por: Gabriel Jaime Pérez Montoya, S.J.
Hoy el Evangelio se centra en el tema de la disposición a servir que exige el seguimiento de Jesús. Desentrañemos el significado que tiene para nosotros lo que nos dice Jesús, teniendo en cuenta también las otras lecturas bíblicas de este domingo.
+ 1.- “Ustedes no saben lo que piden. ¿Pueden beber el trago amargo que yo voy a beber, y recibir el bautismo que yo voy a recibir?”
Jesús acababa de anunciarles tres veces a sus discípulos que iba a padecer y a morir en la cruz, y que después resucitaría. Pero ellos no habían entendido nada. Imaginaban su resurrección como una vuelta a la vida terrena para restablecer el poder político que había tenido Israel diez siglos antes, en los reinados de David y Salomón. De ahí la petición de Santiago y Juan: estar junto a su trono para ser los más importantes.
Después de decirles lo equivocados que están, Jesús les pregunta si son capaces de beber el cáliz que Él va a beber y de recibir el bautismo con que Él va a ser bautizado. La imagen de beber la el cáliz o la copa significa pasar un trance difícil -un trago amargo-, y la del bautismo significa la inmersión en el agua para renacer a una vida nueva. Para los cristianos, este rito es un signo del misterio pascual de Jesús, quien se sumergió en la experiencia de la pasión y muerte de cruz para pasar a la vida eterna y hacer posible este paso a toda persona que quiera de verdad identificarse con Él.
+ 2.- “El que quiera ser grande entre ustedes, deberá servir a los demás”
Esta enseñanza que los Evangelios de Marcos y Mateo sitúan en relatos muy similares durante el transcurso del camino de Jesús de Jericó a Jerusalén, es presentada por el de Lucas al comenzar la última cena la víspera de su pasión, cuando se entabla una discusión entre los discípulos sobre quién debe ser considerado el más importante. Jesús entonces les dice: (…) el que manda tiene que hacerse como el que sirve. Pues ¿quién es más importante, el que se sienta a la mesa a comer o el que le sirve? ¿Acaso no lo es el que se sienta a la mesa? En cambio, yo estoy entre ustedes como el que sirve” (Lc 22, 24-27). Y en el Evangelio de Juan encontramos la misma enseñanza: después de lavarles los pies a sus discípulos, Jesús les explica el significado de ese gesto: “(…) si yo, el Maestro y Señor, les he lavado a ustedes los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros. Yo les he dado ejemplo, para que ustedes hagan unos con otros lo mismo que yo he hecho con ustedes” (Jn 13, 13-15).
Esta enseñanza es diametralmente opuesta a la mentalidad de quienes conciben el poder como estar por encima de los demás para someterlos a su servicio. Por eso, a la luz del ejemplo de Jesús, quienquiera que tenga una posición de autoridad, sea como padre o madre de familia, como educador o educadora, como jefe en una organización o como líder de un grupo, de una comunidad o de una colectividad, debe preguntarse si está ejerciendo esa autoridad con una auténtica disposición a servir para el bien de todos, o con la actitud egoísta de quien sólo busca su propio interés y provecho personal.
+ 3.- “El Hijo del hombre no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida…”
Jesús se refiere a los jefes que se creen con derecho a gobernar como tiranos a sus súbditos, para señalar el contraste entre quienes buscan ser servidos como dueños de los demás y quienes quieran seguirlo a Él dispuestos a servir y a dar su vida en aras de un futuro mejor para todos. Este contraste resulta muy significativo en nuestra situación actual, cuando no pocos políticos y empresarios se dejan llevar por la ambición y la embriaguez arrogante del poder con el ánimo de dominar y esclavizar a los demás. Pero también podemos aplicar esta enseñanza de Jesús a las instituciones o comunidades en las que cada cual busca su propia cuota de poder y de reconocimiento sin importarle el bien de los demás, e incluso dividiendo a la gente con intrigas y destruyendo el clima organizacional en aras del propio interés egoísta.
Contrariamente a esta actitud, Jesús anuncia que Él ha venido a servir y a entregar su propia vida para la redención de muchos. Se cumplen así las profecías del libro de Isaías contenidas en los “poemas del siervo -o servidor- de Yahvé”. En la primera lectura, que corresponde a uno de esos poemas (Isaías 53, 10-11), leemos que “su siervo (…) se entregó en reparación por los pecados”. Este es el sentido del misterio pascual de Cristo que se actualiza en el sacrificio de la Misa. Asimismo, el verdadero servidor se identifica con la situación y las necesidades de los demás, haciéndolas suyas. En este sentido, el Evangelio de hoy guarda también una estrecha relación con lo que dice la segunda lectura (Hebreos 4, 14-16): Jesús no fue insensible a nuestra debilidad; al contrario, se sometió a toda clase de pruebas, haciéndose igual a nosotros en todo menos en el pecado, para rescatarnos del mal.
+ Conclusión
Este domingo, Día Mundial de las Misiones, somos invitados a colaborar con nuestra ofrenda en la tarea evangelizadora de la Iglesia, y a pedir por quienes proclaman a Jesús en territorios y ambientes difíciles donde Él es desconocido o ha sido olvidado. Apoyemos con nuestros aportes la labor misionera de la Iglesia, y pidámosle al Señor que esa labor sea un testimonio efectivo de servicio, sin autoritarismos ni prepotencias, a imagen y semejanza de Aquél que no vino a ser servido sino a servir.
http://www.jesuitas.org.co/homilia_173.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario