1ª Lectura (Is 55, 1-3)
Lectura del libro del profeta Isaías.
Esto dice el Señor: "Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua; y los que no tienen dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen vino y leche sin pagar. ¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan y el salario, en lo que no alimenta? Escúchenme atentos y comerán bien, saborearán platillos sustanciosos. Préstenme atención, vengan a Mi, escúchenme y vivirán. Sellaré con ustedes una alianza perpetua, cumpliré las promesas que hice a David". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial (144)
R. Abres, Señor, tu mano y nos sacias de favores.
L. El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor con todos y su amor se extiende a todas sus criaturas. /R.
L. A ti, Señor, sus ojos vuelven todos y Tú los alimentas a su tiempo. Abres, Señor tus manos generosas y cuantos viven quedan satisfechos. /R.
L. Siempre es justo el Señor en sus designios y están llenas de amor sus obras. No está lejos de aquellos que lo buscan; muy cerca está el Señor, de quien lo invoca. /R.
2ª Lectura (Rom 8, 35.37-39)
Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los romanos
Hermanos: ¿Qué cosa podría apartarnos del amor con que nos ama Cristo? ¿Las tribulaciones? ¿Las angustias? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada? Ciertamente de todo esto salimos más que victoriosos, gracias a Aquel que nos ha amado; pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los Ángeles ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes de este mundo, ni lo alto ni lo bajo, ni criatura alguna podrá apartarnos del amor que nos ha manifestado Dios en Cristo Jesús. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio (Mateo 4, 4)
R. Aleluya, aleluya.- No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios. R. Aleluya.
Evangelio (Mt 14, 13-21)
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Cuando Jesús desembarcó, vio aquella muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle: "Estamos en despoblado y empieza a oscurecer. Despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de comer". Pero Jesús les replicó: "No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer". Ellos le contestaron: "No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados". El les dijo: "Tráiganmelos". Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto. Tomó los cinco panes v los dos pescados, y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado, se llenaron doce canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.
domingo, 31 de julio de 2011
Pistas para la Homilía, por Jorge Humberto Peláez S.J., TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XVIII A (31-julio-2011)
+ 1. Lecturas:
- a. Profeta Isaías 55, 1-3
- b. Carta de san Pablo a los Romanos 8, 35. 37-39
- c. Mateo 14, 13-21
+ 2. La liturgia de este domingo propone a nuestra consideración el relato de la multiplicación de los panes y los pescados, que es el final feliz de una situación que se presentaba como algo muy difícil. La presencia de esta multitud genera dos reacciones muy diferentes en los discípulos y en Jesús: por una parte, los discípulos estaban muy preocupados por el descomunal problema que se les venía encima y por eso le propusieron a Jesús que disolviera la reunión y cada uno resolviera su problema de alimentación como pudiera; y por otra parte, la actitud de Jesús que leyó esta situación, no con los ojos puestos en la billetera, sino con los ojos de la sensibilidad y la misericordia.
+ 3. Si leemos con atención el texto, veremos que tiene dos significados que están íntimamente relacionados: un significado litúrgico y un significado social.
+ 4. Respecto al primer significado, el litúrgico, es muy interesante observar cómo los gestos y las palabras de Jesús se parecen mucho a sus gestos y palabras durante la Última Cena, cuando instituyó la Eucaristía; nos dice el evangelista Mateo en el texto que acabamos de leer: “Tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se les dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente”:
- a. Este milagro de Jesús es un anticipo de lo que será el gran regalo del Pan de Vida, que colmará las aspiraciones y necesidades más hondas del ser humano.
- b. Además, la abundancia que acompaña a este milagro (“todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado, se llenaron doce canastos; los que comieron eran unas cinco mil personas, sin contar a las mujeres y a los niños”) recuerda las referencias del Antiguo Testamento que prometen para los tiempos mesiánicos plenitud, generosidad…
+ 5. Las acciones de Jesús en favor de los excluidos no tienen como motivación la filantropía. Jesús ofrece una salvación integral; lo que Él ofrece a la humanidad es la comunicación de la vida divina y también el reto de construir una sociedad nueva donde los seres humanos puedan vivir en paz y dignidad.
+ 6. Por eso debemos superar esa visión desarticulada que separa los valores del espíritu y las realidades materiales; la búsqueda del crecimiento interior debe incluir el desarrollo de todas las potencialidades del ser humano. Por eso la acción social de la Iglesia debe nutrirse de la Eucaristía, en cuanto la comunidad que se reúne para escuchar la Palabra y alimentarse con el Pan de Vida se compromete en la búsqueda de la equidad y la inclusión social. Fe y justicia, Eucaristía y solidaridad con los pobres son binomios inseparables.
+ 7. Jesús se conmovió ante las necesidades de esa multitud formada por personas de una región concreta; en esa ápoca no era posible tener información sobre las necesidades de los pobres de otras provincias del Imperio romano. Hoy sí tenemos acceso a la información; son aterradoras las estadísticas que nos proporciona la FAO, que es la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura:
- a. La población mundial se acerca a los 7.000 millones de habitantes; de ellos, 925 millones padecen de hambre crónica.
- b. 8 millones de hermanos nuestros colombianos, el 18% de la población, se encuentran en esta condición extrema.
- c. Ninguno de nosotros ha padecido “hambre crónica”, que es carecer de la comida que genera la energía esencial para llevar una vida activa; quienes la padecen están terriblemente limitados para estudiar y para trabajar.
+ 8. Hay dos poblaciones particularmente vulnerables al hambre crónica, los niños y las mujeres:
- a. Los niños menores de cinco años que no se alimentan adecuadamente, sufren limitaciones muy serias en su desarrollo cerebral, y su sistema inmunológico es muy débil para reaccionar ante las enfermedades; por eso son tan altas las tasas de enfermedad y muerte entre los niños pobres.
- b. Las mujeres embarazadas que han estado mal alimentadas dan a luz bebés débiles, que están por debajo del peso normal. Obviamente, estas mujeres desnutridas no puedan producir alimento para sus hijos; recordemos que la leche materna es el mejor alimento; la pobreza priva a los niños de este recurso maravilloso de la naturaleza.
+ 9. ¿Por qué 8 millones de colombianos están mal alimentados? No es porque el país carezca de alimentos. La culpa recae sobre todos nosotros porque somos una sociedad con profundas desigualdades. La inequidad en la distribución de la riqueza es la primera causa de la inseguridad alimentaria que padecen amplios sectores de la población.
+ 10. La segunda causa del hambre crónica que padece el 18% del pueblo colombiano es la corrupción; como lo ha descubierto una opinión pública escandalizada, los corruptos se han apoderado de una tajada sustancial del presupuesto nacional.
+ 11. La tercera causa que explica la pobreza y el hambre de amplios sectores de la población es la violencia. Cientos de miles de hermanos nuestros han tenido que abandonar sus tierras, que les proporcionaban los medios para llevar una vida digna. La violencia ha significado una sensible disminución en las actividades del agro, la concentración de la propiedad rural en manos de los violentos y el desplazamiento hacia los centros urbanos.
+ 12. Que la meditación de este texto sobre el milagro de la multiplicación de los panes y los pescados, nos sensibilice ante el sufrimiento de millones de hermanos nuestros que se acuestan con hambre y viven en la angustiosa incertidumbre del pan de cada día. Como creyentes debemos poner todos los medios a nuestro alcance para que esta inhumana situación sea superada.
- a. Profeta Isaías 55, 1-3
- b. Carta de san Pablo a los Romanos 8, 35. 37-39
- c. Mateo 14, 13-21
+ 2. La liturgia de este domingo propone a nuestra consideración el relato de la multiplicación de los panes y los pescados, que es el final feliz de una situación que se presentaba como algo muy difícil. La presencia de esta multitud genera dos reacciones muy diferentes en los discípulos y en Jesús: por una parte, los discípulos estaban muy preocupados por el descomunal problema que se les venía encima y por eso le propusieron a Jesús que disolviera la reunión y cada uno resolviera su problema de alimentación como pudiera; y por otra parte, la actitud de Jesús que leyó esta situación, no con los ojos puestos en la billetera, sino con los ojos de la sensibilidad y la misericordia.
+ 3. Si leemos con atención el texto, veremos que tiene dos significados que están íntimamente relacionados: un significado litúrgico y un significado social.
+ 4. Respecto al primer significado, el litúrgico, es muy interesante observar cómo los gestos y las palabras de Jesús se parecen mucho a sus gestos y palabras durante la Última Cena, cuando instituyó la Eucaristía; nos dice el evangelista Mateo en el texto que acabamos de leer: “Tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se les dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente”:
- a. Este milagro de Jesús es un anticipo de lo que será el gran regalo del Pan de Vida, que colmará las aspiraciones y necesidades más hondas del ser humano.
- b. Además, la abundancia que acompaña a este milagro (“todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado, se llenaron doce canastos; los que comieron eran unas cinco mil personas, sin contar a las mujeres y a los niños”) recuerda las referencias del Antiguo Testamento que prometen para los tiempos mesiánicos plenitud, generosidad…
+ 5. Las acciones de Jesús en favor de los excluidos no tienen como motivación la filantropía. Jesús ofrece una salvación integral; lo que Él ofrece a la humanidad es la comunicación de la vida divina y también el reto de construir una sociedad nueva donde los seres humanos puedan vivir en paz y dignidad.
+ 6. Por eso debemos superar esa visión desarticulada que separa los valores del espíritu y las realidades materiales; la búsqueda del crecimiento interior debe incluir el desarrollo de todas las potencialidades del ser humano. Por eso la acción social de la Iglesia debe nutrirse de la Eucaristía, en cuanto la comunidad que se reúne para escuchar la Palabra y alimentarse con el Pan de Vida se compromete en la búsqueda de la equidad y la inclusión social. Fe y justicia, Eucaristía y solidaridad con los pobres son binomios inseparables.
+ 7. Jesús se conmovió ante las necesidades de esa multitud formada por personas de una región concreta; en esa ápoca no era posible tener información sobre las necesidades de los pobres de otras provincias del Imperio romano. Hoy sí tenemos acceso a la información; son aterradoras las estadísticas que nos proporciona la FAO, que es la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura:
- a. La población mundial se acerca a los 7.000 millones de habitantes; de ellos, 925 millones padecen de hambre crónica.
- b. 8 millones de hermanos nuestros colombianos, el 18% de la población, se encuentran en esta condición extrema.
- c. Ninguno de nosotros ha padecido “hambre crónica”, que es carecer de la comida que genera la energía esencial para llevar una vida activa; quienes la padecen están terriblemente limitados para estudiar y para trabajar.
+ 8. Hay dos poblaciones particularmente vulnerables al hambre crónica, los niños y las mujeres:
- a. Los niños menores de cinco años que no se alimentan adecuadamente, sufren limitaciones muy serias en su desarrollo cerebral, y su sistema inmunológico es muy débil para reaccionar ante las enfermedades; por eso son tan altas las tasas de enfermedad y muerte entre los niños pobres.
- b. Las mujeres embarazadas que han estado mal alimentadas dan a luz bebés débiles, que están por debajo del peso normal. Obviamente, estas mujeres desnutridas no puedan producir alimento para sus hijos; recordemos que la leche materna es el mejor alimento; la pobreza priva a los niños de este recurso maravilloso de la naturaleza.
+ 9. ¿Por qué 8 millones de colombianos están mal alimentados? No es porque el país carezca de alimentos. La culpa recae sobre todos nosotros porque somos una sociedad con profundas desigualdades. La inequidad en la distribución de la riqueza es la primera causa de la inseguridad alimentaria que padecen amplios sectores de la población.
+ 10. La segunda causa del hambre crónica que padece el 18% del pueblo colombiano es la corrupción; como lo ha descubierto una opinión pública escandalizada, los corruptos se han apoderado de una tajada sustancial del presupuesto nacional.
+ 11. La tercera causa que explica la pobreza y el hambre de amplios sectores de la población es la violencia. Cientos de miles de hermanos nuestros han tenido que abandonar sus tierras, que les proporcionaban los medios para llevar una vida digna. La violencia ha significado una sensible disminución en las actividades del agro, la concentración de la propiedad rural en manos de los violentos y el desplazamiento hacia los centros urbanos.
+ 12. Que la meditación de este texto sobre el milagro de la multiplicación de los panes y los pescados, nos sensibilice ante el sufrimiento de millones de hermanos nuestros que se acuestan con hambre y viven en la angustiosa incertidumbre del pan de cada día. Como creyentes debemos poner todos los medios a nuestro alcance para que esta inhumana situación sea superada.
domingo, 24 de julio de 2011
Domingo 17 del Tiempo Ordinario Ciclo "A" - 24 de Julio de 2011
1ª Lectura (1R 3, 5.7-12)
Lectura del Primer Libro de los Reyes
En aquellos días, el Señor se le apareció al rey Salomón en sueños y le dijo: "Salomón, pídeme lo que quieras, y Yo te lo daré". Salomón le respondió: "Señor, tú trataste con misericordia a tu siervo David, mi padre, porque se portó contigo con lealtad, con justicia y rectitud de corazón. Más aún, también ahora lo sigues tratando con misericordia, porque has hecho que un hijo suyo lo suceda en el trono. Sí, Tú quisiste, Señor y Dios mío, que yo, tu siervo, sucediera en el trono a mi padre, David. Pero yo no soy más que un muchacho y no sé cómo actuar. Soy tu siervo y me encuentro perdido en medio de este pueblo tuyo, tan numeroso, que es imposible contarlo. Por eso te pido que me concedas sabiduría de corazón, para que sepa gobernar a tu pueblo y distinguir entre el bien y el mal. Pues sin ella, ¿quién será capaz de gobernar a este pueblo tuyo tan grande?" Al Señor le agradó que Salomón le hubiera pedido sabiduría y le dijo: "Por haberme pedido esto, y no una larga vida, ni riquezas, ni la muerte de tus enemigos, sino sabiduría para gobernar, Yo te concedo lo que me has pedido. Te doy un corazón sabio y prudente, como no lo ha habido antes, ni lo habrá después de ti. Te voy a conceder, además, lo que no me has pedido: tanta gloria y riqueza, que no habrá rey que se pueda comparar contigo. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial (Sal 118)
R. Yo amo Señor, tus mandamientos
L. A mí, Señor, lo que me toca es cumplir tus preceptos. Para mí valen más tus enseñanzas que miles de monedas de oro y plata. /R.
L. Señor, que tu amor me consuele, conforme a las promesas que me has hecho. Muéstrame tu ternura y viviré, porque en tu ley he puesto mi contento. /R.
L. Amo, Señor, tus mandamientos más que el oro purísimo; por eso tus preceptos son mi guía y odio toda mentira. /R.
L.Tus preceptos, Señor, son admirables, por eso yo los sigo. La explicación de tu palabra da luz y entendimiento a los sencillos. /R.
2ª Lectura (Rom 8, 28-30)
Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los romanos
Hermanos: Ya sabemos que todo contribuye para bien de los que aman a Dios, de aquellos que han sido llamados por El, según su designio salvador. En efecto, a quienes conoce de antemano, los predestina para que reproduzcan en sí mismos la imagen de su propio Hijo, a fin de que El sea el primogénito entre muchos hermanos. A quienes predestina, los llama; a quienes llama los justifica; y a quienes justifica, los glorifica. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio (Mateo 11, 25)
R. Aleluya, aleluya.- Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R. Aleluya.
Evangelio (Mt 13, 44-52)
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo. El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra. También se parece el Reino de los cielos a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. ¿Han entendido todo esto?” Ellos le contestaron: "Sí"'. Entonces El les dijo: "Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.
Lectura del Primer Libro de los Reyes
En aquellos días, el Señor se le apareció al rey Salomón en sueños y le dijo: "Salomón, pídeme lo que quieras, y Yo te lo daré". Salomón le respondió: "Señor, tú trataste con misericordia a tu siervo David, mi padre, porque se portó contigo con lealtad, con justicia y rectitud de corazón. Más aún, también ahora lo sigues tratando con misericordia, porque has hecho que un hijo suyo lo suceda en el trono. Sí, Tú quisiste, Señor y Dios mío, que yo, tu siervo, sucediera en el trono a mi padre, David. Pero yo no soy más que un muchacho y no sé cómo actuar. Soy tu siervo y me encuentro perdido en medio de este pueblo tuyo, tan numeroso, que es imposible contarlo. Por eso te pido que me concedas sabiduría de corazón, para que sepa gobernar a tu pueblo y distinguir entre el bien y el mal. Pues sin ella, ¿quién será capaz de gobernar a este pueblo tuyo tan grande?" Al Señor le agradó que Salomón le hubiera pedido sabiduría y le dijo: "Por haberme pedido esto, y no una larga vida, ni riquezas, ni la muerte de tus enemigos, sino sabiduría para gobernar, Yo te concedo lo que me has pedido. Te doy un corazón sabio y prudente, como no lo ha habido antes, ni lo habrá después de ti. Te voy a conceder, además, lo que no me has pedido: tanta gloria y riqueza, que no habrá rey que se pueda comparar contigo. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial (Sal 118)
R. Yo amo Señor, tus mandamientos
L. A mí, Señor, lo que me toca es cumplir tus preceptos. Para mí valen más tus enseñanzas que miles de monedas de oro y plata. /R.
L. Señor, que tu amor me consuele, conforme a las promesas que me has hecho. Muéstrame tu ternura y viviré, porque en tu ley he puesto mi contento. /R.
L. Amo, Señor, tus mandamientos más que el oro purísimo; por eso tus preceptos son mi guía y odio toda mentira. /R.
L.Tus preceptos, Señor, son admirables, por eso yo los sigo. La explicación de tu palabra da luz y entendimiento a los sencillos. /R.
2ª Lectura (Rom 8, 28-30)
Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los romanos
Hermanos: Ya sabemos que todo contribuye para bien de los que aman a Dios, de aquellos que han sido llamados por El, según su designio salvador. En efecto, a quienes conoce de antemano, los predestina para que reproduzcan en sí mismos la imagen de su propio Hijo, a fin de que El sea el primogénito entre muchos hermanos. A quienes predestina, los llama; a quienes llama los justifica; y a quienes justifica, los glorifica. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio (Mateo 11, 25)
R. Aleluya, aleluya.- Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R. Aleluya.
Evangelio (Mt 13, 44-52)
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: “El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo. El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra. También se parece el Reino de los cielos a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos. Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. ¿Han entendido todo esto?” Ellos le contestaron: "Sí"'. Entonces El les dijo: "Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.
El Mensaje del Domingo, por Gabriel Jaime Pérez, S.J., XVII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A – Julio 24 de 2011
Desde el domingo antepasado el Evangelio nos ha venido presentando las “Parábolas del Reino”, con las que Jesús nos enseña cómo actúa en la historia humana el poder liberador de Dios. Hoy nos trae cuatro. Veamos cómo podemos aplicarlas a nuestra vida, teniendo en cuenta también las otras lecturas (1 Reyes 3, 5.7-12: Romanos 8, 28-30).
+ 1.- Las parábolas del tesoro escondido y de la perla fina
El tesoro y la perla son imágenes del valor del Reino de los Cielos -o Reino de Dios-, es decir, del poder transformador y constructivo de su amor, cuya cercanía había proclamado Jesús mismo desde el inicio de su predicación. Podríamos resumir el sentido de ambas parábolas en dos palabras: prioridad y oportunidad.
“Amar a Dios sobre todas las cosas” -como se suele enunciar el primer mandamiento- implica reconocer la prioridad del fin sobre los medios. San Ignacio de Loyola, cuya fiesta se celebra el 31 de julio, dice al comienzo de sus Ejercicios Espirituales que el fin para el cual fuimos creados es amar y servir a Dios y así ser eternamente felices, de modo que “las cosas” son medios que podemos usar tanto cuanto nos ayudan para ello, solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce a este fin [Ejercicios Espirituales, No. 23: “Principio y Fundamento”]. ¿Estamos nosotros reconociendo esta prioridad con todo lo que supone y exige? El Reino de Dios se nos ofrece además como una oportunidad. De cada quien depende aprovecharla y para ello tenemos esta vida. San Ignacio dice que es un insensato quien quiere encontrar a Dios y “no pone los medios hasta la hora de la muerte” [EE, No.153].
El labrador que descubre el tesoro escondido y el comerciante que encuentra la perla fina, simbolizan a quien obra sabiamente al elegir las prioridades y aprovechar las oportunidades. Para obrar nosotros de igual modo necesitamos disponernos a que Dios nos conceda el don que le pidió Salomón, según nos cuenta la 1ª lectura: la sabiduría para decidir entre lo bueno y lo malo, que nos hace posible, como dice el Salmo 119 (118), caminar según la Ley del Señor.
+ 2.- La parábola de la red repleta de pescados, unos buenos y otros malos
El escenario de las “Parábolas del Reino” es el lago de Galilea donde Jesús predicaba desde una de las barcas que se encontraban junto a la orilla. Allí podían verse las redes de los pescadores, de entre los cuales escogió a sus apóstoles. En este contexto cobra un significado especial la imagen del pescador que selecciona los peces recogidos en la red. Esta imagen es empleada por Jesús para referirse a la acción de Dios que comienza con un llamado a muchos y termina con pocos escogidos, siendo estos últimos los que no sólo escuchan su palabra, sino además la acogen y la ponen en práctica.
El mensaje de la parábola de la red llena de pescados, unos buenos y otros que no sirven, es similar al de la parábola de la buena semilla y la cizaña que leíamos el domingo pasado. La acción de Dios, pacientemente misericordiosa al ofrecer a todos en el tiempo presente la oportunidad de convertirse y de acoger su Reino, es también justa y esa justicia divina se manifestará “al final de los tiempos”, es decir, cuando al terminar esta vida le corresponda a cada cual rendir cuentas ante el Señor.
A ello se refiere Jesús con la imagen, común entre sus contemporáneos, del “horno encendido donde habrá llanto y desesperación”, es decir, “el infierno”, que no es un lugar físico, sino la figuración simbólica de un estado eterno de infelicidad que padecerá todo el que se haya encerrado en su egoísmo y haya preferido el reino del odio al del amor, el reino de la injusticia social al del reconocimiento efectivo de la dignidad de las personas y los derechos humanos, el reino de la violencia al de la convivencia pacífica.
+ 3.- La parábola del padre de familia que saca del baúl cosas nuevas y viejas
Jesús quería que sus discípulos fueran continuadores de sus enseñanzas. Tal es el sentido de la pregunta que les hace al final -“¿Han entendido ustedes todas estas cosas?”-, y el de la comparación que les propone cuando ellos responden que sí: en esta misión de continuar el magisterio de Jesús, deberán ser fieles a una tradición que se remonta a los orígenes de la Iglesia fundada por Él, pero también deberán saber encontrar nuevas formas de presentar su mensaje en circunstancias nuevas, respetando lo valioso de la tradición, pero asimismo estando dispuestos a asumir sin miedo lo nuevo que trae el presente y que depara el porvenir.
Por último, tengamos en cuenta lo que dice san Pablo en la 2ª lectura: “Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman”. En medio de este mundo aquejado por la presencia del mal en sus distintas formas, nuestra fe en Dios nos anima a la esperanza en el triunfo definitivo del bien, que puede empezar desde ahora mismo para nosotros si nos ponemos en la onda de su Reino, es decir, en la del poder constructivo de su amor, que sabe sacar bienes de los males y hacer maravillas en nosotros si confiamos en Él a pesar de todas las dificultades que se nos presenten.
+ 1.- Las parábolas del tesoro escondido y de la perla fina
El tesoro y la perla son imágenes del valor del Reino de los Cielos -o Reino de Dios-, es decir, del poder transformador y constructivo de su amor, cuya cercanía había proclamado Jesús mismo desde el inicio de su predicación. Podríamos resumir el sentido de ambas parábolas en dos palabras: prioridad y oportunidad.
“Amar a Dios sobre todas las cosas” -como se suele enunciar el primer mandamiento- implica reconocer la prioridad del fin sobre los medios. San Ignacio de Loyola, cuya fiesta se celebra el 31 de julio, dice al comienzo de sus Ejercicios Espirituales que el fin para el cual fuimos creados es amar y servir a Dios y así ser eternamente felices, de modo que “las cosas” son medios que podemos usar tanto cuanto nos ayudan para ello, solamente deseando y eligiendo lo que más nos conduce a este fin [Ejercicios Espirituales, No. 23: “Principio y Fundamento”]. ¿Estamos nosotros reconociendo esta prioridad con todo lo que supone y exige? El Reino de Dios se nos ofrece además como una oportunidad. De cada quien depende aprovecharla y para ello tenemos esta vida. San Ignacio dice que es un insensato quien quiere encontrar a Dios y “no pone los medios hasta la hora de la muerte” [EE, No.153].
El labrador que descubre el tesoro escondido y el comerciante que encuentra la perla fina, simbolizan a quien obra sabiamente al elegir las prioridades y aprovechar las oportunidades. Para obrar nosotros de igual modo necesitamos disponernos a que Dios nos conceda el don que le pidió Salomón, según nos cuenta la 1ª lectura: la sabiduría para decidir entre lo bueno y lo malo, que nos hace posible, como dice el Salmo 119 (118), caminar según la Ley del Señor.
+ 2.- La parábola de la red repleta de pescados, unos buenos y otros malos
El escenario de las “Parábolas del Reino” es el lago de Galilea donde Jesús predicaba desde una de las barcas que se encontraban junto a la orilla. Allí podían verse las redes de los pescadores, de entre los cuales escogió a sus apóstoles. En este contexto cobra un significado especial la imagen del pescador que selecciona los peces recogidos en la red. Esta imagen es empleada por Jesús para referirse a la acción de Dios que comienza con un llamado a muchos y termina con pocos escogidos, siendo estos últimos los que no sólo escuchan su palabra, sino además la acogen y la ponen en práctica.
El mensaje de la parábola de la red llena de pescados, unos buenos y otros que no sirven, es similar al de la parábola de la buena semilla y la cizaña que leíamos el domingo pasado. La acción de Dios, pacientemente misericordiosa al ofrecer a todos en el tiempo presente la oportunidad de convertirse y de acoger su Reino, es también justa y esa justicia divina se manifestará “al final de los tiempos”, es decir, cuando al terminar esta vida le corresponda a cada cual rendir cuentas ante el Señor.
A ello se refiere Jesús con la imagen, común entre sus contemporáneos, del “horno encendido donde habrá llanto y desesperación”, es decir, “el infierno”, que no es un lugar físico, sino la figuración simbólica de un estado eterno de infelicidad que padecerá todo el que se haya encerrado en su egoísmo y haya preferido el reino del odio al del amor, el reino de la injusticia social al del reconocimiento efectivo de la dignidad de las personas y los derechos humanos, el reino de la violencia al de la convivencia pacífica.
+ 3.- La parábola del padre de familia que saca del baúl cosas nuevas y viejas
Jesús quería que sus discípulos fueran continuadores de sus enseñanzas. Tal es el sentido de la pregunta que les hace al final -“¿Han entendido ustedes todas estas cosas?”-, y el de la comparación que les propone cuando ellos responden que sí: en esta misión de continuar el magisterio de Jesús, deberán ser fieles a una tradición que se remonta a los orígenes de la Iglesia fundada por Él, pero también deberán saber encontrar nuevas formas de presentar su mensaje en circunstancias nuevas, respetando lo valioso de la tradición, pero asimismo estando dispuestos a asumir sin miedo lo nuevo que trae el presente y que depara el porvenir.
Por último, tengamos en cuenta lo que dice san Pablo en la 2ª lectura: “Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman”. En medio de este mundo aquejado por la presencia del mal en sus distintas formas, nuestra fe en Dios nos anima a la esperanza en el triunfo definitivo del bien, que puede empezar desde ahora mismo para nosotros si nos ponemos en la onda de su Reino, es decir, en la del poder constructivo de su amor, que sabe sacar bienes de los males y hacer maravillas en nosotros si confiamos en Él a pesar de todas las dificultades que se nos presenten.
domingo, 17 de julio de 2011
Domingo16 del Tiempo Ordinario Ciclo "A" - 17 de Julio de 2011
1ª Lectura (Sab 12, 13.16-19)
Lectura del libro de La Sabiduría
No hay más Dios que Tú, Señor, que cuidas de todas las cosas. No hay nadie a quien tengas que rendirle cuentas de la justicia de tus sentencias. Tu poder es el fundamento de tu justicia y por ser el Señor de todos, eres misericordioso con todos. Tú muestras tu fuerza a los que dudan de tu poder soberano y castigas a quienes, conociéndolo, te desafían. Siendo Tú el dueño de la fuerza, juzgas con misericordia y nos gobiernas con delicadeza, porque tienes el poder y lo usas cuando quieres. Con todo esto has enseñado a tu pueblo que el justo debe ser humano, y has llenado a tus hijos de una dulce esperanza, ya que al pecador le das tiempo para que se arrepienta. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial (Sal 85)
R. Tú Señor, eres bueno y clemente.
L. Puesto que eres, Señor, bueno y clemente y todo amor con quien tu nombre invoca, escucha mi oración y a mi súplica da respuesta pronta. /R.
L. Señor, todos los pueblos vendrán para adorarte y darte gloria, pues sólo Tú eres Dios, y tus obras, Señor, son portentosas. /R.
L. Dios entrañablemente compasivo, todo amor y lealtad, lento a la cólera, ten compasión de mí, pues clamo a ti, Señor, a toda hora. /R.
2ª Lectura (Rom 8, 26-27)
Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los romanos
Hermanos: El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; pero, el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que conoce profundamente los corazones, sabe lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega conforme a la voluntad de Dios, por los que le pertenecen. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio (Mt 11, 25)
R. Aleluya, aleluya. - Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R. Aleluya.
Evangelio (Mt 13, 24-43)
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
A. Gloria a ti, Señor.
El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña.
Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo: 'Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?' El amo les respondió: 'De seguro, lo hizo un enemigo mío'. Ellos le dijeron: '¿Quieres que vayamos a arrancarla?' Pero él les contestó: 'No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla; y luego almacenen el trigo en mi granero"'.
Luego les propuso esta otra parábola: "El Reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en un huerto. Ciertamente es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, vendrá a ser más grande que las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas".
Les dijo también otra parábola: "El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar".
Jesús decía a la muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada les decía para que se cumpliera lo que dijo el profeta "Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo".
Luego despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo". Jesús les contestó: "El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre, el campo es el mundo, la buena semilla son los ciudadanos del Reino, la cizaña son los partidarios del maligno, el enemigo que la siembra es el diablo, el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de mi Padre. El que tenga oídos, que oiga". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.
Lectura del libro de La Sabiduría
No hay más Dios que Tú, Señor, que cuidas de todas las cosas. No hay nadie a quien tengas que rendirle cuentas de la justicia de tus sentencias. Tu poder es el fundamento de tu justicia y por ser el Señor de todos, eres misericordioso con todos. Tú muestras tu fuerza a los que dudan de tu poder soberano y castigas a quienes, conociéndolo, te desafían. Siendo Tú el dueño de la fuerza, juzgas con misericordia y nos gobiernas con delicadeza, porque tienes el poder y lo usas cuando quieres. Con todo esto has enseñado a tu pueblo que el justo debe ser humano, y has llenado a tus hijos de una dulce esperanza, ya que al pecador le das tiempo para que se arrepienta. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial (Sal 85)
R. Tú Señor, eres bueno y clemente.
L. Puesto que eres, Señor, bueno y clemente y todo amor con quien tu nombre invoca, escucha mi oración y a mi súplica da respuesta pronta. /R.
L. Señor, todos los pueblos vendrán para adorarte y darte gloria, pues sólo Tú eres Dios, y tus obras, Señor, son portentosas. /R.
L. Dios entrañablemente compasivo, todo amor y lealtad, lento a la cólera, ten compasión de mí, pues clamo a ti, Señor, a toda hora. /R.
2ª Lectura (Rom 8, 26-27)
Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los romanos
Hermanos: El Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene; pero, el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y Dios, que conoce profundamente los corazones, sabe lo que el Espíritu quiere decir, porque el Espíritu ruega conforme a la voluntad de Dios, por los que le pertenecen. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio (Mt 11, 25)
R. Aleluya, aleluya. - Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R. Aleluya.
Evangelio (Mt 13, 24-43)
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
A. Gloria a ti, Señor.
El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras los trabajadores dormían, llegó un enemigo del dueño, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando crecieron las plantas y se empezaba a formar la espiga, apareció también la cizaña.
Entonces los trabajadores fueron a decirle al amo: 'Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, salió esta cizaña?' El amo les respondió: 'De seguro, lo hizo un enemigo mío'. Ellos le dijeron: '¿Quieres que vayamos a arrancarla?' Pero él les contestó: 'No. No sea que al arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Dejen que crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha y cuando llegue la cosecha, diré a los segadores: Arranquen primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla; y luego almacenen el trigo en mi granero"'.
Luego les propuso esta otra parábola: "El Reino de los cielos es semejante a la semilla de mostaza que un hombre siembra en un huerto. Ciertamente es la más pequeña de todas las semillas, pero cuando crece, vendrá a ser más grande que las hortalizas y se convierte en un arbusto, de manera que los pájaros vienen y hacen su nido en las ramas".
Les dijo también otra parábola: "El Reino de los cielos se parece a un poco de levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, y toda la masa acabó por fermentar".
Jesús decía a la muchedumbre todas estas cosas con parábolas, y sin parábolas nada les decía para que se cumpliera lo que dijo el profeta "Abriré mi boca y les hablaré con parábolas; anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo".
Luego despidió a la multitud y se fue a su casa. Entonces se le acercaron sus discípulos y le dijeron: "Explícanos la parábola de la cizaña sembrada en el campo". Jesús les contestó: "El sembrador de la buena semilla es el Hijo del hombre, el campo es el mundo, la buena semilla son los ciudadanos del Reino, la cizaña son los partidarios del maligno, el enemigo que la siembra es el diablo, el tiempo de la cosecha es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
Y así como recogen la cizaña y la queman en el fuego, así sucederá al fin del mundo: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles para que arranquen de su Reino a todos los que inducen a otros al pecado y a todos los malvados y los arrojen en el horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de mi Padre. El que tenga oídos, que oiga". Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.
El Mensaje del Domingo, por Gabriel Jaime Pérez, S.J., XVI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A - Julio 17 de 2011
En estas tres parábolas Jesús nos enseña cómo actúa Dios en nuestra vida. Él nos enseña que el Reino de los Cielos (o Reino de Dios), es decir, el poder del amor de Dios, puede llegar al interior de cada persona y de cada comunidad humana que reconozca su necesidad de salvación. Veamos cómo podemos aplicar a nuestra vida lo que nos enseña Jesús, teniendo también en cuenta las otras lecturas bíblicas de este domingo [Sabiduría 12, 13.16.-19; Salmo 86 (85); Carta de Pablo a los Romanos 8, 26-27].
+ 1.- Buena semilla y cizaña: el Reino de Dios y el misterio del mal en el mundo
Con frecuencia nos preguntamos por qué Dios permite el mal, por qué los corruptos prevalecen sobre las personas honestas. Nuestra primera reacción suele ser el deseo de acabar con toda esa “cizaña” o mala hierba que no deja crecer las semillas del bien. Pero, contraria a nuestra impaciencia, se nos presenta la actitud de Dios que, como dice la primera lectura, “en el pecado da lugar al arrepentimiento”, y como lo describe el Salmo, es “clemente y misericordioso, lento a cólera, rico en piedad”.
Esta actitud nos la muestra con su ejemplo el propio Jesús, quien en lugar de querer la aniquilación de las personas que obran el mal, les ofrece la oportunidad de cambiar de comportamiento, encarnando así al mismo Dios de quien los profetas del Antiguo Testamento habían dicho que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Esa misma actitud misericordiosa es la que Él espera de sus discípulos, en contra de cierta mentalidad proclive a la llamada “limpieza social”, correspondiente a una tentación que siempre debemos rechazar si queremos ser auténticos seguidores de Cristo. El Dios que Él nos revela no es un guerrero vengador, sino un Padre misericordioso siempre abierto a la reconciliación, al que necesitamos reconocer en la situación que padece actualmente nuestro país. Pero, por otra parte, a través de la parábola de la cizaña Jesús anuncia también que vendrá un momento decisivo en el que cada cual recibirá el pago merecido. Porque, en definitiva, será el bien el que triunfe sobre el mal.
+ 2.- El grano de mostaza y la levadura: el Reino de Dios comienza por lo sencillo
Las otras dos parábolas tienen en común con la anterior la invitación a la paciencia, y por eso mismo a la confianza en Dios, que sabe esperar a que lo comenzado en una semilla muy pequeña o con un poco de levadura termine respectivamente en el árbol frondoso o en el pan compartido por muchos.
El Reino de Dios, en efecto, comienza por lo pequeño, por lo humilde, por lo sencillo, y va creciendo gracias a la acción continua y pacientemente transformadora de su Espíritu Santo. En este sentido, las parábolas del grano de mostaza y de la levadura consisten en una invitación a no desanimarnos a pesar de la lentitud con que parece obrar Dios en medio de un mundo que le rinde culto a la eficiencia instantánea del éxito fácil sin esfuerzo.
+ 3.- “El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad”
San Pablo dice en la segunda lectura: “El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene...” Se trata de una invitación a confiar en el poder de su amor, para no desanimarnos en nuestra disposición a crecer espiritualmente, aun en medio de las dificultades y a pesar del mal que nos rodea.
Jesús nos enseñó a orar diciendo: “venga a nosotros tu Reino.” Necesitamos que su Espíritu Santo nos haga comprender lo que contiene esta petición en el sentido de lo que nos conviene y no sabemos pedir. Y lo que contiene esta petición del Padre Nuestro es precisamente aquello que Jesús nos ha enseñado con sus Parábolas del Reino: que el poder salvador de Dios no viene mágicamente, sino que supone un proceso en el cual tenemos que a soportar con paciencia las adversidades y las flaquezas propias y de nuestros prójimos -como dice una de las llamadas “obras de misericordia”-, y a dejar que el Espíritu Santo actúe en nuestra vida para irnos transformando con la energía de su amor.-
+ 1.- Buena semilla y cizaña: el Reino de Dios y el misterio del mal en el mundo
Con frecuencia nos preguntamos por qué Dios permite el mal, por qué los corruptos prevalecen sobre las personas honestas. Nuestra primera reacción suele ser el deseo de acabar con toda esa “cizaña” o mala hierba que no deja crecer las semillas del bien. Pero, contraria a nuestra impaciencia, se nos presenta la actitud de Dios que, como dice la primera lectura, “en el pecado da lugar al arrepentimiento”, y como lo describe el Salmo, es “clemente y misericordioso, lento a cólera, rico en piedad”.
Esta actitud nos la muestra con su ejemplo el propio Jesús, quien en lugar de querer la aniquilación de las personas que obran el mal, les ofrece la oportunidad de cambiar de comportamiento, encarnando así al mismo Dios de quien los profetas del Antiguo Testamento habían dicho que no quiere la muerte del pecador, sino que se convierta y viva. Esa misma actitud misericordiosa es la que Él espera de sus discípulos, en contra de cierta mentalidad proclive a la llamada “limpieza social”, correspondiente a una tentación que siempre debemos rechazar si queremos ser auténticos seguidores de Cristo. El Dios que Él nos revela no es un guerrero vengador, sino un Padre misericordioso siempre abierto a la reconciliación, al que necesitamos reconocer en la situación que padece actualmente nuestro país. Pero, por otra parte, a través de la parábola de la cizaña Jesús anuncia también que vendrá un momento decisivo en el que cada cual recibirá el pago merecido. Porque, en definitiva, será el bien el que triunfe sobre el mal.
+ 2.- El grano de mostaza y la levadura: el Reino de Dios comienza por lo sencillo
Las otras dos parábolas tienen en común con la anterior la invitación a la paciencia, y por eso mismo a la confianza en Dios, que sabe esperar a que lo comenzado en una semilla muy pequeña o con un poco de levadura termine respectivamente en el árbol frondoso o en el pan compartido por muchos.
El Reino de Dios, en efecto, comienza por lo pequeño, por lo humilde, por lo sencillo, y va creciendo gracias a la acción continua y pacientemente transformadora de su Espíritu Santo. En este sentido, las parábolas del grano de mostaza y de la levadura consisten en una invitación a no desanimarnos a pesar de la lentitud con que parece obrar Dios en medio de un mundo que le rinde culto a la eficiencia instantánea del éxito fácil sin esfuerzo.
+ 3.- “El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad”
San Pablo dice en la segunda lectura: “El Espíritu viene en ayuda de nuestra debilidad, porque nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene...” Se trata de una invitación a confiar en el poder de su amor, para no desanimarnos en nuestra disposición a crecer espiritualmente, aun en medio de las dificultades y a pesar del mal que nos rodea.
Jesús nos enseñó a orar diciendo: “venga a nosotros tu Reino.” Necesitamos que su Espíritu Santo nos haga comprender lo que contiene esta petición en el sentido de lo que nos conviene y no sabemos pedir. Y lo que contiene esta petición del Padre Nuestro es precisamente aquello que Jesús nos ha enseñado con sus Parábolas del Reino: que el poder salvador de Dios no viene mágicamente, sino que supone un proceso en el cual tenemos que a soportar con paciencia las adversidades y las flaquezas propias y de nuestros prójimos -como dice una de las llamadas “obras de misericordia”-, y a dejar que el Espíritu Santo actúe en nuestra vida para irnos transformando con la energía de su amor.-
domingo, 10 de julio de 2011
Domingo 15 del Tiempo Ordinario Ciclo "A" - 10 de Julio de 2011
1ª Lectura (Is 55, 10-11)
Lectura del libro del profeta Isaías.
Esto dice el Señor: "Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a Mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial (64)
R. Señor, danos siempre de tu agua.
L. Señor, tú cuidas de la tierra, la riegas y la colmas de riqueza. Las nubes del Señor van por los campos, rebosantes de agua, como acequias. /R.
L. Tú preparas las tierras para el trigo: riegas los surcos, aplanas los terrenos, reblandeces el suelo con la lluvia, bendices los renuevos. /R.
L. Tú coronas el año con tus bienes, tus senderos derraman abundancia, están verdes los pastos del desierto, las colinas con flores adornadas. /R.
L. Los prados se visten de rebaños, de trigales los valles se engalanan. Todo aclama al Señor. Todo le canta. /R.
2ª Lectura (Rom 8, 18-23)
Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los romanos
Hermanos: Considero que los sufrimientos de esta vida no se pueden comparar con la gloria que un día se manifestará en nosotros; porque toda la creación espera, con seguridad e impaciencia, la revelación de esa gloria de los hijos de Dios. La creación está ahora sometida al desorden, no por su querer, sino por voluntad de aquel que la sometió. Pero dándole al mismo tiempo esta esperanza: que también ella misma va a ser liberada de la esclavitud de la corrupción, para compartir la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos, en efecto, que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto; y no sólo ella, sino también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio (...)
R. Aleluya, aleluya.- La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. R. Aleluya.
Evangelio (Mt 13, 1-23)
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
A. Gloria a ti, Señor.
Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que El se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo: "Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga”. Después se le acercaron sus discípulos y le preguntaron: "¿Por qué les hablas en parábolas?" El les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos, pero a ellos no. Al que tiene, se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aún ese poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice: ‘Oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos con el fin de no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón. Porque no quieren convertirse ni que Yo los salve'. Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron. Escuchen, pues, ustedes lo que significa la parábola del sembrador. A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino. Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto. En cambio, lo sembrado en tierra buena, representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto: unos el ciento por uno; otros el setenta; y otros el treinta”. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.
Lectura del libro del profeta Isaías.
Esto dice el Señor: "Como bajan del cielo la lluvia y la nieve y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, a fin de que dé semilla para sembrar y pan para comer, así será la palabra que sale de mi boca: no volverá a Mí sin resultado, sino que hará mi voluntad y cumplirá su misión". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial (64)
R. Señor, danos siempre de tu agua.
L. Señor, tú cuidas de la tierra, la riegas y la colmas de riqueza. Las nubes del Señor van por los campos, rebosantes de agua, como acequias. /R.
L. Tú preparas las tierras para el trigo: riegas los surcos, aplanas los terrenos, reblandeces el suelo con la lluvia, bendices los renuevos. /R.
L. Tú coronas el año con tus bienes, tus senderos derraman abundancia, están verdes los pastos del desierto, las colinas con flores adornadas. /R.
L. Los prados se visten de rebaños, de trigales los valles se engalanan. Todo aclama al Señor. Todo le canta. /R.
2ª Lectura (Rom 8, 18-23)
Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los romanos
Hermanos: Considero que los sufrimientos de esta vida no se pueden comparar con la gloria que un día se manifestará en nosotros; porque toda la creación espera, con seguridad e impaciencia, la revelación de esa gloria de los hijos de Dios. La creación está ahora sometida al desorden, no por su querer, sino por voluntad de aquel que la sometió. Pero dándole al mismo tiempo esta esperanza: que también ella misma va a ser liberada de la esclavitud de la corrupción, para compartir la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos, en efecto, que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto; y no sólo ella, sino también nosotros, los que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente, anhelando que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio (...)
R. Aleluya, aleluya.- La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo; todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre. R. Aleluya.
Evangelio (Mt 13, 1-23)
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
A. Gloria a ti, Señor.
Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que El se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo: "Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Otros cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga”. Después se le acercaron sus discípulos y le preguntaron: "¿Por qué les hablas en parábolas?" El les respondió: "A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los cielos, pero a ellos no. Al que tiene, se le dará más y nadará en la abundancia; pero al que tiene poco, aún ese poco se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple aquella profecía de Isaías que dice: ‘Oirán una y otra vez y no entenderán; mirarán y volverán a mirar, pero no verán; porque este pueblo ha endurecido su corazón, ha cerrado sus ojos y tapado sus oídos con el fin de no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni comprender con el corazón. Porque no quieren convertirse ni que Yo los salve'. Pero, dichosos ustedes, porque sus ojos ven y sus oídos oyen. Yo les aseguro que muchos profetas y muchos justos desearon ver lo que ustedes ven y no lo vieron y oír lo que ustedes oyen y no lo oyeron. Escuchen, pues, ustedes lo que significa la parábola del sembrador. A todo hombre que oye la palabra del Reino y no la entiende, le llega el diablo y le arrebata lo sembrado en su corazón. Esto es lo que significan los granos que cayeron a lo largo del camino. Lo sembrado sobre terreno pedregoso significa al que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría; pero, como es inconstante, no la deja echar raíces, y apenas le viene una tribulación o una persecución por causa de la palabra, sucumbe. Lo sembrado entre los espinos representa a aquel que oye la palabra, pero las preocupaciones de la vida y la seducción de las riquezas la sofocan y queda sin fruto. En cambio, lo sembrado en tierra buena, representa a quienes oyen la palabra, la entienden y dan fruto: unos el ciento por uno; otros el setenta; y otros el treinta”. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.
El Mensaje del Domingo, por Gabriel Jaime Pérez, S.J., XV Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A – Julio 10 de 2011
+ 1.- Se reunió mucha gente, subió a una barca y se puso a hablarles en parábolas
Desde el inicio de su predicación Jesús había proclamado una buena noticia: “El reino de los cielos está cerca”, es decir, Dios en persona viene con el poder de su amor a darnos vida eterna. Esta proclamación no era sólo de palabra, pues Él mismo con sus hechos encarnaba esa cercanía transformadora de Dios. Por eso mucha gente se sentía atraída por Él y ávida de sus enseñanzas.
El relato del Evangelio de hoy, que en su versión completa corresponde a los primeros 20 versículos del capítulo 13 de san Mateo, se sitúa en la región de Galilea -al norte de Israel-, junto a la ciudad de Cafarnaúm y a orillas del lago Tiberíades, desde donde se pueden ver abajo las piedras del camino y arriba los sembrados de trigo y cebada sobre las laderas de una colina.
Para que todos puedan verlo, Jesús sube a una barca empleándola como tarima. Y para que su mensaje les llegue a sus oyentes, usa el lenguaje narrativo de las parábolas, con imágenes sencillas y concretas tomadas de la vida cotidiana. Así se muestra Jesús como un excelente comunicador, dispuesto a sintonizar con la gente que lo escucha.
+ 2.- “Salió el sembrador a sembrar…”
Con la imagen de la siembra, Jesús se refiere a Dios Padre que esparce la semilla de su Palabra, hecha carne en la persona de Jesús. Pero también puede decirse que el sembrador es Jesús, pues Él nos revela al Padre. Y si la primera lectura (Isaías 55, 10-11) y el Salmo 65 (64) nos dicen que la palabra de Dios es como la lluvia que empapa la tierra, nosotros podemos decir que el Espíritu Santo, recibido en el bautismo y vuelto a recibir en los demás sacramentos, es asimismo el agua que nos hace tierra fértil y nos renueva para que demos fruto, cada quien de acuerdo con sus posibilidades.
Otra imagen llena de significado, tomada del proceso de gestación y nacimiento de los seres humanos, y también empleada por Jesús en los Evangelios, es la que nos presenta san Pablo en la segunda lectura (Romanos 8, 18-23): “La creación entera… gime y sufre dolores de parto” (…), y “también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos esperando que el Padre nos conceda la perfecta adopción y redención”.
Lo que se quiere significar con todas estas imágenes es que Dios mismo, nuestro Creador, con su acción salvadora por medio de Jesucristo y comunicándonos su Espíritu Santo, espera que cada uno (y cada una) de nosotros produzca frutos de vida eterna.
+ 3.- El terreno donde cae la semilla
San Juan Crisóstomo, teólogo y predicador insigne nacido hacia el año 349 de la era cristiana y muerto en el 407, escribió esta reflexión: “¿En qué cabeza cabe sembrar sobre espinas, sobre roca y sobre camino? Tratándose de semillas que han de sembrarse en la tierra, eso no tendría sentido; mas tratándose de las almas y de la siembra de la doctrina, la cosa es digna de mucha alabanza. El sembrador que hiciera como el de la parábola merecería ser justamente reprendido, pues no es posible que la roca se convierta en tierra, ni que el camino deje de ser camino y las espinas, espinas. No es así en el orden espiritual. Aquí sí es posible que la roca se transforme y se convierta en tierra grata, y que el camino deje de ser pisado y se convierta en tierra feraz, y que las espinas desaparezcan y dejen crecer exuberantes las semillas…” (“Homilías sobre el Evangelio de San Mateo”, 44,3, en Obras de San Juan Crisóstomo, I, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1955, páginas 847-848).
El campo para la siembra es toda la humanidad. En él hay distintos terrenos, unos ineptos para que germine la semilla, otros dispuestos a recibirla y hacerla fructificar. Ahora bien, en el caso en que la situación actual de una persona sea la de un terreno inepto, Dios mismo con la acción de su Espíritu Santo puede transformarla en tierra buena. Por eso Jesús nos invita hoy, a cada uno y cada una, a examinar nuestra vida y preguntarnos qué tipo de terreno somos. ¿Soy como el terreno situado al borde del camino, que no puede retener la semilla y ésta se queda en la superficie al carecer del espacio que necesita para germinar? ¿Soy como el terreno rocoso, porque escucho la Palabra de Dios y la acepto al principio con entusiasmo, pero me faltan las raíces de la constancia y me desanimo ante cualquier dificultad? ¿Soy como el terreno lleno de espinas, que son los apegos a lo material, el hambre de dinero, las pasiones desordenadas, la vanagloria y la ambición de poder? ¿O soy tierra fértil porque acojo con plena disponibilidad la Palabra de Dios, esforzándome no sólo por entenderla sino también por hacerla fructificar en la práctica?
No podemos ser tierra buena si Dios mismo no nos fecunda con la acción de su Espíritu Santo. Para que esto sea posible, tenemos que dejarnos arar, abonar y regar por Él. Así pues, invocando la intercesión de María santísima, la tierra buena por excelencia en la cual germinó y se hizo carne la Palabra de Dios, pidámosle al Señor que derrame a manos llenas su Espíritu sobre nosotros, y renovemos ante Él nuestra disposición a dejarnos trabajar y convertir en un terreno cada día más apto para dar frutos de vida eterna. Digámosle, por ejemplo: Señor, hazme tierra buena para recibir y dejar germinar en mi vida la semilla de tu Palabra. Amén.-
domingo, 3 de julio de 2011
Domingo 14 del Tiempo Ordinario Ciclo "A " - 3 de Julio de 2011
1ª Lectura (Za 9, 9-10)
Lectura del libro del profeta Zacarías.
Esto dice el Señor: "Alégrate sobremanera, hija de Sión; da gritos de júbilo, hija de Jerusalén; mira a tu Rey que viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado en un burrito. El hará desaparecer de la tierra de Efraín los carros de guerra y de Jerusalén, los caballos de combate. Romperá el arco del guerrero y anunciará la paz a las naciones. Su poder se extenderá de mar a mar y desde el gran río hasta los últimos rincones de la tierra". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial (144)
R. Acuérdate, Señor, de tu misericordia.
L. Dios y Rey mío, yo te alabaré, bendeciré tu nombre siempre y para siempre. Un día tras otro bendeciré tu nombre y no cesará mi boca de alabarte. /R.
L. El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas. /R.
L. El Señor es siempre fiel a sus palabras, y lleno de bondad en sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia. /R.
L.Que te alaben, Señor, todas tus obras, y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas. /R.
2ª Lectura (Rom 8, 9.11-13)
Esto dice el Señor: "Alégrate sobremanera, hija de Sión; da gritos de júbilo, hija de Jerusalén; mira a tu Rey que viene a ti, justo y victorioso, humilde y montado en un burrito. El hará desaparecer de la tierra de Efraín los carros de guerra y de Jerusalén, los caballos de combate. Romperá el arco del guerrero y anunciará la paz a las naciones. Su poder se extenderá de mar a mar y desde el gran río hasta los últimos rincones de la tierra". Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Salmo responsorial (144)
R. Acuérdate, Señor, de tu misericordia.
L. Dios y Rey mío, yo te alabaré, bendeciré tu nombre siempre y para siempre. Un día tras otro bendeciré tu nombre y no cesará mi boca de alabarte. /R.
L. El Señor es compasivo y misericordioso, lento para enojarse y generoso para perdonar. Bueno es el Señor para con todos y su amor se extiende a todas sus creaturas. /R.
L. El Señor es siempre fiel a sus palabras, y lleno de bondad en sus acciones. Da su apoyo el Señor al que tropieza y al agobiado alivia. /R.
L.Que te alaben, Señor, todas tus obras, y que todos tus fieles te bendigan. Que proclamen la gloria de tu reino y den a conocer tus maravillas. /R.
2ª Lectura (Rom 8, 9.11-13)
Lectura de la Carta del apóstol San Pablo a los romanos
Hermanos: Ustedes no viven conforme al desorden egoísta del hombre, sino conforme al Espíritu, puesto que el Espíritu de Dios habita verdaderamente en ustedes. Quien no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo. Si el Espíritu del Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, habita en ustedes, entonces el Padre, que resucitó a Jesús de entre los muertos, también les dará vida a sus cuerpos mortales, por obra de su Espíritu, que habita en ustedes. Por lo tanto, hermanos, no estamos sujetos al desorden egoísta del hombre, para hacer de ese desorden nuestra regla de conducta. Pues si ustedes viven de ese modo, ciertamente serán destruidos. Por el contrario, si con la ayuda del Espíritu destruyen sus malas acciones, entonces vivirán. Palabra de Dios. A. Te alabamos, Señor.
Aclamación antes del Evangelio (Mateo 11, 25)
R. Aleluya, aleluya.- Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has revelado los misterios del Reino a la gente sencilla. R. Aleluya.
Evangelio (Mt 11, 25-30)
Lectura del santo Evangelio según san Mateo
A. Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús exclamó: "¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien. El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y Yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes, y aprendan de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.
En aquel tiempo, Jesús exclamó: "¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien. El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y Yo los aliviaré. Tomen mi yugo sobre ustedes, y aprendan de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera. Palabra del Señor. A. Gloria a ti Señor Jesús.
Pistas para la Homilía, por Jorge Humberto Peláez S.J., TIEMPO ORDINARIO – DOMINGO XIV A (3-julio-2011)
+ 1. Lecturas:
- a. Zacarías 9, 9-10
- b. Carta de san Pablo a los Romanos 8, 9. 11-13
- c. Mateo 11, 25-30
+ 2. En el evangelio de hoy encontramos unas frases de Jesús que contrastan con los mensajes que recibimos todos los días provenientes del entorno:
- a. Dice Jesús: “Te doy gracias Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla. Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón”.
- b. En las palabras de Jesús, el protagonismo lo tienen las personas sencillas; y la humildad se convierte en paradigma y fuente de inspiración. Por el contrario, los grandes protagonistas de la vida social son los que se destacan por su éxito profesional o por su poder o – vergonzosamente – por sus escándalos.
- c. Más aún, muchos piensan que la humildad y la sencillez son comportamientos propios de personas tímidas incapaces de triunfar en la vida.
+ 3. Quiero, pues, invitarlos a explorar la enorme riqueza que contienen las palabras de Jesús, y a descubrir que la humildad y la sencillez son propuestas sabias y que nos orientan hacia una vida mucho más armoniosa.
+ 4. Según el Diccionario de Real Academia Española, la primera acepción de la palabra “humildad” es “virtud que consiste en el conocimiento de nuestras limitaciones y debilidades y en obrar de acuerdo con este conocimiento”. Exploremos, entonces, el impacto que ella tiene en nuestra vida diaria:
- a. Esta manera de entender la humildad nada tiene que ver con personalidades débiles, inseguras, con una baja autoestima. Por el contrario, es un rasgo de personalidades lúcidas, capaces de autocriticarse y de identificar posibilidades y límites para así determinar con realismo su proyecto de vida.
- b. Ahora bien, no es suficiente el conocimiento racional de nuestras limitaciones, así como de nuestras cualidades. Es necesario dar un paso más y re-conocerlas, es decir, aceptar serenamente la realidad: ¡así soy yo, así son las personas que me rodean! La no aceptación de la realidad es fuente de frustración y resentimiento.
- c. La humildad también está relacionada con la capacidad de revisar nuestros juicios y las posiciones asumidas. Por eso existe una diferencia abismal entre el científico pretencioso y dogmático que se siente poseedor de la verdad, y la persona ilustrada que está abierta a nuevos enfoques y que acepta el debate de las ideas sin aferrarse tercamente a sus puntos de vista.
- d. Esta apertura tiene un profundo impacto en las relaciones sociales porque hace que escojamos cuidadosamente las palabras y modulemos con ponderación las opiniones.
- e. Podríamos seguir diseccionando las bondades de la humildad entendida como conocimiento de nosotros mismos, autocrítica, aceptación, rechazo de los dogmatismos, búsqueda ininterrumpida de la verdad, prudencia en las palabras, etc., etc. Pero con lo dicho hasta ahora queda suficientemente ilustrado que la humildad no es una patología moral de seres débiles, sino que es un valor que enriquece a los seres humanos.
+ 5. Ahora los invito a explorar la riqueza teológica de la humildad:
- a. El orgullo es sinónimo de autosuficiencia: el que se siente poseedor de la verdad y, por tanto, superior a los demás, a los que considera ignorantes e inferiores, cree que no necesita de nada ni de nadie y que se basta a sí mismo. Una persona así es incapaz de abrirse a la oferta de salvación.
- b. Toda la automanifestación de Dios en la historia deja absolutamente establecido que la salvación es un don, y no un logro humano atribuido a la inteligencia o la fuerza de voluntad o al cumplimiento de unas normas. No. La salvación es un don y podemos acceder a él en la medida en que reconocemos nuestra creaturalidad e impotencia y exclamamos desde el fondo del corazón: “Ven, Señor Jesús”.
- c. De ahí la profundidad de las palabras de Jesús en el texto evangélico que hemos escuchado: “Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla”. Cuando Jesús se refiere a la “gente sencilla” no lo hace en exclusiva alusión a un estrato socioeconómico; la sencillez es una actitud ante la vida.
+ 6. El ejemplo más perfecto de humildad es María, quien en su acción de gracias expresada hermosamente en el himno del “Magníficat”, reconoce su pequeñez – “”Dios ha puesto sus ojos en mí, su humilde esclava”-, proclama la acción de Dios en su vida – “el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas. ¡Santo es su nombre!” – y es consciente, sin pretensiones, de su rol único en la historia de la salvación – “desde ahora siempre me llamarán dichosa” -.
+ 7. Al terminar nuestra meditación dominical, pidámosle al Señor, por intercesión de María, que nos dé la gracia de crecer en la humildad, no como rasgo de los débiles de personalidad, sino como madurez y sabiduría que nos abre a los aportes de nuestros hermanos y que nos permite descubrir la presencia de Dios en nuestras vidas.
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