domingo, 22 de febrero de 2015

Domingo 1 de Cuaresma Ciclo "B"

1ª Lectura (Gen 9, 8-15)

Lectura del libro del Génesis
En aquellos días dijo Dios a Noé y a sus hijos: "Ahora establezco una alianza con ustedes y con sus descendientes, con todos los animales que los acompañaron, aves, ganados y fieras, con todos los que salieron del arca, con todo ser viviente sobre la tierra. Esta es la alianza que establezco con ustedes: No volveré a exterminar la vida con el diluvio ni habrá otro diluvio que destruya la tierra". Y añadió: "Esta es la señal de la alianza perpetua que yo establezco con ustedes y con todo ser viviente que esté con ustedes. Pondré mi arco iris en el cielo como señal de mi alianza con la tierra, y cuando yo cubra de nubes la tierra, aparecerá el arco iris y me acordaré de mi alianza con ustedes y con todo ser viviente. No volverán las aguas del diluvio a destruir la vida". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (24)

R. Descúbrenos, Señor, tus caminos.
L. Descúbrenos, Señor, tus caminos, guíanos con la verdad de tu doctrina. Tú eres nuestro Dios y salvador y tenemos en Ti nuestra esperanza. /R.
L. Acuérdate, Señor, que son eternos tu amor y tu ternura. Según ese amor y esa ternura, acuérdate de nosotros. /R.
L. Porque el Señor es recto y bondadoso, indica a los pecadores el sendero, guía por la senda recta a los humildes y descubre a los pobres sus caminos. /R.

2ª Lectura (1ª Pe 3, 18-22)

Lectura de la Primera Carta del Apóstol San Pedro
Hermanos: Cristo murió una sola vez y para siempre, por los pecados de los hombres; Él, el justo, por nosotros, los injustos, para llevamos a Dios; murió en su cuerpo y resucitó glorificado. En esta ocasión, fue a proclamar su mensaje a los espíritus encarcelados que habían sido rebeldes en los tiempos de Noé, cuando la paciencia de Dios aguardaba, mientras se construía el arca, en la que unos pocos, ocho personas, se salvaron flotando sobre el agua. Aquella agua era figura del bautismo, que ahora los salva a ustedes y que no consiste en quitar la inmundicia corporal, sino en el compromiso de vivir con una buena conciencia ante Dios, por la resurrección de Cristo Jesús, Señor nuestro, que subió al cielo y está a la derecha de Dios, a quien están sometidos los ángeles, las potestades y las virtudes. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Mateo 4, 4)

R. Aleluya, aleluya.- No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios. R. Aleluya.

Evangelio (Mc 1, 12-15)

Lectura del santo Evangelio según san Marcos
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, el Espíritu impulsó a Jesús a retirarse al desierto, donde permaneció cuarenta días y fue tentado por Satanás. Vivió allí entre animales salvajes, y los ángeles le servían, Después de que arrestaron a Juan el Bautista, Jesús se fue a Galilea para predicar el Evangelio de Dios y decía: "Se ha cumplido el tiempo y el Reino de Dios ya está cerca. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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El mensaje del domingo - I Domingo de Cuaresma, Ciclo B

Desde el “miércoles de ceniza”, con la señal de la santa cruz marcada sobre nuestra frente y con la frase “conviértete y cree en el Evangelio”, hemos sido exhortados a reorientarnos hacia Dios y renovar nuestra fe en su buena noticia de salvación. El Evangelio de hoy termina con la misma exhortación, y las tres lecturas bíblicas nos plantean tres temas de reflexión íntimamente relacionados entre sí:

+ La alianza del Creador con la humanidad (Génesis 9, 8-15).
+ Las tentaciones que enfrentó Jesús para enseñarnos a vencerlas (Marcos 1, 12-13).
+ La renovación de la gracia que hemos recibido en el bautismo (1 Pedro 3, 18-22).

 + 1.- Dios quiere establecer una alianza con la humanidad

Los relatos de los primeros nueve capítulos del libro del Génesis, desde la creación del universo y del ser humano, pasando por el “pecado original” y sus consecuencias inmediatas, hasta el diluvio del cual fueron salvados Noé con su familia y un resto de las demás criaturas, son narraciones que nos muestran a un Dios compasivo que no quiere la destrucción del ser humano sino su renovación.

Para ello establece con Noé y sus descendientes -es decir, con toda la humanidad- un pacto cuyo signo es el arco iris. Más adelante en el mismo libro del Génesis, Dios mismo insistirá en su voluntad inquebrantable de alianza con el ser humano al revelarse a los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob, y en los libros del Éxodo y del Deuteronomio al manifestársele al pueblo de Israel por medio de Moisés y con la promulgación de los diez mandamientos.

Posteriormente, a través de los profetas, el Señor recordará a su pueblo el sentido de esa alianza que Él quiere mantener, buscando siempre caminos para el logro de una plena reconciliación de sus criaturas con Él y entre ellas. Así deberíamos también actuar nosotros: nunca darnos por vencidos en la búsqueda de una sociedad reconciliada, en la que se respete la vida y sepamos todos convivir como hermanos, hijos de un mismo Creador.

 + 2.- Jesús es sometido a la tentación para enseñarnos a vencer las fuerzas del mal

Después de ser proclamado como el “Hijo amado” de Dios en el bautismo recibido de Juan, y luego del encarcelamiento de éste por orden del rey Herodes, encontramos a Jesús en el desierto de Judea, dedicado a un retiro espiritual de cuarenta días. Este número, de donde se deriva el nombre de la “cuaresma”, que es el tiempo litúrgico iniciado el miércoles de ceniza, evoca los cuarenta años de la duración del diluvio según el libro del Génesis (7, 17), como también los cuarenta días que estuvo Moisés en el monte Sinaí comunicándose con Dios (Éxodo 24, 18), los cuarenta años que duró la peregrinación del pueblo hebreo por el desierto hacia la tierra prometida (Éxodo y Deuteronomio), y los cuarenta días de camino del profeta Elías por el mismo desierto hacia el monte Horeb -otro nombre del Sinaí- para encontrarse con Dios (1 Reyes 19, 8-14).

Los tres evangelistas que narran tanto el bautismo de Jesús como su retiro al desierto, (Marcos, Mateo y Lucas) indican que Jesús fue al desierto impulsado por el Espíritu. Lucas agrega el adjetivo “Santo”. Fue un retiro motivado por el aliento vital de Dios, al que luego reconocería la Iglesia como la tercera persona de la Santísima Trinidad. Y es precisamente con el poder del mismo Espíritu Santo como Jesús vence la tentación que proviene de “Satanás”, palabra que significa “el adversario” y con la que es denominado en los Evangelios el poder del mal que se opone al Reino de Dios y pretende destruirlo.

El relato de Marcos es el más breve. No precisa cómo fue tentado Jesús -como sí lo hacen Mateo y Lucas narrando tres tipos de tentación-, pero incluye un detalle significativo: estuvo “viviendo entre las fieras”. Así presenta a Jesús como un nuevo Adán, capaz de triunfar sobre la tentación original: la del egoísmo que lleva al ser humano a dejar de reconocerse como criatura para pretender “ser como Dios”.

También nosotros, especialmente en este tiempo de la Cuaresma, somos invitados a dejarnos mover por el Espíritu Santo hacia espacios de “desierto”, es decir, de silencio interior y desapego de todo cuanto nos impide comunicarnos con Dios, con el fin de hacer una revisión a fondo de nuestras vidas y recibir la fuerza divina requerida para resistir y vencer las tentaciones, y orientar nuestra vida hacia Él.

 + 3.- Dispongámonos a ser renovados con la gracia de Dios recibida en el bautismo

Jesús proclamó la cercanía del Reino de Dios, es decir, del poder del Amor, disponible para nosotros si nos dejamos impulsar por el Espíritu Santo. Es Cristo mismo, quien “murió por nuestros pecados una vez para siempre (…) para conducirnos a Dios” como dice la primera carta de Pedro en la segunda lectura, el que con la misma paciencia que Dios siempre ha tenido “desde los tiempos de Noé” para ofrecer a toda la humanidad su misericordia infinita, nos invita a reconocer nuestra necesidad de salvación.

Expresemos, pues, nuestra sincera voluntad de conversión dándole un sentido auténtico a la Cuaresma. Y dispongámonos a ser renovados con la gracia de Dios recibida en el bautismo mediante el al sacramento de la Reconciliación, revisando en qué tenemos que cambiar para reorientar nuestra existencia al cumplimiento de la voluntad de Dios (hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo), implorando su misericordia con la intención de ser también nosotros compasivos con los demás (perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos…) y pidiendo la fuerza de su Espíritu para vencer todo cuanto se oponga al plan de Dios en nuestra vida (no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal).-



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domingo, 15 de febrero de 2015

Domingo 6 del Tiempo Ordinario Ciclo "B" - 15 de Febrero de 2015

1ª Lectura (Lev 13, 1-2. 44-46)

Lectura del libro del Levítico
El Señor dijo a Moisés y a Aaron: "Cuando alguno tenga en su carne una o varias manchas escamosas o una mancha blanca y brillante, síntomas de la lepra, será llevado ante el sacerdote Aaron o ante cualquiera de sus hijos sacerdotes. Se trata de un leproso, y el sacerdote lo declarará impuro. El que haya sido declarado enfermo de lepra, traerá la ropa descosida, la cabeza cubierta, se cubrirá la boca e irá gritando: '¡Estoy contaminado! ¡Soy impuro!'. Mientras le dure la lepra seguirá impuro y vivirá solo, fuera del campamento!". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (31)

R. Perdona, Señor, nuestros pecados.
L. Dichoso aquel que ha sido absuelto de su culpa y su pecado, dichoso aquel en el que Dios no encuentra delito ni engaño. /R.
L. Ante el Señor reconocí mi culpa, no oculté mi pecado. Te confesé, Señor, mi gran delito y Tú me has perdonado. /R.
L. Alégrense con el Señor y regocíjense los justos todos, y todos los hombres de corazón sincero canten de gozo. /R.

2ª Lectura (1Co 10, 31-11,1)

Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los corintios
Hermanos: Todo lo que hagan ustedes, sea comer, o beber, o cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios. No den motivo de escándalo ni a los judíos, ni a los paganos, ni a la comunidad cristiana. Por mi parte, yo procuro dar gusto a todos en todo, sin buscar mi propio interés, sino el de los demás, para que se salven. Sean pues, imitadores míos, como yo lo soy de Cristo. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Lc 7, 16)

R. Aleluya, aleluya.- Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo. R. Aleluya.

Evangelio (Mc 1, 40-45)

Lectura del santo Evangelio según san Marcos
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se le acercó a Jesús un leproso para suplicarle de rodillas: "Si tú quieres, puedes curarme". Jesús se compadeció de él, y extendiendo la mano, lo tocó y le dijo: "¡Sí, quiero: Sana!". Inmediatamente se le quitó la lepra y quedó limpio. Al despedirlo, Jesús le mandó con severidad: "No se lo cuentes a nadie; pero para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo prescrito por Moisés". Pero aquel hombre comenzó a divulgar tanto el hecho, que Jesús no podía ya entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera en lugares solitarios, adonde acudían a Él de todas partes. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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El mensaje del domingo - VI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Los Evangelios narran los milagros de Jesús para indicar que en Él se hace presente el Reino de Dios, es decir, el poder del Amor infinito que sana y renueva a toda persona que cree y se deja transformar por su acción salvadora, encarnando a un Dios compasivo e invitándonos con su ejemplo a tener sus mismos sentimientos. Veamos lo que nos enseña hoy el relato de la curación de leproso, teniendo en cuenta también las otras lecturas. [Levítico 13, 1-2.44-46; Salmo 32 (31); 1 Corintios 10, 31 – 11,1].

 + 1.- Jesús se opone a la marginación social de los seres humanos

La enfermedad en general, tanto en el Antiguo Testamento como en la época de la vida terrena de Jesús, era considerada como una consecuencia del pecado de quien la sufría, o de sus padres, o de sus antepasados. Pero había entre todas una enfermedad específica que se concebía como la peor: la lepra.

El Levítico, nombre derivado de Leví, uno de los doce hijos del patriarca Jacob y que dio origen a los “levitas”, dedicados al culto religioso y al servicio del templo, es uno de los cinco libros que componen la “Torá”, término hebreo que designa al conjunto de los textos sagrados referentes a la “Ley”. Este libro, atribuido a Moisés pero escrito en realidad unos siete siglos después de él, en el V antes de Cristo, y que pertenece a la tradición bíblica llamada “sacerdotal”, contiene en sus capítulos 13 y 14 unas prescripciones que expresan el rechazo que causaba la lepra en la antigüedad y la marginación a la que eran sometidos quienes la padecían, debido a una concepción cultural que, además del temor al contagio, asociaba esa enfermedad con el pecado.

Por eso, para entender ciertos pasajes como el de la primera lectura de hoy, es importante tener en cuenta que en la Biblia, si comparamos los textos del Antiguo Testamento con los del Nuevo, se refleja una evolución en la forma de entender las situaciones humanas, con respecto a las cuales Jesús muestra una actitud totalmente distinta de la tradicional hacia quienes, por una enfermedad como la lepra -que era algo así como el sida de aquel tiempo-, eran rechazados y excluidos de la sociedad.

 + 2.- Jesús revela la cercanía y la acción compasiva de Dios en favor de los excluidos

Una de las características del comportamiento de Jesús es su disposición constante a acercarse y acoger a quienes eran rechazados por los que se creían “puros” y se apartaban de los enfermos para así permanecer supuestamente “incontaminados”. Jesús, al contrario de éstos, se acerca a todos los que sufren, cualquiera que sea su condición. En el relato que nos trae hoy el Evangelio podemos apreciar precisamente cómo Jesús deja que el leproso se le acerque. Esta forma de actuar era inconcebible para sus contemporáneos, sobre todo para quienes se preciaban de seguir a la letra las prescripciones rituales: los sacerdotes y demás ministros del antiguo culto religioso hebreo, como también los “doctores de la Ley”.

Pero no sólo deja que se le acerque y le diga “si quieres puedes limpiarme” -un acto humilde de fe en el poder sanador de Jesús-, sino, además, sintiendo compasión, extendió la mano y lo tocó diciendo: “quiero, queda limpio”, manifestando así que la cercanía sanadora de Dios es un hecho palpable y transformador para toda persona que reconoce su necesidad de ser liberada del mal. Es más: al tocar al leproso, Jesús estaba contraviniendo la norma que mandaba no tener contacto con quienes padecían la lepra, y con este gesto indica hasta dónde llega la misericordia divina: hasta pasar por encima de los ritos tradicionales para sanar al que sufre y reincorporarlo a la vida social.

 + 3.- Jesús no quiere que se confunda su misión con la de un milagrero explotador

Marcos es el que más insiste en lo que los estudiosos de los textos evangélicos llaman “el secreto mesiánico”, consistente en la orden que Jesús les daba, a las personas que había curado, de no divulgar sus milagros (“No se lo digas a nadie”, le ordena a quien ha sido sanado de la lepra). Con esta prohibición, trataba de evitar que sus hechos fueran malinterpretados en el sentido de un falso mesianismo, totalmente opuesto a la forma en la que Él entendía su misión. Sin embargo, quienes eran sanados no se aguantaban las ganas de proclamar lo que Él había hecho en su favor, de tal modo que, como cuenta el Evangelio, Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo, sino que se quedaba fuera, en lugares solitarios. Lo que quiere mostrar el evangelista es que Jesús no quería ser confundido con un curandero mágico como tantos que explotan a la gente con fines de lucro personal.

El relato de la curación del leproso es una muestra de hasta dónde llega la compasión del Dios revelado en Jesús: hasta compartir Él mismo la suerte de los marginados. ¿Cuál es nuestra actitud con respecto a los que sufren? Hay situaciones que pueden ser resultado de comportamientos de los cuales son responsables quienes las padecen, pero también puede haber otras causas, y de cualquier forma todo ser humano que sufre y reconoce su necesidad de salvación tiene derecho a ser tratado con compasión. ¿Es nuestra actitud discriminadora y excluyente como la de quienes se consideran mejores y desprecian a los demás, o misericordiosa como la de Jesús, que se acerca compasivamente a los que sufren, a los rechazados y marginados? Pidámosle al Señor que nos disponga a la compasión hacia todos los necesitados de salvación, y así podamos poner en práctica lo que dice el apóstol san Pablo en la segunda lectura: “no buscando mi propio bien, sino el de la mayoría, para que se salven”.-


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domingo, 8 de febrero de 2015

Domingo 5 del Tiempo Ordinario Ciclo "B"

1ª Lectura (Job 7, 1-4,6-7)

Lectura del libro de Job
En aquel día, Job tomó la palabra y dijo: "La vida del hombre en la tierra es vida de soldado y sus días, como día de un jornalero. Como el esclavo suspira en vano por la sombra y el jornalero se queda aguardando su salario, así me han tocado en suerte meses de infortunio y se me han asignado noches de dolor. Al acostarme, pienso: 'Cuándo será de día?' La noche se alarga y me canso de dar vueltas hasta que amanece. Mis días corren más aprisa que una lanzadera y se consumen sin esperanza. Recuerda, Señor, que mi vida es un soplo. Mis ojos no volverán a ver la dicha. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (146)

R. Alabemos al Señor, nuestro Dios. Aleluya.
L. Alabemos al Señor nuestro Dios, porque es hermoso y justo el alabarlo. El Señor ha reconstruido a Jerusalén y a los dispersos de Israel los ha reunido. /R.
L. El Señor sana los corazones quebrantados y venda las heridas, tiende su mano a los humildes y humilla hasta el polvo a los malvados. /R.
L. Él puede contar el número de estrellas y llama a cada uno por su nombre. Grande es nuestro Dios, todo lo puede; su sabiduría no tiene límites. /R.

2ª Lectura (1Co 9, 16-19,22-23)

Lectura de la Primera Carta del apóstol San Pablo a los corintios
Hermanos: No tengo porque presumir de predicar el Evangelio, puesto que ésa es mi obligación. ¡Ay de mí, si no anuncio el Evangelio! Si yo lo hiciera por propia iniciativa, merecería recompensa; pero si no, es que se me ha confiado una misión. Entonces, ¿en  qué consiste mi recompensa? Consiste en predicar el Evangelio gratis, renunciando al derecho que tengo a vivir de la predicación. Aunque no estoy sujeto a nadie me he convertido en esclavo de todos, para ganarlos a todos. Con los débiles me hice débil, para ganar a los débiles. Me hecho todo a todos, a fin de ganarlos a todos. Todo lo hago por el Evangelio, para participar yo también de sus bienes. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Mt 8, 17)

R. Aleluya, aleluya.- Cristo hizo suyas nuestras debilidades y cargó con nuestros dolores. R. Aleluya.

Evangelio (Mc 1, 29-39)

Lectura del santo Evangelio según san Marcos
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al salir Jesús de la sinagoga fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama, con fiebre, y en seguida le avisaron a Jesús. Él se le acercó y tomándola de la mano, la levantó. En ese momento se le quitó la fiebre y se puso a servirles. Al atardecer, cuando el sol se ponía, le llevaron a todos los enfermos y poseídos del demonio, y todo el pueblo se apiñó junto a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios, pero no dejó que los demonios hablaran, porque sabían quién era Él. De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, Jesús se levantó, salió y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar. Simón y sus compañeros lo fueron a buscar, y al encontrarlo, le dijeron: "Todos te andan buscando". Él les dijo: "Vamos a los pueblos cercanos a predicar el Evangelio, pues para eso he venido". Y recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando a los demonios. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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El mensaje del domingo - V Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Hoy el Evangelio nos describe lo que en términos periodísticos podría llamarse “Un día en la vida de…”. Se trata de la Jornada de Cafarnaúm, que destaca varios aspectos de la vida cotidiana de Jesús. Veámoslos en el orden correspondiente al transcurso de un día y tratemos de aplicarlos a nuestra propia vida, teniendo en cuenta también los demás textos bíblicos de este domingo [Job 7, 1-7; Salmo 147 (146); 1 Corintios 9, 16-23].

 + 1.- La oración diaria

“Se levantó de madrugada, fue al descampado y allí se puso a orar”. La jornada de Jesús comienza con la oración, lejos del bullicio. Él sabe que, para atender eficazmente a quienes necesitan de Él, debe ponerse en comunicación con Dios Padre y alimentar su naturaleza humana con la fuerza del Espíritu Santo, de modo que esta energía divina actúe con un poder sanador y transformador a través de sus hechos y palabras.

Los evangelios nos presentan a Jesús para que sigamos su ejemplo. ¿Cómo empieza nuestra jornada? Necesitamos espacios de silencio interior para escuchar lo que Dios nos dice a través de su Palabra y de los acontecimientos cotidianos, reflexionar sobre nuestros logros, dificultades y proyectos, darle gracias por los dones recibidos, pedirle perdón por nuestras ofensas de pensamiento, palabra, obra y omisión (Jesús pedía perdón por las de toda la humanidad, pues en Él no había pecado), poner nuestros problemas en sus manos y pedirle que nos dé la energía necesaria para afrontarlos y para que nuestra vida sea productiva en orden a su mayor gloria, que es el bien de todas las personas. Por eso es importante que dediquemos un rato diario -15 minutos, media hora o más- a la comunicación personal a solas con Dios.

 + 2.- La comunicación de la Buena Noticia

“Recorría toda la región de Galilea, predicando en las sinagogas”. El Evangelio nos presenta a Jesús predicando y enseñando incansablemente, aprovechando todas las oportunidades que se le ofrecen para comunicar la “Buena Noticia”, el mensaje de salvación que Dios Padre le ha encomendado anunciar. Por eso no se contenta con hablarles a unos pocos, sino que su vida es un constante andar por donde viven tanto judíos como paganos, invitando a todos a recibir esa buena nueva que Él mismo encarna: la del Dios-con-nosotros, cercano, amigo, bondadoso, compasivo.

En la segunda lectura el apóstol san Pablo dice que él tiene la misión ineludible de predicar la Buena Nueva de Jesucristo: “Ay de mí si no anuncio el Evangelio”. También nosotros estamos llamados a proclamar la buena noticia en las situaciones concretas de nuestra vida. Para ello no tenemos que andar echando cháchara o “carreta” -como suele decirse en el argot popular-, sino expresar con la frase oportuna o el gesto constructivo aquello que pueda llenar de alegría, esperanza y optimismo a las personas con las que nos encontramos, especialmente las más necesitadas.

 + 3.- La acción sanadora

Los milagros de curación realizados por Jesús tienen por objeto mostrar que en Él se hace presente el Reino de Dios, es decir, el poder del Amor infinito que es Él mismo: un poder sanador, no sólo de las dolencias físicas sino también de las psíquicas y espirituales. Esto es lo que significa la frase con la que el evangelista resume los hechos maravillosos -“milagros”- de Jesús: “Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios”.

La primera lectura de hoy, tomada del libro de Job en el Antiguo Testamento, expresa en boca del propio protagonista la realidad del sufrimiento provocado por la enfermedad, incomprensible para la razón humana cuando le sobreviene al hombre justo, y que por lo mismo sólo puede ser aceptada y asumida desde la fe. Jesús es consciente de esta realidad que viven tantos seres humanos, y con su acercamiento a los enfermos muestra que en Él se revela un Dios capaz de compasión, es decir, de con-dolerse de los que sufren, el mismo que es reconocido en el Salmo 147 (146) como Aquél que “sana los corazones destrozados”.

Para Jesús el encuentro con los que sufren es la ocasión no sólo de hablarles, sino también de realizar hechos concretos en su beneficio. Por eso el apóstol Pedro, cuya predicación refleja el Evangelio de Marcos, y cuya suegra fue curada por Jesús tal como lo relata este mismo evangelista, diría en uno de sus discursos consignados en el libro de los Hechos de los Apóstoles: “Jesús pasó haciendo el bien y sanando a todos los que sufrían bajo el poder del diablo; y esto pudo hacerlo porque Dios estaba con él” (Hechos 10, 37-38). El poder del diablo es, en el lenguaje bíblico, la fuerza del mal de la que sólo Dios puede liberarnos.

¿Y nosotros? ¿Nos contentamos sólo con hablar, o a ejemplo de Jesús nos esforzamos por mostrar lo que decimos y proclamamos con hechos concretos a favor de nuestros prójimos? Ojalá pudiera decirse de nosotros después de nuestra vida terrena algo similar a lo que dijo el apóstol san Pedro de su Maestro, y que también puede aplicarse a tantas personas que han seguido su ejemplo: “pasó haciendo el bien”.-


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domingo, 1 de febrero de 2015

Domingo 4 del Tiempo Ordinario Ciclo "B" - 1 de Febrero de 2015

1ª Lectura (Dt 18, 15-20)

Lectura del libro del Deuteronomio
En aquellos días habló Moisés al pueblo diciendo: "El Señor Dios hará surgir en medio de ustedes, entre sus hermanos, un profeta como yo. A él lo escucharán. Eso es lo que pidieron al Señor, su Dios, cuando estaban reunidos en el monte Horeb: "No queremos volver a oír la voz del Señor nuestro Dios, ni volver a ver otra vez ese gran fuego; pues no queremos morir". El Señor me respondió: "Está bien lo que han dicho. Yo haré surgir en medio de sus hermanos un profeta como tú. Pondré mis palabras en su boca y él dirá lo que le mande yo, a quien no escuche las palabras que él pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Pero el profeta que se atreva a decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de otros dioses, será reo de muerte. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Salmo responsorial (94)

R. Señor, que no seamos sordos a tu voz.
L. Vengan, lancemos vivas al Señor, aclamemos al Dios que nos salva. Acerquémonos a Él, llenos de júbilo, y démosle gracias. /R.
L. Vengan, y puestos de rodillas, adoremos y bendigamos al Señor, que nos hizo, pues Él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, Él es nuestro pastor y nosotros sus ovejas. /R.
L. Hagámosle caso al Señor, que nos dice: "No endurezcan su corazón, como el día de la rebelión en el desierto, cuando sus padres duraron de mí, aunque habían visto mis obras". /R.

2ª Lectura (1Co 7, 32-35)

Lectura de la Primera Carta del apóstol San Pablo a los Corintios
Hermanos: Yo quisiera que ustedes vivieran sin preocupaciones. El hombre soltero se preocupa de las cosas del Señor y de cómo agradarle; en cambio, el hombre casado se preocupa de las cosas de esta vida y de cómo agradarle a su esposa, y por eso tiene dividido el corazón. En la misma forma, la mujer que ya no tiene marido y la soltera se preocupan de las cosas del Señor y se pueden dedicar a Él en cuerpo y alma. Por el contrario, la mujer casada se preocupa de las cosas de esta vida y de cómo agradarle a su esposo. Les digo todo esto para bien de ustedes. Se lo digo, no para ponerles una trampa, sino para que puedan vivir constantemente y sin distracciones en presencia del Señor, tal como conviene. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.

Aclamación antes del Evangelio (Mt 4, 16)

R. Aleluya, aleluya.- El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz. Sobre los que vivían en tierra de sombras una luz resplandeció. R. Aleluya.

Evangelio (Mc 1, 21-28)

Lectura del santo Evangelio según san Marcos
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, se hallaba Jesús en Cafarnaúm y el sábado fue a la sinagoga y se puso a enseñar. Los oyentes quedaron asombrados de sus palabras, pues enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Había en la sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: "¿Qué quieres tú con nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a acabar con nosotros? Ya sé quien eres: el santo de Dios" Jesús le ordenó: "¡Cállate y sal de él!"  El espíritu inmundo sacudiendo al hombre con violencia y dando un alarido, salió de él. Todos quedaron estupefactos y se preguntaban: "¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta? Este hombre tiene autoridad para mandar hasta a los espíritus inmundos y lo obedecen?". Y muy pronto se extendió su fama por toda Galilea. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.


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El mensaje del domingo - IV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B

Hoy el Evangelio nos presenta a Jesús enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm y ejerciendo su autoridad sobre las fuerzas del mal. Tratemos de descubrir el sentido de este relato y el de las otras lecturas [Deuteronomio 18, 15-29; Salmo 95 (94); 1 Corintios 7, 32-36].

 + 1.- Jesús enseña y obra “con autoridad”

La gente empieza a ver y oír a Jesús en Cafarnaúm, centro de la industria pesquera de la región de Galilea. Allí, en la sinagoga, el lugar donde se reúnen los judíos para orar, escuchar las sagradas escrituras y ser instruidos en ellas, lo primero que les llama la atención a sus oyentes es que aquel galileo proveniente de Nazaret no les habla como los otros maestros o doctores de la Ley, que se referían a lo que estaba escrito, pero no eran creíbles porque su vida no era coherente con lo que enseñaban, y utilizaban el discurso religioso para su propio provecho, sin importarles de verdad los problemas de la gente.

Jesús, en cambio, enseña una doctrina nueva que invita a reconocer a un Dios cercano siempre dispuesto a sanarnos, librándonos de las fuerzas del mal que nos rodean y que pretenden apoderarse de nuestra existencia. Y lo que predica lo aplica en su forma de obrar, mostrando que en Él mismo se hace presente la acción salvadora de Dios. Este es el sentido del relato del milagro obrado por Jesús en la sinagoga de Cafarnaum. El término “espíritu impuro”, que corresponde a los llamados “demonios”, considerados como fuerzas malignas, podemos entenderlo hoy como una forma de denominar la energía negativa opuesta a Dios, contraria a su mensaje de liberación. Al sanar a aquel hombre dominado por esa energía negativa, Jesús muestra que tiene el poder de vencer el mal que nosotros no podemos controlar por nuestras propias fuerzas.

También los “demonios” hacen referencia a la oposición que las enseñanzas de Jesús suscitaban entre los doctores de la Ley, que veían amenazadas sus pretensiones de poder por aquél nazareno que atraía a las gentes sencillas con su predicación novedosa, amable y liberadora.

 + 2.- Dios había anunciado que suscitaría un profeta

La primera lectura evoca la promesa hecha por Dios a Moisés 12 siglos antes de Cristo: “Suscitaré un profeta de entre tus hermanos, como tú.” Profeta es en el lenguaje bíblico el que habla en nombre de Dios, y Moisés había sido escogido por Dios para que le hablara al pueblo de Israel, comunicándole que Él lo liberaría de la esclavitud que padecía en Egipto para que se pusiera en camino hacia una tierra prometida.

Esta liberación y esta apertura hacia un nuevo porvenir fueron una prefiguración de lo que iba a suceder con la predicación y la acción salvadora de Jesús, el Profeta por excelencia que como tal hablaría en nombre de Dios, siendo Él mismo su presencia personal en la historia humana. Esto mismo es lo que reconocen en Jesús las gentes sencillas desde el inicio de su predicación, y lo que la primera lectura y el Evangelio de hoy nos invitan a reconocer.

 + 3.- El sentido del celibato para servir a Dios y a la comunidad

El texto de la primera carta de san Pablo a los Corintios que nos trae hoy la segunda lectura nos invita a reflexionar sobre el sentido del celibato, es decir, del estado de quien renuncia a la vida conyugal para entregarse totalmente al servicio de Dios y de la comunidad. Esto no quiere decir que haya que despreciar el matrimonio, pues también en él se puede vivir de acuerdo con la voluntad de Dios, y el propio Pablo tiene en sus cartas pasajes preciosos en los que exalta el valor de la unión conyugal. Pero, de acuerdo con lo que Jesús había predicado, el apóstol reconoce el valor que tiene la entrega a Dios en el estado célibe como una forma específica y valiosa de seguir a Cristo para estar plenamente disponible al servicio del Reino de Dios.

Desafortunadamente este estado no siempre es vivido con coherencia, y a veces, en lugar de ser testimonio de servicio, se convierte en un escándalo cuando el sacerdote, el religioso o la religiosa, se comportan en contravía de lo que debería ser una verdadera entrega al Señor. Sin embargo, de ello no se deduce que haya que abolir el celibato como una opción de vida. Este estado sigue siendo válido y valioso, siempre y cuando implique un auténtico testimonio del Reino de Dios, como afortunadamente lo podemos encontrar en muchas personas que lo viven con alegría y en forma constructiva, sin frustraciones ni desviaciones, siguiendo precisamente a Jesús, que nos dio el ejemplo de una vida célibe totalmente entregada al servicio de los demás.

 + Conclusión

A la luz del mensaje que nos trae hoy la Palabra de Dios, pongamos en práctica lo que dice el Salmo 95 (94): “Ojalá escuchen la voz del Señor, no endurezcan su corazón”. Y al reconocer a Jesús como nuestro verdadero Maestro, que nos enseña con autoridad porque es Dios mismo en persona, no nos cerremos a sus enseñanzas como lo hicieron los soberbios que lo rechazaron, sino dejémonos transformar con humildad por la acción de su Espíritu Santo, que tiene el poder de vencer en nosotros las fuerzas del mal.-


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