de pobreza. 1.000 millones son analfabetas y la misma cantidad carece de agua potable. 1.300 millones de personas sobreviven con menos de 1 dólar diario, de los cuales 110 millones habitan en América Latina, 970 millones en Asia y 200 millones en África.

Anualmente, se gastan 35.000 millones de dólares en recreación las empresas japonesas. 50.000 millones de dólares se gastan en cigarrillos y 105.000 millones en bebidas alcohólicas los europeos. En el mundo se gastan 400.000 millones de dólares en drogas estupefacientes y 780.000 millones son los gastos militares en el mundo. Junto a esto, contrastan las tres cifras siguientes para garantizar el acceso universal a los servicios básicos en todos los países pobres: Bastarían 6.000 millones de dólares para garantizar la enseñanza básica. 9.000 millones para dar agua potable y saneamiento. 13.000 millones para ofrecer salud y nutrición básicas.

Aunque la parábola que nos cuenta Jesús este domingo está dirigida a los jefes de los sacerdotes, a los que Jesús quería cuestionar sobre su responsabilidad en el manejo de la obra de Dios, comparándolos con los labradores de una finca que les había alquilado un señor, estas cifras nos cuestionan como seres humanos, en la medida en que también a nosotros nos corresponde administrar correctamente este mundo, según la voluntad del Padre, que quiere que todos sus hijos tengan vida, y la tengan en abundancia.

En este contexto de desigualdad creciente, en el que los pobres han dejado de ser importantes para los dueños de este mundo, levantar la voz para reclamar justicia y denunciar el desorden establecido es un verdadero peligro. Como a los enviados por el dueño de la viña, los profetas de ayer y de hoy han sido asesinados, como fue asesinado el mismo Hijo de Dios. ¿Cuándo le daremos a Dios la debida cosecha?


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